Alpe d'Huez nº2

Tom Boonen, Tour of Britain 2006. Foto de Brian Townsley
En la última década ha habido resultados para
todos los gustos, con Boonen en 2006 no podemos
hablar de maldición, más bien todo lo
contrario. A su sucesor en el trono, Paolo Bettini,
tampoco le fue mal ya que el italiano aplacó
la maldición poco después en Lombardía y, tras
una discreta temporada, fue uno de los pocos a
lo largo de la historia en repetir título. Ballan,
Evans y Hushovd no cumplieron las expectativas,
si bien bien el noruego fue capaz de ganar
dos etapas en el tour de manera brillante. Cavendish,
como sprinter, cumplió; Gilbert pasó
un año horrible aunque su temporada 2012
hasta Valkenburg tampoco fue para echar cohetes.
Por último, Rui Costa, el último ganador,
tras una temporada de segundos puestos y golpes
al larguero constantes, no falló en su cita
con Suiza.
Kwiatkowski, "Kiwi" como le conocemos todos
a los que su apellido se nos antoja imposible
de escribir sin mirarlo cinco veces seguidas,
parece que pasa de maldiciones. El corredor de
Etixx ya tiene una victoria con el prologo de
Paris-Niza y los resultados están siendo buenos.
Es pronto para hablar, por supuesto, pero no parece
que el polaco vaya a fallar a los pronósticos.
Hushovd, Ronde van Vlaanderen 2011. Foto de Cindy Trossaert
Por lo tanto, ¿maldiciones? La mentalidad, si no
es todo, es el 80% de este deporte, el psique
puede jugar malas pasadas a los corredores y el
peso del maillot se convierte en insoportable si
los resultados no acompañan.
No obstante, parece que esta maldición es más
bien otra superstición de un deporte lleno de
tópicos y trivialidades. Sino, que se lo digan a
Valverde, corredor con más medallas en los
mundiales, a ver si no quiere un añito de “maldición”
a sus espaldas.
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