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Jesus el Cristo - Cumorah.org

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discípulos", para pedirle que despidiera a la multitud; y más tarde, tras la comida milagrosa,<br />

habiéndose ido sus discípulos en la barca y la multitud a su casa, Jesús "subió al monte a orar aparte;<br />

y cuando llegó la noche, estaba allí solo". (Mateo 14:15, 23; compárese con Marc. 6: 35, 47) Trench<br />

nos dice en su Notes on the Mirades (Página 217): "S. Mateo, y con él S. Marcos, le dan dos noches a<br />

este día: Una que había comenzado antes de hacer los preparativos para dar de comer a la multitud<br />

(versículo 15), y la otra después que los discípulos hubieron entrado en la barca y emprendido <strong>el</strong> viaje<br />

(versículo 23). Este modo de hablar era muy común entre los judíos, pues su primer noche<br />

correspondería a nuestra tarde ... la segunda vendría a ser <strong>el</strong> crepúsculo, aproxima damente desde las<br />

seis de la tarde hasta <strong>el</strong> crepúsculo, d<strong>el</strong> cual sigue la obscuridad completa." Lo siguiente aparece en <strong>el</strong><br />

artículo "Cronología" tomado d<strong>el</strong> Dictionary of the Bihle, de Smith: "Entre las dos noches (llamadas<br />

las dos tardes en Éxodo 12:6 y Núm. 9:3) existe una división natural entre <strong>el</strong> atardece cuando <strong>el</strong> sol<br />

se acerca al horizonte, y <strong>el</strong> anochecer, cuando la luz ha desaparecido totalmente; y de <strong>el</strong>lo resultarían<br />

las dos noches o tardes, si <strong>el</strong> día civil comenzara al ponerse <strong>el</strong> sol."<br />

6. Las vigilias de la noche.—Durante la mayor parte de la época d<strong>el</strong> Antiguo Testamento, <strong>el</strong><br />

pueblo de Isra<strong>el</strong> dividía la noche en tres vigilias de cuatro horas cada una, períodos que correspondían<br />

al turno individual de un centin<strong>el</strong>a. Sin embargo, antes de comenzar la era cristiana, los judíos<br />

habían adoptado <strong>el</strong> sistema romano de cuatro vigilias nocturnas de tres horas cada una. Estaban<br />

designadas por orden numérico, por ejemplo, la cuarta vigilia mencionada en <strong>el</strong> texto (Véase Mateo<br />

14:25), aunque también las llamaban noche, media noche, <strong>el</strong> canto d<strong>el</strong> gallo y la mañana. (Véase<br />

Marc. 13:35). La cuarta vigilia comprendía <strong>el</strong> último de los períodos de tres horas entre la puesta<br />

y la salida d<strong>el</strong> sol—o sea entre las seis de la tarde y las seis de la mañana—y consiguientemente,<br />

duraba desde las tres hasta las seis de la mañana.<br />

7. La orilla d<strong>el</strong> vestido.—La fe de aqu<strong>el</strong>los que creían que podían ser sanados si tan sólo<br />

tocaban la orilla de la ropa d<strong>el</strong> Señor fue semejante a la de la mujer que sanó de su larga aflicción<br />

cuando tocó sus vestidos. (Véase Mateo 9:21; Marc. 5:27, 28; Lucas 8:44) Los judíos atribuían<br />

importancia particular a la orilla o franja de sus prendas exteriores por motivo d<strong>el</strong> mandamiento<br />

dado a Isra<strong>el</strong> en días antiguos (Núrn. 15: 38, 39), de poner un cordón azul sobre las franjas de los<br />

bordes de sus vestidos para recordarles sus obligaciones como <strong>el</strong> pueblo d<strong>el</strong> convenio. El deseo de<br />

tocar la orilla d<strong>el</strong> manto de <strong>Cristo</strong> pudo haberse r<strong>el</strong>acionado con este concepto de santidad atribuido a<br />

la franja o borde.<br />

8. Tradiciones sobre <strong>el</strong> maná.—Justificadamente se consideraba la suministración d<strong>el</strong> maná,<br />

consiguiente al éxodo y al largo viaje d<strong>el</strong> desierto, como un suceso de maravilla trascendental.<br />

(Éxodo 16:14-36; Núm. 11: 7-9; Deut. 8: 3, 16; Jos. 5:12; Sal. 78: 24, 25) Sin embargo, muchas<br />

tradiciones, algunas de <strong>el</strong>las perniciosamente erróneas, surgieron en torno al acontecimiento y se<br />

transmitieron de generación en generación con aditamentos inventados. En la época de <strong>Cristo</strong> los<br />

rabinos enseñaban que <strong>el</strong> maná, d<strong>el</strong> cual habían comido sus padres, fue literalmente <strong>el</strong> manjar de los<br />

áng<strong>el</strong>es enviado d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o; y que tenía diversos gustos y sabores para satisfacer todas las edades,<br />

condiciones o deseos: para una persona tenía <strong>el</strong> gusto de mi<strong>el</strong>; para otra, <strong>el</strong> de pan, etc.; mas para los<br />

gentiles, tenía un sabor amargo. Además, se decía que cuando <strong>el</strong> Mesías viniera a Isra<strong>el</strong>, le<br />

proporcionaría un abastecimiento constante de maná. Estos conceptos errados explican en parte por<br />

qué aqu<strong>el</strong>los que habían comido <strong>el</strong> pan de cebada y los peces, exigían una señal que sobrepujara la<br />

provisión de maná de los días antiguos, como evidencia de que Jesús era <strong>el</strong> Mesías.<br />

9. La fe es un don de Dios.—"A pesar de estar al alcance de todos los que diligentemente se<br />

esfuerzan para obtenerla, la fe, no obstante, es un don divino, y únicamente de Dios se puede obtener.<br />

(Mateo 16:17; Juan 6: 44, 65; Efe. 2: 8; 1 Cor. 12:9; Rom. 12: 3; Moroni 10:11) Como corresponde<br />

a tan preciosa perla, solamente se da a aqu<strong>el</strong>los que por su sinceridad demuestran que la merecen,<br />

y en quienes hay indicaciones de que se someterán a sus dictados. Aunque la fe es conocida como <strong>el</strong><br />

primer principio d<strong>el</strong> evang<strong>el</strong>io de <strong>Cristo</strong>, aunque de hecho es <strong>el</strong> fundamento de la vida r<strong>el</strong>igiosa,<br />

sin embargo, la fe misma es precedida de una sinceridad de disposición y humildad d<strong>el</strong> alma, por<br />

medio de las cuales ¡a palabra de Dios puede efectuar una impresión en <strong>el</strong> corazón. (Rom. 10:17)<br />

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