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Jesus el Cristo - Cumorah.org

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por medio de la historia de la viuda persistente.<br />

Muchos han preguntado por qué Jesús aplazó la bendición. No nos es posible sondar sus<br />

propósitos; pero por la manera en que obró podemos ver que se demostró la fe d<strong>el</strong>a mujer, y los<br />

discípulos fueron instruidos. Jesús le hizo ver que <strong>el</strong>la no pertenecía al pueblo escogido, al cual El fue<br />

enviado; pero sus palabras prefiguraron la predicación d<strong>el</strong> evang<strong>el</strong>io a todos, judíos así como gentiles.<br />

"Deja primero que se sacien los hijos"—le explicó. El <strong>Cristo</strong> resucitado había de darse a conocer a<br />

toda nación; 1 " pero su ministerio personal como ser humano, así como <strong>el</strong> de los apóstoles mientras<br />

estuvo con <strong>el</strong>los en la carne, se concretó a la casa de Isra<strong>el</strong>.<br />

EN LA REGIÓN DE DECÁPOLIS.<br />

No nos es dicho cuánto tiempo permanecieron Jesús y los Doce en <strong>el</strong> país de Tiro y Sidón, ni qué<br />

partes de la región visitaron. De allí partieron para <strong>el</strong> distrito contiguo al mar de Galilea, hacia <strong>el</strong><br />

oriente, "pasando por la región de Decápolis"." Aunque todavía se hallaba entre gente medio pagana,<br />

recibieron a nuestro Señor grandes multitudes, entre las cuales había muchos cojos, ciegos, mudos,<br />

lisiados y varios géneros de enfermos, a todos los cuales sanó. Grande fue <strong>el</strong> asombro de estos<br />

extranjeros, "viendo a los mudos hablar, a los mancos sanados, a los cojos andar, y a los ciegos ver; y<br />

glorificaban al Dios de Isra<strong>el</strong>".<br />

De entre los muchos que fueron sanados, se hace mención particular,de uno. Era sordo y padecía<br />

de un defecto en <strong>el</strong> habla. La multitud suplicó a Jesús que pusiera sus manos sobre <strong>el</strong> hombre; pero El<br />

lo tomó "aparte de la gente, metió los dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua";<br />

entonces levantó los ojos al ci<strong>el</strong>o en oración y mientras gemía pronunció un mandato en lengua<br />

aramea: "Efata, es decir: Sé abierto. Al momento fueron abiertos sus oídos, y se desató la ligadura de<br />

su lengua, y hablaba bien." La manera en que se efectuó esta curación fue distinta de la forma<br />

acostumbrada por nuestro Señor en su ministerio sanador. Pudo ser que al sentir <strong>el</strong> contacto de los<br />

dedos en sus oídos tapados y lengua atada, se fortaleció la fe d<strong>el</strong> hombre, aumentó su confianza en <strong>el</strong><br />

poder d<strong>el</strong> Maestro. Le fue mandado a la gente que no comunicara lo que había presenciado, pero<br />

cuanto más se le advertía, tanto más publicaba las nuevas. El concepto que se formaron de Jesús y sus<br />

obras fue: "Bien lo ha hecho todo; hace a los sordos oír, y a los mudos hablar."<br />

OTRA COMIDA EN EL DESIERTO; SON ALIMENTADOS<br />

MÁS DE CUATRO MIL.<br />

Por tres días las multitudes gozosas acompañaron a Jesús y los apóstoles. Su permanencia al aire<br />

libre en esa temporada y región no les causó ninguna inconveniencia. Sin embargo, se les habían<br />

agotado sus víveres, y muchos de <strong>el</strong>los se encontraban lejos de sus casas. Jesús se compadeció de la<br />

gente y no quiso enviarla en ayunas, no fuera que se desmayara en <strong>el</strong> camino. Cuando habló con los<br />

discípulos sobre <strong>el</strong> asunto, le indicaron la imposibilidad de dar en comer a tanta gente, porque toda la<br />

comida que tenían entre <strong>el</strong>los constaba de siete panes y unos pocos pececillos. ¿Se habían olvidado ya<br />

de la ocasión anterior en que se había dado de comer, hasta saciar, a una multitud más numerosa, con<br />

tan sólo cinco panes y dos peces? Digamos más bien que los discípulos la tenían muy presente, pero<br />

no les pareció que era su deber o privilegio sugerir que se repitiera <strong>el</strong> milagro. Sin embargo, <strong>el</strong><br />

Maestro mandó y la multitud se recostó o sentó en <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o.<br />

Bendiciendo y partiendo la pequeña provisión, como lo hizo antes, dio a los discípulos, y éstos a<br />

su vez la repartieron entre la multitud. Comieron abundantemente cuatro mil hombres, además de las<br />

mujeres y niños, "y recogieron de los pedazos que habían sobrado, siete canastas". Sin ninguna<br />

semejanza al entusiasmo turbulento que se había apoderado de los cinco mil después de ser<br />

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