Alpe d'Huez nº2

CICLISMO IN T ERNACIONAL
¿ L a m a l d i c i ó n
d e l a r c o i r i s ?
@Sarri_21
A l p e d ’ H u e z N º 2 1 0 / 4 / 2 0 1 5
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Si existe un maillot emblemático en el mundo
del ciclismo, con permiso del amarillo del tour,
es el arcoiris. Blanco impoluto, salpicado con
cinco rayas: azul, roja, negra, amarilla y verde.
Además de ser el más apreciado por los ciclistas
es, también, el considerado más estético y atractivo
por la afición.
La cita por la lucha del arcobaleno se celebra un
domingo de septiembre, la última gran cita del
año si exceptuamos el Giro de Lombardía que,
actualmente, se celebra el domingo siguiente y
que, por norma general, sirve para que el campeón
estrene su maillot. No se trata de un
evento cualquiera, tampoco de una lucha desigual
por las características y especialidades de
cada corredor. Todos aspiran a lucir algún día tan
añorado jersey. Ese domingo de septiembre es
el día del ganador, día de honra y reconocimiento
hasta que acaba la ceremonia del podium.
En ese preciso momento se comienza a
pronosticar en que medida será el campeón golpeado
por la dichosa “maldición del arcoiris”.
Ningún ganador es ajeno a dicho "runrún". No
cumplir con las expectativas en Lombardía ya es
motivo de preocupación y habladurías, sobre
todo, teniendo en cuenta que hasta la temporada
que viene no vas a competir de nuevo. La
maldición se manifiesta en caídas y lesiones
de importancia, inexplicables bajones de
forma, perdida del olfato ganador hasta entonces
apabullante y, en algunos casos como
Bettini en 2006, superando lo deportivo (su hermano
falleció una semana después).
Repasando la historia de la "maldición", podemos
encontrar años en blanco, o muy discretos,
de corredores con el "arcoiris". Sin duda uno de
los más sonados fue el caso de Stephen Roche,
después de un 1987 brillante con giro y tour
incluidos (la triple corona), no fue capaz de
Michał Kwiatkowski, Ponferrada 2014. Foto de Sean Rowe
ganar absolutamente nada en 1988, tras despojarse
del arcoiris, no volvió a aparecer aquel
campeón, victorias de poca entidad si, pero nada
parecido a lo que tenía acostumbrado a la afición.
El actualmente condenado al ostracismo, Lance
Armstrong, también sufrió la citada maldición.
A aquel jovencísimo Lance de 1994 le pudo el
peso del maillot y no cumplió con las expectativas,
maldita o no, el resto de su historia ya la conocemos
de sobra...