APROXIMACIONES A LA OBRA LITERARIA DE JIMÉNEZ URE
«[…] URE, además de ser ese preocupado intelectual, el temido polemista, es también el creador de una mitología curiosísima que, entre la propuesta por un BORGES o CIORAN, tiende a asustar a los espíritus débiles, a los terroristas de tertulia y a cuantos estólidos pululan en nuestros ambientes literarios […]»
(Fernando BÁEZ)
«[…] URE, además de ser ese preocupado intelectual, el temido polemista, es también el creador de una mitología curiosísima que, entre la propuesta por un BORGES o CIORAN, tiende a asustar a los espíritus débiles, a los terroristas de tertulia y a cuantos estólidos pululan en nuestros ambientes literarios […]»
(Fernando BÁEZ)
creador. Así lo podemos observar en cada uno de los volúmenes que comentamos. En Inmaculado, utilizando un humor negro y despiadado, sin salidas posibles, busca lo que denomina «el revés» (p. 08): lo que está detrás. En una de las historias un personaje irrespeta a sus padres, pone de manifiesto lo cobardes que son, considera «[…] que el infortunio conyugal era el precio de mi riqueza […]» (p. 25). U otro dice: «[…] Enloquecido quizá, me zumbé sobre ellos. Entonces me besaron, con infinita ternura, y me invitaron a nadar […]» (p. 25) Constatado esto, el narrador se encamina hacia los niveles superiores de la Conciencia: única que debe dominar nuestros actos, la única forma de «[…] subvertir regímenes de odio, coacción o leyes […]» (p. 27), cosa que es imposible sin un verdadero sentido de la Libertad, sin un pleno dominio de sí mismo. Otro personaje piensa: «[…] El Ser Humano debería tener madurez para no dejarse gobernar por cosa alguna, ente o superstición […]» (p. 33). Se puede pensar que Inmaculado se propone una utopía realizable, si la entendemos en un sentido marcusiano. Subyace aquí la Tesis Anarquista. Entendida tal concepción en su
sentido real, «verdadero». Como un acto dirigido hacia a la creación de la Mansión Humana para el Hombre y la Mujer en la Tierra. No en sentido «libertario» que, en Castellano, como nos enseñó el Padre BARNOLA, […] sólo invoca al destructor de la Libertad y no al Libertador […] (en Noto y Anoto. Academia Venezolana, Caracas, 1985, p. 79). Esta plena vertiente propiamente anarquista -no «anárquica» por desordenada, confusa- no sólo la encontramos en Inmaculado sino que igual está en la esencia de su noveleta Lucífugo: en la cual, de nuevo, nos propone una la Utopía Anarquista, ya que la anécdota transcurre en una ciudad libre donde no existe el Principio de Autoridad, una urbe donde el protagonista «[…] profesaba la idea de un mundo sin leyes, gobiernos ni títulos. Repudiaba a los hombres que hacían de las universidades mercados de febriles certificaciones y amaba el estudio solitario en beneficio de la Humanidad […]». JIMÉNEZ URE no es el único en plantear tales convicciones en la ficción nacional. Son perceptibles también en dos obras de Isaac CHOCRON: La Máxima Felicidad (Monte Ávila, Caracas, 1976, pieza teatral) y en Cincuenta
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sentido real, «verdadero». Como un acto<br />
dirigido hacia a la creación de la Mansión<br />
Humana para el Hombre y la Mujer en la Tierra.<br />
No en sentido «libertario» que, en Castellano,<br />
como nos enseñó el Padre BARNO<strong>LA</strong>, […] sólo<br />
invoca al destructor de la Libertad y no al Libertador<br />
[…] (en Noto y Anoto. Academia Venezolana,<br />
Caracas, 1985, p. 79). Esta plena vertiente<br />
propiamente anarquista -no «anárquica» por<br />
desordenada, confusa- no sólo la encontramos<br />
en Inmaculado sino que igual está en la esencia<br />
de su noveleta Lucífugo: en la cual, de nuevo,<br />
nos propone una la Utopía Anarquista, ya que la<br />
anécdota transcurre en una ciudad libre donde<br />
no existe el Principio de Autoridad, una urbe<br />
donde el protagonista «[…] profesaba la idea de<br />
un mundo sin leyes, gobiernos ni títulos. Repudiaba<br />
a los hombres que hacían de las universidades<br />
mercados de febriles certificaciones y amaba el<br />
estudio solitario en beneficio de la Humanidad […]».<br />
<strong>JIMÉNEZ</strong> <strong>URE</strong> no es el único en plantear tales<br />
convicciones en la ficción nacional. Son<br />
perceptibles también en dos obras de Isaac<br />
CHOCRON: La Máxima Felicidad (Monte Ávila,<br />
Caracas, 1976, pieza teatral) y en Cincuenta