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Jesus el Cristo - Cumorah.org

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"Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?" Aqu<strong>el</strong>los a<br />

quienes <strong>el</strong> Señor se estaba dirigiendo habían recibido la luz de Dios; <strong>el</strong> grado de creencia que ya<br />

habían profesado era prueba de <strong>el</strong>lo. Si se desviaban de la gran empresa en que se habían lanzado, se<br />

perdería la luz, y las tinieblas resultantes serían más espesas que aqu<strong>el</strong>las de entre las cuales habían<br />

salido. 6 No debería haber indecisión entre los discípulos. Ninguno de <strong>el</strong>los podía servir a dos señores;<br />

si intentaba hacerlo, sería siervo infi<strong>el</strong> d<strong>el</strong> uno o d<strong>el</strong> otro. Siguió de <strong>el</strong>lo otra profunda generalización:<br />

"No podéis servir a Dios y a las riquezas."<br />

Les fue dicho que confiaran en que <strong>el</strong> Padre les diera lo que necesitasen, sin preocuparse por la<br />

comida, la bebida, la ropa o aun la vida misma, porque todas estas cosas les eran dadas por medios<br />

que <strong>el</strong>los eran incapaces de sujetar. Con la prudencia de un Maestro de maestros, <strong>el</strong> Señor tocó sus<br />

corazones y sus entendimientos citándoles las lecciones de la naturaleza en un lenguaje de tan sencilla<br />

y a la vez potente <strong>el</strong>ocuencia, que ampliar o condensar sólo sería empañar:<br />

"Mirad las aves d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre<br />

C<strong>el</strong>estial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que <strong>el</strong>las? ¿Y quién de vosotros podrá, por<br />

mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por <strong>el</strong> vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad<br />

los lirios d<strong>el</strong> campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su<br />

gloria se vistió así como uno de <strong>el</strong>los."<br />

Se reprobó la debilidad de la fe, haciéndoles recordar que <strong>el</strong> Padre, pendiente aun de la hierba d<strong>el</strong><br />

campo que un día existe y al siguiente se recoge para ser quemada, no se olvidará de cuidar de los<br />

suyos. Por lo que <strong>el</strong> Maestro agregó: "Mas buscad primeramente <strong>el</strong> reino de Dios y su justicia, y todas<br />

estas cosas os serán añadidas."<br />

NUEVA CONDENACIÓN DE LA HIPOCRESÍA.<br />

Los hombres están propensos a juzgar a sus semejantes, a censurar o alabar, sin considerar<br />

debidamente los hechos o las circunstancias. El Maestro rechazó <strong>el</strong> juicio predispuesto o sin<br />

fundamento. "No juzguéis, para que no seáis juzgados", amonestó, porque de acuerdo con lo que uno<br />

use como fundamentó para juzgar a otros, él, a su vez, será juzgado. El hombre que siempre está<br />

presto para corregir las faltas de su hermano, para sacar la paja d<strong>el</strong> ojo de su prójimo a fin de que éste<br />

pueda ver las cosas como su interesado y entremetido amigo quiere que las vea, fue tildado de<br />

hipócrita. ¿Qué era la paja que estorbaba la visión de su prójimo, comparada con la viga que le cubría<br />

su propio ojo? ¿Acaso los siglos que han transcurrido desde los días de <strong>Cristo</strong> hasta nuestra propia<br />

época nos han calmado las ansias de curar la visión defectuosa de aqu<strong>el</strong>los que no pueden o no quieren<br />

aceptar nuestro punto de vista y ver las cosas como nosotros las vemos?<br />

Se amonestó a sus discípulos, algunos de los cuales pronto iban a ejercer su ministerio con la<br />

autoridad d<strong>el</strong> Santo Apostolado, a no esparcir indiscreta e indistintamente las sagradas verdades y<br />

preceptos que les fueran encomendados. Sería su deber discernir los espíritus de aqu<strong>el</strong>los a quienes<br />

trataran de enseñar, e instruirlos con prudencia. Las palabras d<strong>el</strong> Maestro fueron punzantes: "No deis<br />

lo santo a los perros, ni echéis las perlas d<strong>el</strong>ante de los cerdos, no sea que las pisoteen y se vu<strong>el</strong>van y<br />

os despedacen."<br />

PROMESA Y REAFIRMACIÓN.<br />

Siguió la rica promesa de que sus peticiones serían oídas y contestadas. Debían pedir, y recibirían;<br />

habían de llamar a la puerta, y les sería abierto. Ciertamente <strong>el</strong> Padre C<strong>el</strong>estial no podría ser menos<br />

considerado que un padre humano; ¿y cuál de éstos, si su hijo le pidiera pan, le contestaría dándole<br />

una piedra, o una serpiente cuando lo que deseaba era un pescado? Con mayor seguridad derramaría<br />

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