Turismo y Desarrollo: herramientas para una mirada crítica - Alba Sud

Ernest Cañada & Jordi Gascón
Pero a pesar de su importancia, la relación entre turismo y VIH-SIDA no se agota
ahí. Por el contrario, concentrarse únicamente en los riesgos del turismo sexual
puede tener efectos indeseados como el de estigmatizar la actividad turística
asociada a unos determinados destinos, u ocultar otras situaciones de riesgo.
Uno de los factores de riesgo que en los últimos tiempos ha destacado más en
la literatura científica es el de la movilidad poblacional, ya sea motivada por
cuestiones laborales como por ocio; tenga carácter fugaz, temporal o permanente.
La prevención debe abordarse desde el fenómeno de la movilidad poblacional
tomando en cuenta al conjunto de la población que, de forma permanente o
temporal, ocupa un determinado territorio, y no sólo a determinados colectivos,
como los camioneros o las trabajadoras sexuales con las que ellos se relacionan,
muchas veces anatematizados. Esto no sería más que una ampliación del concepto
limitado de grupo de riesgo, clásico en la epidemiología de las ITS. La movilidad
implica tanto a las personas que se desplazan como a las poblaciones que los
reciben, y se refiere tanto a las migraciones como al turismo de todo tipo.
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Por otra parte, la relación entre turismo y sexualidad no sólo, ni necesariamente,
se plantea desde los parámetros del turismo sexual. El turismo está asociado a
la idea de ocio y diversión y, por tanto, a la posibilidad de acceder a contactos
sexuales de carácter esporádico entre iguales, sin que medie una relación
de desigualdad. El riesgo está en que en estos contactos, fuera del contexto
habitual del turista, no se mantengan prácticas de sexo seguro y que la persona,
por la misma situación de novedad y excepcionalidad, relaje sus medidas de
prevención.
La prevención de la epidemia del VIH-SIDA no puede reducirse en la denuncia
del “turismo sexual”, por importante que sea, sino que se debe intervenir en el
conjunto de la actividad turística.
El turismo también es un fenómeno que favorece el cambio de las normas y valores
sociales. En una España aislada social y políticamente bajo el peso de una dictadura
que imponía a la ciudadanía valores muy conservadores y de fuerte raíz religiosa, la
llegada de turistas europeos que invadían la costa mediterránea durante los meses de
verano en los años ’60, con costumbres mucho más abiertas en lo concerniente a las
relaciones hombre-mujer y la comprensión del propio cuerpo, supuso una auténtica
revolución.