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Jesus el Cristo - Cumorah.org

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CAPITULO 22<br />

UNA ÉPOCA DE OPOSICIÓN AMENAZANTE.<br />

E l último discurso de nuestro Señor en la sinagoga de Capernaum, pronunciado poco después de la<br />

prodigiosa alimentación de los cinco mil y <strong>el</strong> milagro de andar sobre <strong>el</strong> agua, señaló <strong>el</strong> principio de<br />

otra etapa en <strong>el</strong> desarrollo de su obra vital. Era <strong>el</strong> tiempo en que se acercaba la c<strong>el</strong>ebración de la<br />

Pascua; a y un año después, como veremos más ad<strong>el</strong>ante, Jesús sería traicionado y entregado para ser<br />

muerto en la Pascua subsiguiente. De modo que al tiempo de que estamos hablando empezaba <strong>el</strong><br />

último año de su ministerio en la carne. Sin embargo, es otro y mayor <strong>el</strong> significado d<strong>el</strong><br />

acontecimiento, que simplemente <strong>el</strong> de un itinerario cronológico. La circunstancia señaló <strong>el</strong> comienzo<br />

de un cambio en la oleada de estimación popular hacia Jesús, flujo que hasta entonces había ido<br />

aumentando, pero que ahora empezó a refluir. Es cierto que los judíos ofendidos repetidamente lo<br />

habían criticado y patentemente impugnado en muchas ocasiones anteriores; pero estos malignos y<br />

astutos críticos pertenecían mayormente a la jerarquía oficial; <strong>el</strong> pueblo común lo había escuchado<br />

gustosamente y, por cierto, muchos aún continuaron siguiéndolo, 15 no obstante, empezó a decaer su<br />

popularidad, por lo menos en Galilea. Inauguró <strong>el</strong> último año de su ministerio terrenal haciendo una<br />

separación entre los que profesaban creer sus palabras, y este sistema de prueba, examen y <strong>el</strong>ección<br />

habría de continuar hasta <strong>el</strong> fin.<br />

No se nos informa si Jesús asistió a la c<strong>el</strong>ebración de esta Pascua; y es razonable inferir, en vista<br />

de la hostilidad cada vez mayor de los oficiales, que se refrenó de ir a Jeru-salén en esa ocasión. Nada<br />

ganamos con conjeturar si concurrió alguno de los Doce, porque nada nos es dicho. Cierto es que<br />

inmediatamente después de esta época, los agentes secretos y espías, enviados de Jerusalén a Galilea<br />

para acechar a Jesús, activaron notablemente su espionaje crítico. Le seguían sus pasos, tomaban nota<br />

de todo hecho y ocasión en que hacía caso omiso de la observancia tradicional o acostumbrada, y<br />

constantemente lo estaban vigilando para hacerlo aparecer como ofensor.<br />

LAVAMIENTOS Y CEREMONIALES Y "OTRAS MUCHAS COSAS<br />

SEMEJANTES'’.<br />

Poco después de la Pascua a. la que se ha hecho referencia, y probablemente de acuerdo con un<br />

plan fraguado por los príncipes judíos, visitó a Jesús una d<strong>el</strong>egación de fariseos y escribas procedentes<br />

de Jerusalén, los cuales protestaron <strong>el</strong> menosprecio, por parte de sus discípulos, de los requisitos<br />

tradicionales. Parece que los discípulos, y es casi seguro que <strong>el</strong> propio Maestro también, violaban a tal<br />

grado "la tradición de los ancianos", que omitían <strong>el</strong> lavamiento ceremonial de las manos antes de<br />

comer. Los críticos farisaicos lo reprocharon y vinieron para exigirle una explicación y justificación, si<br />

acaso la había. Marcos nos dice que se acusó a los discípulos de comer con "manos inmundas", e<br />

intercala <strong>el</strong> siguiente pasaje conciso y lúcido sobre sus costumbres, cuyo incumplimiento imputaban a<br />

ios discípulos: "Porque los fariseos y todos los judíos, aferrándose a la tradición de los ancianos, si<br />

muchas veces no se lavan las manos, no comen. Y volviendo de la plaza, si no se lavan, no comen. Y<br />

otras muchas cosas hay que tomaron para guardar, como los lavamientos de los vasos de beber, y de<br />

los jarros, y de los utensilios de metal, y de los lechos."' 1 Debe tenerse en cuenta que se acusaba a los<br />

discípulos de impureza ceremonial, no de desaseo físico o menosprecio de los requisitos sanitarios; se<br />

dice que comían con manos inmundas, no precisamente con manos sucias. En todo aspecto externo de<br />

sus ceremoniales inventados por hombres, los judíos exigían un cumplimiento escrupuloso: había de<br />

ejercerse <strong>el</strong> mayor cuidado para evitar cualquier posibilidad de la profanción ceremonial, cuyos<br />

efectos debían contrarrestarse por medio de lavamientos prescritos."<br />

Cuando le preguntaron: "¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos? Porque<br />

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