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Jesus el Cristo - Cumorah.org

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3.—Como <strong>el</strong> que había sido designado en los ci<strong>el</strong>os y preordinado para este servicio.<br />

¿Qué otro hombre ha sido sin pecado y, por tanto, completamente libre d<strong>el</strong> dominio de Satanás, y<br />

a quien la muerte, la paga d<strong>el</strong> pecado, no viniera naturalmente? Si Jesucristo hubiera muerto igual que<br />

otros hombres—como resultado d<strong>el</strong> poder que Satanás puede lograr sobre <strong>el</strong>los por motivo de sus<br />

pecados—su muerte no habría sido sino una experiencia individual, sin ninguna facultad para expiar<br />

en lo mínimo ninguna culpa u ofensa más que las suyas. La impecabilidad absoluta de <strong>Cristo</strong> lo<br />

calificó, su humildad y buena disposición lo hicieron aceptable al Padre como <strong>el</strong> sacrificio expiatorio<br />

mediante <strong>el</strong> cual podría efectuarse la propiciación por los pecados de todo ser.<br />

¿Qué otro hombre ha vivido con <strong>el</strong> poder para resistir la muerte; y a quien ésta no podía dominar<br />

sino por la propia voluntad de él? Sin embargo, Jesucristo no pudo ser muerto hasta que su "hora hubo<br />

llegado", y ésta habría de ser <strong>el</strong> momento en que El voluntariamente entregara su vida y permitiera su<br />

propia defunción por un acto de su voluntad. Siendo hijo de una madre terrenal, heredó la capacidad<br />

para morir; y engendrado por un Padre inmortal, recibió como herencia <strong>el</strong> poder para resistir la muerte<br />

indefinidamente. Literalmente entregó su vida, pues así lo hace constar su propia afirmación: "Por eso<br />

me ama <strong>el</strong> Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de<br />

mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla y tengo poder para volverla a tomar. Y también:<br />

"Porque como <strong>el</strong> Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo <strong>el</strong> tener vida en sí mismo."<br />

Únicamente tal Ser podría triunfar de la muerte; y en nadie más que en Jesucristo se cumplió esta<br />

condición indispensable de un Redentor d<strong>el</strong> mundo.<br />

¿Ha habido otro hombre que haya venido a la tierra con un nombramiento semejante, investido<br />

con la autoridad de tal preordinación? Jesucristo no asumió su misión expiatoria por su propia cuenta.<br />

Es verdad que se ofreció a sí mismo en los ci<strong>el</strong>os; también es cierto que fue aceptado, y que en <strong>el</strong><br />

debido tiempo descendió a la tierra para cumplir con las condiciones de esa aceptación; mas no<br />

obstante, fue <strong>el</strong>egido por uno mayor que El. La esencia de su confesión de autoridad siempre dio a<br />

entender que obraba bajo la dirección d<strong>el</strong> Padre, como lo atestiguan estas palabras: "Porque he<br />

descendido d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad d<strong>el</strong> que me envió." "Mi comida es<br />

que haga la voluntad d<strong>el</strong> que me envió, y que acabe su obra." "No puedo yo hacer nada por mí mismo;<br />

según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad sino la voluntad d<strong>el</strong> que me<br />

envió, la d<strong>el</strong> Padre."<br />

Mediante la expiación efectuada por Jesucristo—servicio redentor realizado en forma vicaria en<br />

bien de los d<strong>el</strong> género humano, todos los cuales se habían alejado de Dios como consecuencia d<strong>el</strong><br />

efecto d<strong>el</strong> pecado, así <strong>el</strong> heredado como <strong>el</strong> cometido individualmente—se abre la puerta a una<br />

reconciliación por medio de la cual <strong>el</strong> hombre nuevamente puede tener comunicación con Dios y<br />

hacerse digno de morar otra vez y para siempre en la presencia de su Padre Eterno. El efecto de la<br />

expiación puede convenientemente considerarse bajo dos aspectos:<br />

1. La redención universal de la raza humana, de la muerte causada por la caída de nuestros<br />

primeros padres; y<br />

2. La salvación, mediante la cual se proveen los medios para libertarse de las consecuencias d<strong>el</strong><br />

pecado individual.<br />

En la resurrección d<strong>el</strong> <strong>Cristo</strong> crucificado se manifestó la victoria sobre la muerte. Fue <strong>el</strong> primero<br />

en pasar de la muerte a la inmortalidad y, por consiguiente, justamente es conocido como las<br />

"primicias de los que durmieron". La amplia evidencia que hay en las Escrituras muestra que la<br />

resurrección de los muertos, por El inaugurada, ha de extenderse a todo aqu<strong>el</strong> que haya o habrá vivido.<br />

Después de la resurrección de nuestro Señor, otros que habían dormido en la tumba se levantaron, y<br />

muchos los vieron, no como apariciones espirituales, sino como espíritus resucitados, revestidos de<br />

cuerpos inmortales: "Y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se<br />

levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y<br />

aparecieron a muchos."<br />

Desígnase como "santos" a aqu<strong>el</strong>los que fueron los primeros en resucitar y levantarse; y otros<br />

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