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Jesus el Cristo - Cumorah.org

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intervención más prodigiosa, nada nos es dicho al respecto. Se apartó de los incrédulos nazarenos, y<br />

de allí en ad<strong>el</strong>ante Nazaret nunca más volvió a ser su hogar.<br />

EN CAPERNAUM.<br />

Jesús se encaminó hacia Capernaum, que llegó a ser para El —de todos los sitios de Galilea— lo<br />

más aproximado a una morada. Allí enseñaba, particularmente en los días de reposo, y la gente se<br />

asombraba de su doctrina, pues hablaba con autoridad y poder. En una de estas ocasiones se hallaba en<br />

la sinagoga un hombre que era víctima de posesión y estaba sujeto a los estragos de un espíritu malo o,<br />

como lo expresa tan poderosamente <strong>el</strong> texto, "tenía un espíritu de demonio inmundo". Es significativo<br />

<strong>el</strong> hecho de que este espíritu malo que había adquirido tanto poder sobre <strong>el</strong> hombre, al grado de dictar<br />

sus hechos y palabras, se amedrentó de nuestro Señor y exclamó a gran voz, pero en tono suplicante:<br />

"Déjanos, ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Yo te conozco<br />

quién eres, <strong>el</strong> Santo de Dios." Jesús increpó al espíritu inmundo, mandándole que callara y saliera d<strong>el</strong><br />

hombre. El demonio obedeció al Maestro, y después de traer sobre su víctima un paroxismo violento<br />

pero inofensivo, salió de él. Este milagro aumentó <strong>el</strong> asombro de quienes lo presenciaron, y dijeron:<br />

"¿Qué palabra es ésta, que con autoridad y poder manda a los espíritus inmundos, y salen? Y su fama<br />

se difundía por todos los lugares de los contornos."<br />

La tarde d<strong>el</strong> mismo día, luego que <strong>el</strong> sol se puso, y por tanto, habiendo pasado <strong>el</strong> sábado la gente<br />

se agolpó alrededor de El, llevándole sus amigos y parientes que estaban afligidos, a los cuales Jesús<br />

curó de sus diversas enfermedades, ya fueran de la mente o d<strong>el</strong> cuerpo. Entre los aliviados se hallaban<br />

muchos que habían sido poseídos de demonios, y éstos clamaban, constreñidos a testificar la autoridad<br />

divina d<strong>el</strong> Maestro: "Tú eres <strong>el</strong> Hijo de Dios."<br />

En estas ocasiones, igual que en otras, hallamos que los espíritus malos expresaban por boca de<br />

sus víctimas su conocimiento de que Jesús era <strong>el</strong> <strong>Cristo</strong>; y en todos estos casos <strong>el</strong> Señor los hizo callar<br />

con su palabra, pues no quería esa clase de testimonios para atestiguar su divinidad. Aqu<strong>el</strong>los espíritus<br />

eran los que habían seguido al diablo, miembros de las huestes reb<strong>el</strong>des y derrotadas que habían sido<br />

echadas abajo por <strong>el</strong> poder d<strong>el</strong> mismo Ser cuya autoridad y poder ahora reconocían en medio de su<br />

furia endemoniada. Junto con <strong>el</strong> propio Satanás, su jefe vencido, permanecían incorpóreos, porque a<br />

todos <strong>el</strong>los les fueron negados los privilegios d<strong>el</strong> segundo estado, o sea <strong>el</strong> terrenal; su recuerdo de los<br />

acontecimientos que habían culminado con su expulsión de los ci<strong>el</strong>os era intensificado por la<br />

presencia d<strong>el</strong> <strong>Cristo</strong>, aun cuando se hallaba en un cuerpo de carne.<br />

Muchos escritores modernos han intentado explicar <strong>el</strong> fenómeno de los poseídos por demonios, y<br />

aparte de éstos hallamos que no pocos niegan la posibilidad de que un personaje de espíritu realmente<br />

domine a su víctima. Sin embargo, las Escrituras indican lo contrario en forma explícita. Nuestro<br />

Señor hizo una distinción entre esta forma de aflicción y la mera enfermedad corporal cuando dio<br />

instrucciones a los Doce: "Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera<br />

demonios." En su narración de los sucesos que estamos considerando, <strong>el</strong> evang<strong>el</strong>ista Marcos hace la<br />

misma distinción: "Le trajeron todos los que tenían enfermedades, y a los endemoniados." En varios<br />

casos, cuando increpaba a los demonios, <strong>Cristo</strong> les hablaba como a individuos, completamente aparte<br />

d<strong>el</strong> ser humano afligido; y en una de tales ocasiones ordenó al demonio, diciendo: "Yo te mando, sal<br />

de él, y no entres más en él."<br />

En este asunto, así como en otros, la explicación más sencilla es la verdad pertinente, pues son<br />

inestables las teorías basadas en otro fundamento aparte d<strong>el</strong> de las Escrituras. <strong>Cristo</strong> inequívocamente<br />

r<strong>el</strong>acionó los demonios con Satanás, y lo hizo en forma categórica cuando comentó las nuevas que le<br />

comunicaron los Setenta, a quienes autorizó y envió, los cuales, vu<strong>el</strong>tos, testificaron con gozo que aun<br />

los diablos se habían sujetado a <strong>el</strong>los en su nombre. A estos siervos fi<strong>el</strong>es <strong>el</strong> Señor dijo: "Yo veía a<br />

Satanás caer d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o como un rayo." Los demonios que se posesionan de los cuerpos de los hombres,<br />

dominando su libre albedrío y obligándolos a obedecer los mandatos satánicos, son los áng<strong>el</strong>es<br />

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