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Jesus el Cristo - Cumorah.org

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alimentados, esta multitud se dispersó quietamente y todos volvieron a sus casas, agradecidos y<br />

doblemente bendecidos.<br />

UNA VEZ MÁS SE PRESENTAN LOS FARISEOS BUSCANDO SEÑALES.<br />

Jesús y los apóstoles volvieron en <strong>el</strong> barco a la playa occidental d<strong>el</strong> lago y desembarcaron cerca de<br />

Magdala y Dalmanuta. Se cree que estos pueblos estaban tan próximos <strong>el</strong> uno d<strong>el</strong> otro, que<br />

virtualmente se consideraba éste como suburbio de aquél. En cuanto llegó le salieron al encuentro los<br />

siempre vigilantes fariseos, a quienes en esta ocasión acompañaban los saduceos, sus usualmente<br />

hostiles rivales. El propósito resu<strong>el</strong>to de las autoridades eclesiásticas, de formarle causa y, de ser<br />

posible, destruirlo, queda bien demostrado en <strong>el</strong> hecho de que los dos partidos provisionalmente<br />

dejaron a un lado sus diferencias mutuas, combinando sus fuerzas en la causa común de oponerse a<br />

<strong>Cristo</strong>. Su propósito inmediato era sembrar todavía más la disconformidad entre la gente común y<br />

contrarrestar la influencia que sus enseñanzas anteriores habían surtido en las masas. Nuevamente le<br />

tendieron <strong>el</strong> consabido lazo de exigirle una señal sobrenatural de su Mesiazgo, aunque ya en tres<br />

ocasiones anteriores <strong>el</strong>los u otros de su clase habían querido enredarlo, y las mismas veces habían sido<br />

frustrados. Antes de <strong>el</strong>los, Satanás en persona lo había intentado en forma similar e igualmente<br />

fracasado.<br />

A su presente demanda impertinente e impía, dio una negación breve y definitiva que aprovechó<br />

para descubrirles su hipocresía. Su respuesta fue la siguiente: "Cuando anochece, decís: Buen tiempo;<br />

porque <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o tiene arreboles. Y por la mañana: Hoy habrá tempestad; porque tiene arreboles <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o<br />

nublado. ¡Hipócritas! que sabéis distinguir <strong>el</strong> aspecto d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o, ¡mas las señales de los tiempos no<br />

podéis! La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal d<strong>el</strong><br />

profeta Jonás. Y dejándolos, se fue."<br />

LA LEVADURA DE LOS FARISEOS Y LOS SADUCEOS.<br />

Hallándose nuevamente sobre las aguas con los Doce, en vista de que en las playas de Galilea no<br />

encontraba ni la paz ni la oportunidad para enseñar eficazmente, Jesús dirigió <strong>el</strong> curso de la nave hacia<br />

la orilla nordeste d<strong>el</strong> lago Una vez que se hubieron hecho a la mar, dijo a sus compañeros: "Mirad,<br />

guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos"; y -Marcos agrega, "y de la levadura de<br />

Herodes". Por motivo de su rápida salida los discípulos habían olvidado de proveerse de alimentos, y<br />

no llevaban consigo más que una sola pieza de pan. Interpretaron sus palabras en <strong>el</strong> sentido de que la<br />

levadura se refería al pan, y posiblemente les estaba llamando la atención a su descuido. Jesús los<br />

reprendió por su falta de fe en pensar que hablaba d<strong>el</strong> pan material, y para que no siguieran<br />

afligiéndose porque no habían dispuesto víveres, trajo a sus pensamientos los milagros mediante los<br />

cuales fueron alimentadas las multitudes. Por último se les hizo entender que la advertencia d<strong>el</strong><br />

Maestro aludía a las falsas doctrinas de los fariseos y de los saduceos, así como a las aspiraciones<br />

políticas de los confabuladores herodianos.<br />

El grupo descendió d<strong>el</strong> barco cerca d<strong>el</strong> sitio de la primera alimentación milagrosa de la multitud y<br />

se dirigió hacia Betsaida Julia. Fue traído un ciego, y se le rogó a Jesús que lo tocara. Tomó al afligido<br />

de la mano, lo llevó fuera d<strong>el</strong> pueblo, y untándole saliva en los ojos, puso las manos sobre él para<br />

bendecirlo y le preguntó si podía ver. El hombre contestó que veía indistintamente, pero no podía<br />

distinguir si eran hombres o árboles. Pasando sus manos por sobre los ojos d<strong>el</strong> hombre, Jesús le dijo<br />

que viera hacia <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o, y al hacerlo, vio con toda claridad. Recomendándole que no entrase en la<br />

aldea ni que comunicase a nadie de aqu<strong>el</strong> lugar que había sanado de su ceguedad, <strong>el</strong> Señor lo mandó<br />

por su camino gozoso. Este milagro tiene <strong>el</strong> singular carácter de que Jesús sanó a un enfermo<br />

gradualmente, pues <strong>el</strong> resultado de la primera administración sólo fue una restauración parcial<br />

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