Leé acá la entrevista completa, por Gonzalo Chaves - Rolling Stone
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Lucas Menghini Rey<br />
GkH<br />
Yo vi tu<br />
corazon<br />
Antes de morir en <strong>la</strong> tragedia ferroviaria de Once, Lucas era un<br />
artista reve<strong>la</strong>ción deslumbrado <strong>por</strong> el folk y <strong>la</strong> psicodelia, con una<br />
energía expansiva que dejó marcas en todo lo que tuvo alrededor.<br />
<strong>por</strong> gonzalo chaves<br />
Podia cantar<strong>la</strong>s en cualquier lugar, solo, acompañado, en un<br />
baño, arriba de un escenario o en un vagón del tren Sarmiento ante un<br />
público indiferente (como se lo ve en un video en YouTube), pero siempre<br />
que cantaba sus canciones lo hacía con <strong>la</strong> misma intensidad. Sabía<br />
que con el<strong>la</strong>s podía sensibilizar y que ése era su fuerte.<br />
Es sábado 18 de junio de 2011 y Lucas Menghini Rey, “el Chimu”, le hab<strong>la</strong> verborrágicamente<br />
al grabador sobre su propia música, en un local comercial del centro<br />
de Padua reconvertido en sa<strong>la</strong> de ensayo. “Podría caratu<strong>la</strong>rlo como hypnotic-folk”,<br />
dice. “Como una suerte de canción tradicional hipnótica hecha <strong>por</strong> mí.”<br />
Meses antes de morir en <strong>la</strong> tragedia de Once, Chimu ya era el nuevo hijo pródigo<br />
de <strong>la</strong> escena under del oeste bonaerense. Su segundo grupo, Chimeneas (también<br />
tocaba en Sistemática, otra banda, más rockera), tenía apenas cinco temas colgados<br />
del sitio Bandcamp, pero el carisma explosivo y cierto magnetismo un poco<br />
mágico que irradiaba hacía que se hab<strong>la</strong>ra cada vez más de sus shows.<br />
Para esa época, una presentación en vivo de Chimeneas en Casa Frida (una casa<br />
comunitaria en Ituzaingó que, desde hace un tiempo, funciona como enc<strong>la</strong>ve cultural<br />
de esa zona) había dejado todo c<strong>la</strong>ro: para atraer al público, que estaba disperso<br />
en el living y no en <strong>la</strong> pieza –donde estaba el escenario en el que iban a tocar–, Chimu<br />
se paró en el medio de <strong>la</strong> sa<strong>la</strong> e interrumpió el bullicio que acompañaba el fuego del<br />
hogar cantando con su guitarra <strong>la</strong> primera canción del set, “Nueva intención”. Desde<br />
entonces, nadie que estuviera cerca de él pudo dejar de mirarlo.<br />
El día de <strong>la</strong> <strong>entrevista</strong>, en <strong>la</strong> sa<strong>la</strong> de Padua, contaba que le gustaban Beach<br />
House y Fleet Foxes, que Vetiver lo tenía “re f<strong>la</strong>sheado” y que, en cuanto a <strong>la</strong> ex-<br />
Lucas “Chimu” en<br />
Casa Frida, Ituzaingó.<br />
Iba a cumplir 21 años<br />
en mayo.<br />
70 | <strong>Rolling</strong> <strong>Stone</strong> | Abril de 2012 FOTO: Pipy lupindo<br />
Abril de 2012 | <strong>Rolling</strong> <strong>Stone</strong> | 71
Lucas Menghini Rey<br />
5<br />
perimentación (el corazón<br />
de su música), estaba<br />
fuertemente influenciado<br />
<strong>por</strong> Arcade Fire, aunque<br />
estéticamente pareciera<br />
más un fanático del rock<br />
chabón que un moderno<br />
indie-rocker. Por fuera de ese estado de deslumbramiento<br />
musical permanente (el rasgo que más<br />
destacan sus amigos-músicos), en un encuentro<br />
con él quedaba c<strong>la</strong>ro que Chimu no le daba<br />
im<strong>por</strong>tancia a <strong>la</strong> ropa ni a <strong>la</strong>s apariencias. “Me<br />
gusta mucho Arcade Fire”, decía. “Siento que<br />
Chimeneas en algún momento va a pintar para<br />
ese <strong>la</strong>do.”<br />
La <strong>entrevista</strong>, que quedó inédita hasta ahora,<br />
era para <strong>la</strong>s páginas de En Caliente, <strong>la</strong> sección<br />
de <strong>Rolling</strong> <strong>Stone</strong> sobre bandas nuevas. En esa<br />
situación, Chimu –20 años, 1,70 de altura, pelo<br />
rizado y oscuro, sombra de bigote ancho y mirada<br />
pícara– deve<strong>la</strong>ba su intención más profunda<br />
con <strong>la</strong> música. “Es un concepto que sigue estando<br />
muy revuelto en mi cabeza”, decía. “Yo <strong>la</strong> f<strong>la</strong>shée<br />
con Atahualpa Yupanqui también, que decía que<br />
los ritmos del folclore eran <strong>la</strong>tidos de <strong>la</strong> tierra.<br />
Ahora siento que tengo que hacer algo así, como<br />
si fuese <strong>la</strong> respiración de algo muy grande.”<br />
4<br />
2<br />
EN MI VIDA<br />
Chimeneas, <strong>la</strong> banda más personal de Lucas (1), estaba<br />
a punto de salir en <strong>la</strong> sección En Caliente. Abajo con<br />
Sistemática (2), su otro grupo; en Frida Bar (3); a los 2<br />
años, con su primer juguete (4); y con su hija, Paz (5).<br />
La noche anterior a <strong>la</strong> peor tragedia<br />
ferroviaria de <strong>la</strong> historia de <strong>la</strong> ciudad de<br />
Buenos Aires, Chimu había tocado a <strong>la</strong><br />
una de <strong>la</strong> mañana en el corso de Padua con Sistemática.<br />
El día siguiente, ese miércoles 22 de<br />
febrero, cerca de <strong>la</strong>s 7:45 AM, subió al tren en <strong>la</strong><br />
estación de Padua para ir a su trabajo, un callcenter<br />
de Cablevisión y Fibertel en el Microcentro,<br />
donde trabajaba de 9 a 15. “Un trabajo come-vida”,<br />
decía él.<br />
María Luján Rey, su mamá, recuerda: “La<br />
noche anterior, en el corso, el show me resultó<br />
tan prolijo… Se le notaba el ensayo y <strong>la</strong>s horas<br />
de darle y darle. Y tocó como en todos <strong>la</strong>dos, entregando<br />
su alma en <strong>la</strong> canción. Así lo hacía en<br />
cualquier <strong>la</strong>do”.<br />
La madre de Lucas hab<strong>la</strong> sentada en el living<br />
1<br />
3<br />
de Casa Frida <strong>la</strong> tarde del sábado 3 de marzo,<br />
durante un asado entre <strong>la</strong> familia de Lucas y sus<br />
amigos, organizado para homenajearlo p<strong>la</strong>ntando<br />
un roble en el jardín mientras su padre, Paolo<br />
Menghini, toca y canta con una guitarra una de<br />
<strong>la</strong>s canciones de su hijo, “Moscas en rosas”, una de<br />
<strong>la</strong>s pocas que Chimu registró prolijamente (en un<br />
estudio casero) y que después de su muerte parece<br />
haberse convertido en una especie de himno para<br />
los músicos de su zona. En una parte, <strong>la</strong> canción<br />
dice: “Madera noble, roble mi corazón”.<br />
Los amigos adoptaron esa frase para <strong>la</strong>s pancartas<br />
que llevan a todas <strong>la</strong>s marchas para pedir justicia<br />
<strong>por</strong> ese choque que, dadas <strong>la</strong>s responsabilidades<br />
empresariales y estatales, muchos coincidieron en<br />
denominar masacre: “Un amigo nos enseña que lo<br />
que queda es más fuerte que lo que se va”.<br />
María Luján, o Tuti, su madre, es una persona<br />
sumamente espiritual, practicante del budismo<br />
de <strong>la</strong> rama de Nichiren Daishonin. Tiene 40<br />
años y una entereza descomunal para enfrentarse<br />
a <strong>la</strong> muerte de su hijo. “Así como a él lo agarró<br />
<strong>la</strong> tragedia yendo a <strong>la</strong>burar, cumpliendo con su<br />
responsabilidad y sólo con eso, nos dejó <strong>la</strong> tarea<br />
de hacer justicia”, dice en el sillón descuadernado<br />
de <strong>la</strong> casa. “La nobleza de mi hijo y <strong>la</strong> vida que<br />
llevó nos obligan a no despegarnos ni un instante<br />
del objetivo: justicia y responsables.”<br />
Cada vez que el<strong>la</strong> hab<strong>la</strong> de Lucas, de su infancia<br />
y del artista en que se convirtió, su semb<strong>la</strong>nte<br />
se ilumina. Como cuando cuenta el último<br />
diálogo que tuvieron cuando se despidieron<br />
después del show de su hijo, <strong>la</strong> noche anterior a<br />
<strong>la</strong> tragedia, en el corso.<br />
El<strong>la</strong> le dijo: “Te amo”.<br />
Y Chimu le contestó: “Yo también”.<br />
En otra habitacion de <strong>la</strong> casa, federico<br />
chic<strong>la</strong>na (tec<strong>la</strong>dista de Chimeneas y <strong>la</strong> persona<br />
con <strong>la</strong> que Chimu grababa sus canciones)<br />
dice: “Me acuerdo y no lo puedo creer”.<br />
Los dos amigos habían compartido hacía poco<br />
<strong>la</strong> felicidad de descubrir “el cubo”, un pequeño<br />
lugar en el tren que les permitía tomar el Sarmiento<br />
a <strong>la</strong> mañana sin sofocarse <strong>por</strong> <strong>la</strong> presión<br />
de los cuerpos viajando hacinados. Era una cabina<br />
de maquinista en desuso (con capacidad<br />
para dos personas, máximo) que quedaba siempre<br />
entre los primeros vagones y a <strong>la</strong> que se accedía<br />
generalmente sólo <strong>por</strong> <strong>la</strong> ventanil<strong>la</strong>.<br />
“Mil veces le dije que se tenía que bajar en Liniers,<br />
<strong>por</strong>que si no en Once podés quedar del <strong>la</strong>do<br />
que da a <strong>la</strong>s vías y no al andén”, repite Federico<br />
en su habitación de Casa Frida, donde vive. “Pero<br />
él quería ir cómodo hasta el final.”<br />
Ahí viajaba Lucas cuando el tren se estrelló en<br />
Once, <strong>la</strong> mañana del miércoles 22 de febrero.<br />
A <strong>la</strong>s 8:33 AM, <strong>la</strong> formación 3772 del ramal<br />
Sarmiento entró en <strong>la</strong> estación terminal de Once,<br />
y no frenó.<br />
Los frenos neumáticos ubicados antes de que<br />
terminen <strong>la</strong>s vías para un caso de emergencia<br />
como éste no funcionaron, según un informe de<br />
<strong>la</strong> Comisión Nacional de Regu<strong>la</strong>ción del Trans<strong>por</strong>te<br />
(CNRT). Detuvieron <strong>la</strong> formación, que iba a<br />
unos 20 kilómetros <strong>por</strong> hora y llevaba –se estima–<br />
alrededor de 2 mil pasajeros, como si fuesen una<br />
fotos: gentilezas familia menghini rey (chimeneas y bebe lucas), pipy lupindo (chimeneas, sistematica, lucas en frida bar y lucas y paz).<br />
FOTO: archivo <strong>la</strong> nacion<br />
pared de concreto. Los primeros vagones quedaron<br />
incrustados unos con otros, amontonados;<br />
los fuelles que los unen desaparecieron.<br />
El cubo, <strong>la</strong> pequeña cabina donde Lucas viajaba,<br />
se redujo a unos 30 centímetros después de<br />
que se incrustaran aproximadamente 60 centímetros<br />
entre el tercer y el cuarto vagón, según informó<br />
el Ministerio de Seguridad, que el viernes<br />
24 de febrero <strong>la</strong>nzó un comunicado de prensa intentando<br />
desligarse, al mismo tiempo, de <strong>la</strong> evidente<br />
inoperancia para encontrar al último desaparecido<br />
(Lucas fue hal<strong>la</strong>do 57 horas después,<br />
a tres días del accidente) y de <strong>la</strong> responsabilidad<br />
de su muerte, ya que viajaba, decía el comunicado,<br />
en “un lugar vedado a los pasajeros”.<br />
Los familiares y amigos llevaron ade<strong>la</strong>nte su<br />
propia búsqueda, yendo a hospitales públicos,<br />
a clínicas privadas, a <strong>la</strong> morgue judicial. En el<br />
hall central de <strong>la</strong> estación de Once, sus amigos<br />
repartían vo<strong>la</strong>ntes con una foto de su cara, y en<br />
Twitter y Facebook se viralizaban los posteos con<br />
<strong>la</strong> misma foto.<br />
Las horas pasaban, había más de 700 heridos<br />
(con traumatismos de diversa gravedad, amputaciones)<br />
y <strong>la</strong> lista de muertos seguía subiendo<br />
hasta llegar a 50, pero Chimu no aparecía. Su cara<br />
se convirtió en el símbolo del rec<strong>la</strong>mo, y <strong>la</strong> vigilia<br />
montada en <strong>la</strong> estación concentró el dolor y<br />
<strong>la</strong> tensión de esas horas en <strong>la</strong>s que el país lloraba<br />
<strong>por</strong> <strong>la</strong>s vidas perdidas, <strong>por</strong> <strong>la</strong>s familias rotas.<br />
Hasta que el cuerpo apareció. El cadáver de<br />
Lucas, de Chimu, fue el número 51, el último, el<br />
que terminó de detonar <strong>la</strong> bronca (hubo algunos<br />
desmanes en <strong>la</strong> estación) y también fue <strong>la</strong> historia<br />
más mediatizada de <strong>la</strong> tragedia: todavía no<br />
cumplía <strong>la</strong> mayoría de edad, era padre de una<br />
nena, era músico, estaba yendo a trabajar a un<br />
call-center y su papá trabajaba en Canal 7.<br />
Aproximadamente 36 horas después de <strong>la</strong> colisión,<br />
mediante grabaciones de <strong>la</strong>s cámaras de<br />
seguridad de TBA, los rescatistas se dieron cuenta<br />
de que Lucas había subido a <strong>la</strong> cabina del motorman<br />
del cuarto vagón, lo que llevó al equipo<br />
de rescate a inspeccionar de nuevo <strong>la</strong> formación<br />
que todavía estaba en el andén 2.<br />
Ahí era donde le gustaba viajar a Lucas. Y ahí<br />
lo encontraron.<br />
La musica ni siquiera fue una eleccion<br />
para él. “Fue un ser musical desde que<br />
nació, con dos familias de varias generaciones<br />
de músicos”, explica Paolo Menghini, su<br />
padre (editor de video de <strong>la</strong> tevé pública y, en los<br />
90, guitarrista invitado de Sometidos <strong>por</strong> Morgan,<br />
<strong>la</strong> banda de periodistas en <strong>la</strong> que cantaba<br />
Pablo Marchetti, antecedente musical de <strong>la</strong> revista<br />
Barcelona). En medio del torbellino en que se<br />
convirtió su vida <strong>por</strong> esas horas, Paolo fue uno de<br />
los oradores más lúcidos de esta tragedia.<br />
Al promediar los 90, él tenía 25 años y empezaba<br />
a salir con María Luján (entonces, de apenas<br />
21), <strong>la</strong> hermana del asistente de una de <strong>la</strong>s<br />
bandas en <strong>la</strong>s que él tocaba <strong>la</strong> guitarra. Poco después,<br />
el apuro los ponía en <strong>la</strong> iglesia con <strong>la</strong> panza<br />
del quinto mes, cuando el bebé ya patea y puede<br />
determinarse el sexo. Era Lucas. “Llegó cuando<br />
quiso, hizo lo que quiso, llenó de amor todos los<br />
P<strong>la</strong>te, cuando <strong>la</strong> banda presentaba Psycho Circus.<br />
Era abril de 1999, Lucas tenía 7 años, y a<br />
pesar de su corta edad, los padres percibían que<br />
cantaba muy afinado <strong>la</strong>s canciones que le gustaban<br />
de <strong>la</strong> banda.<br />
A los 12 empezó a definir su gusto musical con<br />
los <strong>Rolling</strong> <strong>Stone</strong>s y los grupos nacionales de esa<br />
línea, como Viejas Locas, Las Pastil<strong>la</strong>s del Abuelo<br />
y Jóvenes Pordioseros. En ocasiones, <strong>la</strong> madre lo<br />
cargaba <strong>por</strong>que cantaba igual que Pity Alvarez.<br />
A mediados de 2005, fue a ver a Jóvenes Pordioseros<br />
a Obras: era al primer show al que iba<br />
solo. Ese día Paolo lo dejó en <strong>la</strong> puerta, aunque<br />
transpiraba de los nervios. “Que se haga hombre”,<br />
pensaba. A <strong>la</strong> salida se encontraron sin problemas<br />
y le preguntó cómo le había ido. “Bien,<br />
me encontré con Fachi [Crea], el bajista de Viejas<br />
Locas, y me quedé hab<strong>la</strong>ndo con él”, contestó<br />
Lucas. A fines de ese año, su padre le iba a dar el<br />
mejor regalo de Navidad de su vida: una entrada<br />
para ver a los <strong>Stone</strong>s, que tocaban en febrero<br />
de 2006 en el Monumental.<br />
Mientras Lucas empezaba a componer algunas<br />
de sus primeras canciones <strong>por</strong> un mal de amores,<br />
Paolo se separó y Lucas se quedó a vivir con<br />
él. En realidad, iba y venía entre <strong>la</strong> casa de su<br />
madre y <strong>la</strong> de su padre. Pero <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción padre e<br />
hijo había sido siempre muy estrecha, y durante<br />
este tiempo se acercaron aun más. “Por ahí me<br />
dejaba todos los p<strong>la</strong>tos y vasos para <strong>la</strong>var, <strong>la</strong> he<strong>la</strong>dera<br />
vacía, pero me mostraba <strong>la</strong> canción nueva<br />
que había hecho”, cuenta Paolo. “Todas <strong>la</strong>s canciones<br />
tenían algo especial: una frase, una metáfora,<br />
una reflexión, <strong>la</strong> secuencia de acordes o<br />
cómo estaba armada.”<br />
Sentado en el sillón de Casa Frida junto a su ex<br />
esposa, María Luján, Paolo despliega sobre una<br />
mesita ratona el rompecabezas de Disney que fue<br />
el último regalo de Lucas a su hija, Paz.<br />
Con 16 años y <strong>la</strong> pubertad en pleno estallido,<br />
Lucas fue padre. Paolo y María Luján se acababan<br />
de separar y Lucas se juntaba con “gente de<br />
40 y fumaba dos paquetes de puchos, un desastre”<br />
(según explicaba él mismo en aquel<strong>la</strong> <strong>entrevista</strong><br />
de junio de 2011: de ahí nació su apodo,<br />
Chimu, que deviene de “chimenea”).<br />
En ese momento estaba en plena etapa de rebeldía.<br />
Se rateaba de <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> y se iba hasta<br />
el Hospital Eva Perón, en Merlo, a buscar certificado<br />
médico para no perder <strong>la</strong> falta; y después<br />
iba a desayunar a Frida, que en ese momento<br />
era un bar cerca de <strong>la</strong> estación y no una<br />
casa. Un tiempo después, Lucas iba a empezar<br />
a trabajar en ese bar <strong>por</strong> <strong>la</strong>s noches, y hacerse<br />
amigo de los que paraban ahí, más cercanos a él<br />
en edad y gustos.<br />
Para esa época, <strong>la</strong> música más ligada a su generación<br />
empezó a ser vital para él. Arctic Monkeys,<br />
Goril<strong>la</strong>z y MGMT sonaban en su reproductor,<br />
y él sacaba <strong>la</strong>s canciones en su guitarra para<br />
cantar<strong>la</strong>s.<br />
“Toda esa mezco<strong>la</strong>nza es lo que marcó lo que<br />
era <strong>la</strong> música solista de Lucas. Pasó de Nirvana<br />
a Los Gardelitos, de ahí a MGMT y a lo que se te<br />
ocurra. Mamó veinte estilos musicales distintos<br />
y sacó una música característica de él”, detal<strong>la</strong> su<br />
padre. “Yo le decía: «Hijo, ¿tanto te cuesta poneresPERABAS<br />
EL TREN Once, 22 de febrero, cuando <strong>la</strong><br />
formación no frenó. Lucas viajaba en el cuarto vagón.<br />
lugares habidos y <strong>por</strong> haber, y nos dejó. Hasta<br />
el último segundo, Lucas tuvo esa estrel<strong>la</strong> especial.<br />
Con esa estrel<strong>la</strong> es con <strong>la</strong> que nos quedamos”,<br />
dice ahora.<br />
En ese momento, los recién casados Menghini-Rey<br />
vivían en un departamento en Padua, en<br />
el piso de abajo estaba <strong>la</strong> sa<strong>la</strong> de ensayo de Paolo,<br />
que para Lucas representaba su sa<strong>la</strong> de juegos,<br />
y en el living había una compactera con capacidad<br />
para siete discos en <strong>la</strong> que podían convivir<br />
Nirvana, Jorge Cafrune, Luis Alberto Spinetta y<br />
los Red Hot Chili Peppers.<br />
Sus primeros regalos fueron todos musicales,<br />
como una guitarra chiquita y una batería de<br />
plástico. Las salidas familiares consistían en ir<br />
a ver los shows de <strong>la</strong>s bandas en <strong>la</strong>s que tocaba<br />
su padre. Su madre lo “emponchaba”, lo metía<br />
en el cochecito y ahí iban.<br />
De muy chico fue extrovertido. A los 5 años,<br />
Lucas andaba <strong>por</strong> el barrio visitando a vecinos<br />
que lo invitaban a tomar <strong>la</strong> merienda sin que <strong>la</strong><br />
madre supiera dónde estaba ni quiénes eran, y<br />
les daba char<strong>la</strong> a los ancianos que pasaban <strong>por</strong> <strong>la</strong><br />
puerta de su casa con un “ho<strong>la</strong>, abuelo”.<br />
Se había vuelto rápidamente fanático de Kiss,<br />
y todavía no estaba en primer grado cuando saltaba<br />
<strong>por</strong> <strong>la</strong> casa gritando quipiruwey nau!, su<br />
versión fonética del clásico “Give It Away” de<br />
los Red Hot.<br />
De más grande, también cantaría su propia<br />
versión de <strong>la</strong>s cosas, como cuando sin darse cuenta<br />
hacía un arreglo gracioso en <strong>la</strong> letra de “Mariposa<br />
technicolor”, que le daba tridimensión a<br />
ese tema de Fito Páez. En el estribillo, él cantaba:<br />
“Mariposa de mi cooolor”.<br />
Su primer recital masivo fue Kiss en River<br />
“hago hypnotic<br />
folk”, decia en<br />
una <strong>entrevista</strong><br />
inedita con rs.<br />
“como si fuese<br />
<strong>la</strong> respiracion<br />
de algo muy<br />
grande.”<br />
72 | <strong>Rolling</strong> <strong>Stone</strong> | Abril de 2012 Abril de 2012 | <strong>Rolling</strong> <strong>Stone</strong> | 73
Lucas Menghini Rey<br />
le un estribillo?» Y Lucas me contestaba que<br />
no quería que <strong>la</strong> canción se conozca <strong>por</strong> el<br />
estribillo. Que <strong>la</strong> canción es un todo.”<br />
El ultimo show de chimeneas fue<br />
en El Balcón, una casa de Caste<strong>la</strong>r,<br />
el 18 de febrero pasado. Era una<br />
noche de calor y humedad, y <strong>la</strong>s paredes<br />
transpiraban.<br />
Chimu se había tomado un ácido, y como<br />
<strong>la</strong> gente estaba parada lejos del escenario,<br />
cuando iba a empezar el show, Federico recuerda<br />
que lo vio arrimarse al micrófono y<br />
decir con tono burlón, como de dibujo animado:<br />
“De acuerdo, idiotas, acérquense”.<br />
“Chimu era un chabón que no podía con<br />
todas <strong>la</strong>s ideas que le salían”, dice Fede el día<br />
del asado. Juntos habían p<strong>la</strong>neado sacar un<br />
disco, pero en un año entero apenas habían<br />
conseguido terminar de grabar seis canciones. “Se<br />
deslumbraba con todo, era como un chico; todas<br />
<strong>la</strong>s semanas cambiaba lo que ya habíamos hecho,<br />
y estaba convencido de que lo que iba a salirle<br />
iba a ser mejor todavía”, sigue Fede.<br />
Se habían conocido de manera fortuita. “Para<br />
mí, primero era el Chimu de Sistemática, que<br />
venía a tocar <strong>la</strong> guitarra <strong>acá</strong>, a <strong>la</strong> galería de casa.<br />
Pero después nos hicimos hermanos. Sé que era<br />
consciente de todo el talento que tenía y lo que<br />
generaba en <strong>la</strong> gente que lo rodeaba. Veías algo jug<strong>la</strong>resco<br />
en él mientras caminaba en <strong>la</strong> casa cantando<br />
canciones de Arctic Monkey, Beach House<br />
o Dy<strong>la</strong>n. Era una erupción de creatividad.”<br />
Después Fede hace una pausa, y al final dice:<br />
“Iba directo a <strong>la</strong> fama. No a <strong>la</strong> fama de <strong>la</strong>s revistas<br />
y de <strong>la</strong> televisión, <strong>por</strong>que sabía que eso era<br />
muy difícil. Pero sí a <strong>la</strong> fama de trascender lo que<br />
hacía. El quería que todo el mundo escuchara lo<br />
que tenía para decir”.<br />
El proyecto Chimu & los Chimeneas nació con<br />
canciones que se venían acumu<strong>la</strong>ndo en su cabeza<br />
y en su guitarra. Ya tocaba en Sistemática<br />
desde hacía un par de años, el primer proyecto<br />
serio en el que había participado y con el que estaba<br />
terminando de grabar un EP.<br />
“Chimu iba a ver a Sistemática y era nuestro<br />
único fan”, dice Sebastián Gómez, guitarrista del<br />
grupo. “Lo invitamos a tocar con nosotros y empezó,<br />
y floreció a partir de estar en un grupo, pasándonos<br />
cosas todo el tiempo, escuchando música<br />
sin parar.”<br />
En Sistemática empezó a componer más y más,<br />
y desarrolló una personalidad sonora a pasos acelerados.<br />
Y en un momento empezó a escribir canciones<br />
“bastante personales en el mensaje”, decía<br />
él, y <strong>la</strong>s guardó para Chimeneas, que a diferencia<br />
de Sistemática iba <strong>por</strong> un costado más acústico<br />
y folk, cruzando lo psicodélico de Devendra<br />
Banhart, cierto fraseo de Dy<strong>la</strong>n en el modo de<br />
cantar y estructuras melódicas dinámicas, cercanas<br />
al Miguel Abuelo de “Buen día, día” o al<br />
Tanguito de “Natural”.<br />
Toda <strong>la</strong> obra de Lucas, inconclusa, son tres<br />
temas de Chimeneas grabados en un estudio casero<br />
(“Moscas en rosas”, “Proyectores” y “No necesito<br />
un spa”), un EP de Sistemática para el que<br />
estaba terminando de grabar guitarras y voces,<br />
tomas lo-fi de ambos proyectos, y algunos videos<br />
que circu<strong>la</strong>n en YouTube (el inédito de <strong>la</strong> canción<br />
“Por llegar” directamente estremece), con<br />
Chimu mostrando todo su potencial, que c<strong>la</strong>ramente<br />
no pasaba <strong>por</strong> <strong>la</strong> prolijidad sino <strong>por</strong> <strong>la</strong> característica<br />
expansiva de su energía.<br />
“La vida que<br />
llevo mi hijo<br />
nos obliga a no<br />
despegarnos<br />
del objetivo:<br />
justicia”, dice<br />
Maria Lujan rey,<br />
su madre.<br />
En junio de 2011, cuando lo entreviste<br />
para RS, él mismo pidió que <strong>la</strong> nota quedara<br />
inédita hasta que se editara el disco<br />
de Chimeneas.<br />
Durante <strong>la</strong> <strong>entrevista</strong>, más allá de Arcade Fire,<br />
Beach House y Vetiver, hab<strong>la</strong>ba del folclore, de<br />
su visión personal de <strong>la</strong> música del pueblo. De<br />
<strong>la</strong> música de su casa, de su familia.<br />
Su abuelo, el papá de su mamá, Omar Rey, es<br />
un payador que sólo toca para su familia, en <strong>la</strong>s<br />
reuniones familiares. Y Chimu decía: “Mi abuelo<br />
me ha hecho llorar cinco años seguidos con <strong>la</strong><br />
misma canción, <strong>la</strong> chacarera «Un peón, Segundo<br />
Molina». Me veo a mí en los videos y me parezco<br />
a él, que vivió un montón de tiempo en el<br />
campo, toca <strong>la</strong> guitarra y siempre fue payador.<br />
Estoy muy ligado a esa música, desde el sentimiento<br />
y <strong>la</strong> interpretación. Siento que se parece<br />
mucho a lo que hago. El chabón tocaba en <strong>la</strong> casa<br />
para <strong>la</strong> familia y se emocionaba de una manera<br />
increíble. Eso es <strong>la</strong> posta”, decía Chimu.<br />
La canción que a Chimu lo emocionaba re<strong>la</strong>ta<br />
<strong>la</strong> historia de un peón de campo que trabajó<br />
durante veinte años para su patrón. Hasta que<br />
un día llegó un juez con <strong>la</strong> policía para anoticiarlo<br />
que don Segundo Molina era un desertor<br />
de <strong>la</strong> Marina, y debía servir a <strong>la</strong> Patria.<br />
En <strong>la</strong> canción, el patrón de Molina le responde<br />
al juez:<br />
¿Cómo que no ha servido a <strong>la</strong> patria<br />
mi pión Segundo Molina?<br />
¡Podrá o no ser desertor (de <strong>la</strong> Marina)<br />
d’eso no ando con <strong>por</strong>fías<br />
pero que sirvió a <strong>la</strong> patria<br />
doy fe y me juego <strong>la</strong> vida.<br />
Porque trabaja hace más de veinte años<br />
sin aflojarle ni un día<br />
con el arao, de a caballo,<br />
sin conocer <strong>la</strong> fatiga…<br />
Esa cancion es <strong>la</strong> parabo<strong>la</strong> perfecta”,<br />
asegura Paolo Menghini, el padre<br />
de Lucas, el día que está en Casa Frida<br />
para p<strong>la</strong>ntar un roble para su hijo. Está convencido:<br />
“Quiere decir que no me vengas a contar<br />
que es culpable este tipo, que es inocente”.<br />
Y para remarcarlo, suelta al aire, jurándose<strong>la</strong>s:<br />
“Tomatelás, y que <strong>la</strong> justicia sea <strong>la</strong> que tenga<br />
que ser”.<br />
Exactamente siete dias antes, en <strong>la</strong>s<br />
horas previas a que el cuerpo de Lucas<br />
llegara de <strong>la</strong> morgue para ser ve<strong>la</strong>do en<br />
Casa Frida, <strong>la</strong> madre de Chimu juntó a todos sus<br />
amigos en el living y les dijo: “Quiero que despidamos<br />
a Chimu como él hubiera querido. Que<br />
no haya nada que tenga que ver con un funeral,<br />
salvo <strong>por</strong> el cajón”.<br />
Cuando llegó el cajón, fue ubicado al aire libre,<br />
en el patio, bajo los árboles viejos de <strong>la</strong> casa, que<br />
dan una sombra que no deja crecer el pasto. Sobre<br />
el cajón, sus amigos pusieron <strong>la</strong> mandolina de<br />
Lucas, una remera que había hecho él con una<br />
estampa de una jirafa y su buzo tipo hoodie verde<br />
con dibujos de hojas en un verde más c<strong>la</strong>ro.<br />
La calle fue cortada <strong>por</strong> <strong>la</strong> cantidad de personas<br />
que se acercaron a <strong>la</strong> ceremonia. De forma<br />
improvisada, sus compañeros de banda agarraron<br />
<strong>la</strong>s guitarras y empezaron a cantar los temas de<br />
Chimeneas. Y después Paolo, el papá, tocó “Todas<br />
<strong>la</strong>s hojas son del viento”, “Quedándote o yéndote”<br />
y “Alma de diamante” de Spinetta, y <strong>por</strong> último<br />
“In My Life”, de los Beatles, el tema preferido de<br />
Lucas cuando era chico, dijo su padre, y que él<br />
mismo le enseñó a tocar en <strong>la</strong> guitarra.<br />
La mamá y <strong>la</strong> hermana de Lucas, Lara, también<br />
le ofrecieron música. Junto a unos diez compañeros<br />
de <strong>la</strong> organización de budismo <strong>la</strong>ico de <strong>la</strong> que<br />
son parte cantaron, bajo los árboles, el mantra<br />
budista Daimoku, que consiste en repetir ininterrumpidamente<br />
“Nam-myoho-renge-kyo”, <strong>la</strong> base<br />
del budismo Nichiren. La repetición constante y<br />
coordinada emitió una resonancia profundamente<br />
movilizante, algo que de un modo indirecto<br />
tenía que ver con <strong>la</strong> esencia de <strong>la</strong> búsqueda hipnótica<br />
que Chimu quería para su música.<br />
Mientras tanto, una notebook repetía un loop<br />
de fotos suyas y hacía sonar algunas grabaciones<br />
inéditas junto a sus compañeros de Sistemática,<br />
en <strong>la</strong>s que se lo escucha haciendo música, pero<br />
también chistes, imitando a un payador. Una imagen<br />
reconfortante.<br />
foto: gentileza pipy lupindo<br />
74 | <strong>Rolling</strong> <strong>Stone</strong> | Abril de 2012