APROXIMACIONES A LA OBRA LITERARIA DE JIMÉNEZ URE
«[…] URE, además de ser ese preocupado intelectual, el temido polemista, es también el creador de una mitología curiosísima que, entre la propuesta por un BORGES o CIORAN, tiende a asustar a los espíritus débiles, a los terroristas de tertulia y a cuantos estólidos pululan en nuestros ambientes literarios […]»
(Fernando BÁEZ)
«[…] URE, además de ser ese preocupado intelectual, el temido polemista, es también el creador de una mitología curiosísima que, entre la propuesta por un BORGES o CIORAN, tiende a asustar a los espíritus débiles, a los terroristas de tertulia y a cuantos estólidos pululan en nuestros ambientes literarios […]»
(Fernando BÁEZ)
escritor funciona trasmutado en sujeto del relato. El abordaje del discurso empieza en la primera línea. El «Yo» sujeto de la ficción abandonó los estudios universitarios que llevaba a cabo en Norteamérica, más inclinado a la Filosofía que la Comunicación Social, e impelido de una vez por la claustrofobia: la inversión del Conductismo y una presunta autosuficiencia. Era el Año 1951. En el avión que lo lleva de regreso a Venezuela piensa en su prima Juddiee con imágenes donde relumbran, explícitamente, las desnudeces de la joven. Tangencia con la que llaman «Realismo», hasta la confesión de la propia respuesta corporal, a esas imágenes voluptuosas. Sobreviene el clímax y recomienza el deseo, pensado como angustia metafísica que precipita la descarga precoz: vuelve el deseo inextinguible, desesperante. El relato sigue en Mérida, donde se entera que Juddiee ha muerto. Detalle lujoso, tal vez simbolista: una esclava trae el té. Luego, en la visita al sepulcro, el desenfreno necrófilo. Vuelve a nuestra memoria aquél «Homenaje a la Necrofilia» que ejecutó Carlos CONTRAMAESTRE bajo El Techo de la Ballena.
En un tiempo virtual más cercano, JIMÉNEZ URE condena a la Moral: así como RIMBAUD manifiesta: «[…] Hoy día sé saludar a la belleza […]». El lector piensa también en el Conde de LAUTREMONT. Y no se trata que señale influencias. La asociación parece impuesta por algunas ferocidades de los relatos. En este joven autor confluyen numerosos antecedentes: de ellos brota su plena originalidad. Sin que obste lo dicho sobre el no-folklorismo del autor, el Mito del Ocioso (pp. 18-19) se sitúa en una población petrolera abandonada. La visión de Tía Juana reverbera con el sol del S. XXI. El solitario personaje de estos enunciados ejecuta un acto onanista, proponiendo la antítesis entre su producción y la del pozo, sugerente, infecunda. De su breve manantial biológico brotan criaturas humanas, rascacielos, automóviles, «smog»: en suma, la cultura industrial del S. XX que éste preciosista abrevia en notas apuntadas sobre una laminilla de oro. Adviértase que el salto se da hacia atrás, mientras el taumaturgo exclama «[…] Saltad, hijos míos: sentencio que seáis mi imagen y semejanza […]». Rescritura de las escrituras.
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En un tiempo virtual más cercano, <strong>JIMÉNEZ</strong><br />
<strong>URE</strong> condena a la Moral: así como RIMBAUD<br />
manifiesta: «[…] Hoy día sé saludar a la belleza<br />
[…]». El lector piensa también en el Conde de<br />
<strong>LA</strong>UTREMONT. Y no se trata que señale<br />
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algunas ferocidades de los relatos. En este joven<br />
autor confluyen numerosos antecedentes: de<br />
ellos brota su plena originalidad.<br />
Sin que obste lo dicho sobre el no-folklorismo<br />
del autor, el Mito del Ocioso (pp. 18-19) se<br />
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La visión de Tía Juana reverbera con el sol del S.<br />
XXI. El solitario personaje de estos enunciados<br />
ejecuta un acto onanista, proponiendo la<br />
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automóviles, «smog»: en suma, la cultura<br />
industrial del S. XX que éste preciosista abrevia<br />
en notas apuntadas sobre una laminilla de oro.<br />
Adviértase que el salto se da hacia atrás,<br />
mientras el taumaturgo exclama «[…] Saltad,<br />
hijos míos: sentencio que seáis mi imagen y<br />
semejanza […]». Rescritura de las escrituras.