03.05.2015 Views

Jesus el Cristo - Cumorah.org

Jesus el Cristo - Cumorah.org

Jesus el Cristo - Cumorah.org

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Galilea—donde habitaba una población pagana con la cual, sin embargo, se habían mezclado muchos<br />

de los judíos—<strong>el</strong> pueblo se congregó alrededor d<strong>el</strong> Maestro. A esta gente y a los discípulos El dijo: "Si<br />

alguno quiere venir en pos de mí, niegúese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame." En estas palabras<br />

nuevamente se destaca la temible figura de la cruz. No quedó ni sombra de pretexto para suponer que<br />

la devoción a <strong>Cristo</strong> no exige abnegación y privaciones. El que quisiera salvar su vida a costa d<strong>el</strong><br />

deber, como Pedro acababa de sugerir que <strong>Cristo</strong> hiciera, ciertamente la perdería en un sentido peor<br />

que <strong>el</strong> de la muerte física; mientras que por otra parte, aqu<strong>el</strong> que estuviese dispuesto a perder todo, aun<br />

la propia vida, en la causa d<strong>el</strong> Señor, hallaría la vida que es eterna.<br />

Para recalcar la prudencia de sus enseñanzas, Jesús pronunció lo que con <strong>el</strong> tiempo ha llegado a ser<br />

un aforismo inspirador de la vida: "Porque, ¿qué aprovechará <strong>el</strong> hombre, si ganare todo <strong>el</strong> mundo, y<br />

perdiere su alma? ¿O qué recom pensa dará <strong>el</strong> hombre por su alma?" Quien se avergonzare de <strong>Cristo</strong><br />

por motivo de su condición humilde, o se ofendiere por causa de sus enseñanzas, descubrirá que<br />

también <strong>el</strong> Hijo d<strong>el</strong> Hombre se avergonzará de él, cuando venga en la gloria d<strong>el</strong> Padre con sus legiones<br />

de áng<strong>el</strong>es acompañantes. La narración de ese memorable día de la vida d<strong>el</strong> Salvador concluye con<br />

esta bendita promesa: "De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la<br />

muerte, hasta que hayan visto al Hijo d<strong>el</strong> Hombre viniendo en su reino."<br />

NOTAS AL CAPITULO 22.<br />

1. C<strong>el</strong>ebraciones de la Pascua comprendidas dentro d<strong>el</strong> período d<strong>el</strong> ministerio público de<br />

nuestro Señor.—Salvo en muy pocos casos, es difícil, cuando no imposible, fijar las fechas en que<br />

determinados hechos ocurrieron en <strong>el</strong> ministerio de Jesús; y como anteriormente se ha dicho y<br />

reiterado, frecuentemente se descubre que aun <strong>el</strong> orden de los aconte cimientos es incierto. Se<br />

recordará que Jesús se hallaba en Jerusalén en la época de la Pascua, poco después de su bautismo, y<br />

que durante la visita de referencia echó a viva fuerza de los patios d<strong>el</strong> templo a los comerciantes y sus<br />

mercancías. Esta es conocida como la primera Pascua durante la vida pública de Jesús. Si la "fiesta de<br />

los judíos" sin nombre, a que ese refiere Juan (5:1) fue una Pascua, como lo sostienen muchos peritos<br />

bíblicos, ésta señaló <strong>el</strong> fin d<strong>el</strong> año después de la purificación d<strong>el</strong> templo. Comúnmente es referida y<br />

narrada como la segunda Pascua en <strong>el</strong> curso d<strong>el</strong> ministerio de nuestro Señor. Entonces la Pascua,<br />

cerca de la cual Jesús dio de comer a los cinco mil (Juan 6:4) sería la tercera, y señalaría <strong>el</strong> fin de un<br />

período de poco más de dos años desde <strong>el</strong> bautismo de Jesús, y ciertamente indica <strong>el</strong> principio d<strong>el</strong><br />

último año de la vida d<strong>el</strong> Salvador sobre la tierra.<br />

2. Purificaciones ceremoniales.—Se admite que los numerosos lavamientos exigidos por<br />

las costumbres judías en la época de <strong>Cristo</strong> eran <strong>el</strong> producto d<strong>el</strong> rabinismo y "la tradición de los<br />

ancianos", y no concordaban con la ley mosaica. En ciertas condiciones se prescribían lavamientos<br />

sucesivos, y en este respecto hallamos que se hace mención de la "primera", "segunda" y "otras"<br />

aguas, pues las "segundas aguas" eran necesarias para lavar las "primeras aguas", profanadas al ser<br />

tocadas por manos "impuras"; y para <strong>el</strong> mismo fin eran las "otras aguas". En ciertas ocasiones era<br />

necesario sumergir las manos; en otras, tenían que ser lavadas vertiendo <strong>el</strong> agua sobre <strong>el</strong>las,<br />

permitiendo que <strong>el</strong> líquido llegara hasta la muñeca o <strong>el</strong> codo, de acuerdo con <strong>el</strong> grado de impureza<br />

supuesta; mientras que de acuerdo con lo que afirmaban los discípulos d<strong>el</strong> rabino Shammai, en<br />

circunstancias particulares sólo era necesario mojar las puntas de los dedos, o los dedos hasta las<br />

coyunturas. Los reglamentos sobre la purificación de las vasijas y muebles eran detallados y exactos, y<br />

se aplicaban distintos métodos a los vasos de barro, madera y metal, respectivamente. El temor de<br />

contaminarse las manos inconscientemente condujo a muchas precauciones extremas. Sabiendo que<br />

los ratones a veces tocaban, rasguñaban y aun roían los Rollos de la Ley, o los de los Profetas u otras<br />

Escrituras cuando se guardaban, se expidió un decreto rabínico de que se contaminaban las manos con<br />

tan sólo rozar las Santas Escrituras o cualquier parte de <strong>el</strong>las, entre las cuales estaban comprendidas<br />

hasta ochenta y cinco epístolas (la sección más corta de la ley tenía precisamente ese número). De<br />

198

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!