Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
LA LUZ DEL MUNDO.<br />
Mientras se hallaba sentado dentro de los confines d<strong>el</strong> templo, en la parte conocida como <strong>el</strong> Lugar<br />
de las Ofrendas, contiguo al Patio de las Mujeres, 2 nuestro Señor continuó sus enseñanzas, diciendo:<br />
'"Yo soy la luz d<strong>el</strong> mundo; <strong>el</strong> que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida." 8<br />
Las grandes lámparas que se encendían en <strong>el</strong> patio para realzar la gozosa c<strong>el</strong>ebración recién concluida<br />
sirvieron de marco a la declaración d<strong>el</strong> Señor, de que El era la luz d<strong>el</strong> mundo. Era otra proclamación<br />
de su divinidad como Dios y como Hijo de Dios. Los fariseos impugnaron su testimonio, tachándolo<br />
de inválido porque El daba testimonio de sí mismo. Jesús admitió que testificaba de sí mismo; pero<br />
afirmó, sin embargo, que era cierto lo que había dicho, pues sabía de qué hablaba, de dónde había<br />
venido y a dónde iría, mientras que <strong>el</strong>los hablaban lo que no sabían, y pensaban, se expresaban y<br />
juzgaban según los hombres y las flaquezas de la carne. El no se estaba constituyendo en juez, pero si<br />
optaba por juzgar, su juicio sería justo, porque lo orientaría <strong>el</strong> Padre que lo había enviado. La ley judía<br />
requería <strong>el</strong> testimonio de dos testigos para establecer la legalidad de un hecho disputado, 6 y Jesús se<br />
ofrecía a sí mismo y a su Padre como los testigos corroborantes de su afirmación. Sus enemigos le<br />
preguntaron con desdén sarcás-tico: "¿Dónde está tu Padre?" La respuesta fue sublime: "Ni a mí me<br />
conocéis, ni a mi Padre; si a mí me conocieseis, también a mi Padre conoceríais." Irritados a causa de<br />
su propia frustración, los fariseos de buena gana se hubieran apoderado de El, pero se hallaron<br />
impotentes. "Nadie le prendió, porque aún no había llegado su hora."<br />
LA VERDAD OS HARÁ LIBRES.<br />
Dirigiéndose una vez más al conjunto de personas reunidas, entre las cuales probablemente había<br />
fariseos, escribas, rabinos, sacerdotes, levitas y gente común, Jesús repitió su afirmación anterior de<br />
que en breve se apartaría de entre <strong>el</strong>los, y que nadie podría seguirlo al lugar donde iba; y a esto añadió<br />
la fatídica declaración de que lo buscarían en vano y morirían en sus pecados. Su solemne<br />
proclamación fue recibida con poco interés cuando no con desdén. Algunos de <strong>el</strong>los preguntaron<br />
quisquillosamente: "¿Acaso se matará a sí mismo?", con lo cual daban a entender que en tal caso<br />
ciertamente no podrían seguirlo, porque, según su dogma, <strong>el</strong> lugar destinado para los suicidas era la<br />
Gehenna; y <strong>el</strong>los, siendo <strong>el</strong> pueblo escogido, se dirigirían al ci<strong>el</strong>o, no al infierno. La solemne réplica<br />
d<strong>el</strong> Señor fue: "Vosotros sois de abajo, y yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de<br />
este mundo. Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en<br />
vuestros pecados moriréis."<br />
Esta reiteración de su supremacía característica hizo surgir la impugnante interrogación: "¿Tú<br />
quién eres?" La respuesta de Jesús fue: "Lo que desde <strong>el</strong> principio os he dicho." Se refrenó de<br />
mencionar las muchas cosas de que podría haberlos juzgado, pero sí testificó una vez más acerca de su<br />
Padre, diciendo: "El que me envió es verdadero; y yo, lo que he oído de él, esto hablo al mundo." A<br />
pesar de lo explícito que habían sido las declaraciones anteriores d<strong>el</strong> Señor, los judíos, cegados por su<br />
prejuicio, "no entendieron que les hablaba d<strong>el</strong> Padre". Jesús atribuía a El toda la honra y la gloria, y<br />
repetidas veces declaró que había sido enviado para hacer la voluntad de su Padre. "Les dijo, pues,<br />
Jesús: Cuando hayáis levantado al Hijo d<strong>el</strong> Hombre, entonces conoceréis que yo soy, y que nada hablo<br />
por mí mismo, sino que según me enseñó <strong>el</strong> Padre, así hablo. Porque <strong>el</strong> que me envió, conmigo está;<br />
no me ha dejado solo <strong>el</strong> Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada."<br />
La palpable sinceridad y profunda convicción con que se expresó Jesús causó que creyeran en El<br />
muchos de los que oían; y dirigiéndose a <strong>el</strong>los, les prometió que si permanecían en esa creencia y<br />
regían sus vidas de acuerdo con su palabra, verdaderamente serían sus discípulos. Les prometió,<br />
además: "Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres." Al oír estas palabras, tan pródigas en<br />
bendición, de tan gran consu<strong>el</strong>o para <strong>el</strong> alma creyente, <strong>el</strong> pueblo reaccionó con demostraciones<br />
hostiles; su temperamento judío se encendió en <strong>el</strong> acto. Prometerles libertad era indicarles que no la<br />
220