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agendas puntual<strong>es</strong> (Jansen, 2011). Como dijimos anteriormente, la movilización popular, entendida<br />

como una demostración masiva de fuerza, puede servir para efectos de facilitar la aprobación de una<br />

determinada política. En <strong>es</strong>e sentido, <strong>el</strong> <strong>populismo</strong> también <strong>es</strong> un <strong>es</strong>tilo de hacer política (Knight, 1998;<br />

Weyland, 2001). ¿Es <strong>es</strong>o correcto? Probablemente no. Una característica <strong>es</strong>encial de la democracia <strong>es</strong> la<br />

existencia de un <strong>es</strong>pacio de d<strong>el</strong>iberación política de los ciudadanos. Ahí impera un sentido de racionalidad<br />

pública, no de pago de favor<strong>es</strong> y retóricas floridas. Este <strong>es</strong>tilo de hacer gobierno contraviene los<br />

ideal<strong>es</strong> democráticos por<strong>que</strong> coopta a la ciudadanía en favor de ciertas coyunturas, y acaba horadando<br />

las mismas institucion<strong>es</strong> <strong>que</strong> protegen a la ciudadanía de la acción d<strong>el</strong> gobernante.<br />

> Una característica <strong>es</strong>encial de la democracia <strong>es</strong> la existencia de un <strong>es</strong>pacio<br />

de d<strong>el</strong>iberación política de los ciudadanos. Ahí impera un sentido de<br />

racionalidad pública, no de pago de favor<strong>es</strong> y retóricas floridas. Este <strong>es</strong>tilo<br />

de hacer gobierno contraviene los ideal<strong>es</strong> democráticos por<strong>que</strong> coopta a la<br />

ciudadanía en favor de ciertas coyunturas, y acaba horadando las mismas<br />

institucion<strong>es</strong> <strong>que</strong> protegen a la ciudadanía de la acción d<strong>el</strong> gobernante. <<br />

¿Qué podemos hacer para hacerle frente? República versus<br />

<strong>populismo</strong><br />

Entonc<strong>es</strong>, si en cualquier democracia encontramos demagogos, ¿cómo hacemos para evitar la demagogia?<br />

O, mejor aún, ¿qué podemos hacer para fortalecer la democracia y no dejarla a la deriva populista?<br />

Para r<strong>es</strong>ponder a <strong>es</strong>tas preguntas tenemos <strong>que</strong> fijar nu<strong>es</strong>tra mirada en uno de los principios más básicos<br />

de la democracia: <strong>el</strong> principio de mayoría, <strong>es</strong>to <strong>es</strong>, la idea de <strong>que</strong> la mayoría decide qué debe hacerse en<br />

una sociedad política democrática.<br />

Las mayorías son un instrumento <strong>que</strong> toda facción política d<strong>es</strong>ea dominar, y de hecho, la bús<strong>que</strong>da de<br />

la mayoría <strong>es</strong> un <strong>el</strong>emento disuasivo de políticas d<strong>es</strong>templadas. Alexis de Toc<strong>que</strong>ville planteaba, en su<br />

<strong>es</strong>tudio de la democracia en Estados Unidos, <strong>que</strong> «las cu<strong>es</strong>tion<strong>es</strong> políticas no pueden plantearse de una<br />

manera tan general y tan absoluta, y todos los partidos <strong>es</strong>tán prontos a reconocer los derechos de la mayoría,<br />

por<strong>que</strong> todos <strong>es</strong>peran poder algún día ejercerlos en su provecho» (Toc<strong>que</strong>ville, 1957, p. 255). Pero,<br />

¿qué pasa cuando la mayoría parece no ser razonable? Eso <strong>es</strong> lo <strong>que</strong> los populistas manejan muy bien.<br />

Su interés de política de masas <strong>es</strong> <strong>que</strong> se demu<strong>es</strong>tre la fuerza <strong>que</strong> tiene su «liderazgo», <strong>es</strong>to puede llevar a<br />

una suerte de tiranía de la mayoría. El mismo de Toc<strong>que</strong>ville ya en su época hacía alusión a <strong>el</strong>la:<br />

Considero como impía y det<strong>es</strong>table la máxima de <strong>que</strong>, en materia de gobierno, la mayoría<br />

de un pueblo tiene <strong>el</strong> derecho a hacerlo todo y, sin embargo, sitúo en la voluntad<br />

de la mayoría <strong>el</strong> origen de todos los poder<strong>es</strong>. ¿Estoy en contradicción conmigo mismo?<br />

(Toc<strong>que</strong>ville, 1957, p. 257).<br />

No, no <strong>es</strong>taba en contradicción. Para de Toc<strong>que</strong>ville era vital <strong>que</strong> <strong>el</strong> ciudadano r<strong>es</strong>petara la posición de<br />

la minoría. Esto era actuar con virtud en la república: «<strong>el</strong> poder moral <strong>que</strong> ejerce cada individuo sobre sí<br />

mismo y <strong>que</strong> previene de violar <strong>el</strong> derecho de los otros» (Goldstein, 1964, p. 39). Para evitar <strong>el</strong> surgimiento<br />

de un líder populista, encarnación de la tiranía de la mayoría, <strong>es</strong> vital <strong>que</strong> exista una ciudadanía <strong>que</strong> r<strong>es</strong>pete<br />

a las minorías y no las vea como enemigas de su propia idea de lo <strong>que</strong> <strong>es</strong> la vida buena. Igualmente,<br />

una forma de impedir <strong>que</strong> la mayoría apabulle a la minoría <strong>es</strong> impidiendo la centralidad de la adminis-<br />

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