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Jesus el Cristo - Cumorah.org

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filósofos y sabios, pese a la grandeza de la prudencia de estos hombres distinguidos; porque tal<br />

aceptación se lleva a cabo mediante un asentimiento mental o ejercicio intencional de la voluntad, y<br />

sólo se r<strong>el</strong>aciona con la doctrina independientemente d<strong>el</strong> autor. Las enseñanzas de Jesús perduran por<br />

causa de su valor intrínseco; y muchos hombres respetan sus aforismos, proverbios, parábolas y sus<br />

profundamente filosóficos preceptos, pero lo rechazan como Hijo de Dios, <strong>el</strong> Unigénito en la carne, <strong>el</strong><br />

Dios hecho Hombre, en quien se unieron los atributos de Dios y de la humanidad, <strong>el</strong> escogido y<br />

preordinado Redentor d<strong>el</strong> género humano, por medio de quien solamente puede lograrse la salvación.<br />

Sin embargo, la figura que empleó Jesús—de comer su carne y beber su sangre para representar una<br />

aceptación sin reserva y absoluta de El como Salvador de los hombres—es de importancia superlativa;<br />

porque por ese medio se afirman la divinidad de su Persona y <strong>el</strong> hecho de su Divinidad preexistente y<br />

eterna. El sacramento de la cena d<strong>el</strong> Señor, que <strong>el</strong> Salvador estableció la noche de su traición, perpetúa<br />

<strong>el</strong> simbolismo de comer su carne y beber su sangre, tomando <strong>el</strong> pan y <strong>el</strong> vino en memoria de El. n En la<br />

aceptación de Jesús como <strong>el</strong> <strong>Cristo</strong> está comprendida la obediencia a las leyes y ordenanzas de su<br />

evang<strong>el</strong>io; porque profesar a Uno y rechazar lo otro no es sino acusarnos a nosotros mismos de<br />

incongruencia, falta de sinceridad e hipocresía.<br />

LA PRUEBA DECISIVA—MUCHOS SE APARTAN.<br />

La verdad respecto de sí mismo, declarada por <strong>el</strong> Señor en este discurso suyo, <strong>el</strong> último que<br />

pronunció en la sinagoga de Capernaum, resultó ser una prueba de fe, a raíz de la cual muchos se<br />

apartaron. No sólo se resintieron los judíos críticos de la jerarquía oficial, cuya hostilidad se<br />

manifestaba patentemente, sino también aqu<strong>el</strong>los que habían profesado alguna creencia en El. Al oír<br />

estas cosas, "muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oir?" Enterado<br />

de su disconformidad, Jesús les preguntó: "¿Esto os ofende?" Y luego añadió: "¿Pues qué, si viereis al<br />

Hijo d<strong>el</strong> Hombre subir adonde estaba primero?" En estas palabras se indica definitivamente su<br />

ascención que habría de efectuarse después de su muerte y resurrección. El significado espiritual de<br />

sus enseñanzas quedó establecido inequívocamente con la explicación de que únicamente por medio<br />

d<strong>el</strong> Espíritu podrían comprender. "Por eso os he dicho—concluyó—que ninguno puede venir a mí, si<br />

no le fuere dado d<strong>el</strong> Padre."<br />

Muchos lo abandonaron y desde ese día no anduvieron más en pos de El. Fue una ocasión crítica<br />

que surtió <strong>el</strong> efecto de una s<strong>el</strong>ección y separación. Se estaba cumpliendo <strong>el</strong> portentoso<br />

pronunciamiento d<strong>el</strong> Bautista-profeta: "Viene uno más poderoso que yo ... Su aventador está en su<br />

mano, y limpiará su era, y recogerá <strong>el</strong> trigo en su granero, y quemará la paja en fuego que nunca se<br />

apagará." Se estaba agitando <strong>el</strong> aventador y separando mucha de la paja.<br />

Parece que ni aun los Doce pudieron comprender <strong>el</strong> significado más profundo de estas últimas<br />

enseñanzas; pero aunque confusos, ninguno desertó a su Maestro. Sin embargo, la agitación mental de<br />

algunos de <strong>el</strong>los causó que Jesús les preguntara: "¿Queréis acaso iros también vosotros?" Hablando<br />

por sí mismo y sus hermanos, Pedro contestó con sentimiento y convicción: "Señor, ¿a quién iremos?<br />

Tú tienes palabras de vida eterna"/ 1 El espíritu d<strong>el</strong> Santo Apostolado se manifestó en esta confesión.<br />

Aunque no podían entender por completo la doctrina, sabían que Jesús era <strong>el</strong> <strong>Cristo</strong> y le<br />

permanecieron fi<strong>el</strong>es mientras otros se apartaron para internarse en las tenebrosas profundidades de la<br />

apostasía.<br />

Aun cuando Pedro habló por <strong>el</strong> cuerpo apostólico como grupo, uno de <strong>el</strong>los se reb<strong>el</strong>ó en silencio.<br />

El traidor Iscariote, que se encontraba en peor situación que un apóstata declarado, se hallaba presente.<br />

El Señor conocía <strong>el</strong> corazón de este hombre, y dijo: "¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y<br />

uno de vosotros es diablo?" A lo que <strong>el</strong> cronista agrega: "Hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón;<br />

porque éste era <strong>el</strong> que le iba a entregar, y era uno de los doce."<br />

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