Turismo y Desarrollo: herramientas para una mirada crítica - Alba Sud

Ernest Cañada & Jordi Gascón
El éxito de ambas atracciones turísticas, de las que viven los habitantes de Aguas
Calientes, el pueblo antesala del Machu Picchu, y la agencias de viajes de Cuzco,
acabaron por provocar un alarmante deterioro del patrimonio y del espacio natural.
Por suerte, la presión del mundo científico e intelectual peruano e internacional
obligó a las instituciones pertinentes a regular y reducir drásticamente el número
de visitantes. En otros casos, el peligro se encuentra en los mismos programas de
recuperación y preservación del patrimonio.
Así sucede cuando se centra exclusivamente en monumentos concretos, eludiendo
las necesidades de rehabilitación necesarias para mejorar la calidad de vida de los
habitantes. Al final, estos programas acaban siendo limitadores para el desarrollo
turístico. Cuando esto sucede, el turista se convierte en un “ave de paso”, que llega
en su autocar al punto de interés y marcha al poco tiempo, huyendo de una localidad
que carece de las condiciones de habitabilidad mínimas que le podrían animar a
alargar la estancia. Por ello, las políticas de rehabilitación sólo pueden ser exitosas
si encuentran el equilibro entre preservación del patrimonio y la adecuación de
servicios y equipamientos 26 .
61
Los planes de preservación también pueden conllevar riesgos cuando acaban
transformando el lugar en una especie de parque temático, en el que el patrimonio
se convierte en un espectáculo y pierde su valor histórico y testimonial. Son en
estos casos cuando las rehabilitaciones se hacen en base a un arquetipo de belleza
ahistórica o según las necesidades de la industria turística.
De nuevo encontramos un ejemplo de este tipo de agresión al patrimonio en el Perú,
en este caso en la ciudad de Cuzco, antigua capital del Imperio inca. Cusco es uno de
los focos de atracción turística más importantes del subcontinente sudamericano. El
interés por mejorar la imagen de la ciudad ha favorecido rehabilitaciones de edificios,
espacios y muros prehispánicos y coloniales que nada tienen que ver con la realidad.
Las intervenciones se realizan en base a factores estéticos, en ocasiones más que
discutibles, y no a partir de un proceso previo de documentación histórica. Durante
las décadas de 1980 y 1990, las remodelaciones del casco antiguo llenaron sus plazas
de estatuas y fuentes que desfiguraron el aspecto que habían mantenido durante
siglos. También en la década de 1990 se intervino en el templo inca del Qoricancha.
Si bien la rehabilitación permitió la recuperación visual y urbana del edificio, los
arquitectos, en pos de un mayor efecto escenográfico, construyeron nuevos muros
incaicos donde nunca los había habido.
26. Carrión, F. (ed.) Desarrollo cultural y gestión en centros históricos. Quito. FLACSO. 2000