Turismo y Desarrollo: herramientas para una mirada crÃtica - Alba Sud
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<strong>Turismo</strong> y <strong>Desarrollo</strong><br />
El turismo internacional se ha convertido, en las últimas décadas, en uno de los<br />
principales factores de interrelación cultural. Viajero y anfitrión tienen la oportunidad<br />
de observar usos y costumbres exóticas. Reciben y procesan, así, <strong>una</strong> información<br />
que puede llevar a cambiar sus normas, valores, costumbres y cultura material.<br />
Si bien los tipos de impacto cultural que puede provocar el turismo son muy diversos,<br />
hay algunos que han suscitado un especial debate e interés. Entre ellos, podemos<br />
destacar su capacidad de consolidar o enfrentar estereotipos, de favorecer procesos<br />
de cambio en las normas y valores sociales, o de revalorizar o dañar el patrimonio.<br />
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La Organización Mundial del <strong>Turismo</strong> ha reivindicado en diversos textos y documentos<br />
su capacidad de romper con los estereotipos culturales. Desde este punto de vista el<br />
turismo, especialmente el internacional, permite a viajeros y anfitriones conocer otras<br />
maneras de vivir, de entender la realidad, de creencias y de costumbres.<br />
Es innegable que el turismo conlleva intercambio de información, incluso cuando no<br />
existe <strong>una</strong> relación oral por las limitaciones del idioma, o el turista queda encerrado<br />
en <strong>una</strong> burbuja cultural como sucede en los viajes organizados o en el caso de los<br />
“resorts todo incluido”, enclaves que ofrecen los servicios de restauración y ocio<br />
necesarios <strong>para</strong> pasar las vacaciones sin tener que salir del recinto hotelero. El<br />
problema es que la información que se transmite puede llegar deformada.<br />
El turista se acerca a los lugares con <strong>una</strong> imagen predefinida de lo que va a encontrar.<br />
Esta imagen es difícil de romper, más cuando muchas veces la población y touroperadores<br />
locales se adaptan a ella <strong>para</strong> asegurar el flujo de turistas. Y a la vez, el<br />
turista aparece muchas veces a ojos del local sólo como un consumidor que cuenta con<br />
capacidad económica y tiempo <strong>para</strong> el ocio; es decir, como <strong>una</strong> fuente de recursos. De<br />
esta manera, unos crean estereotipos de los otros, y cuando les toca interrelacionarse<br />
lo hacen a partir de tópicos preconcebidos.<br />
La difícil situación económica en que entró Cuba tras el fin de la Guerra Fría y<br />
el desarrollo del turismo en la década de 1990, favorecieron el resurgir de la<br />
prostitución como oferta <strong>para</strong> los extranjeros. Una prostitución que, por sus especiales<br />
características, acabó recibiendo denominación propia: “jineterismo”. El gobierno<br />
cubano reaccionó estableciendo duras medidas represivas hacia esta actividad. Esta<br />
política no fue capaz de frenarla, pero sí favoreció la formación de un sector social<br />
marginal que se dedica a la prostitución y a otras trapicherías con los extranjeros.<br />
Ante esta situación, buena parte de la población cubana, especialmente la femenina<br />
y en las zonas más turísticas, rehúye el contacto con los visitantes ante el temor de<br />
ser confundida y tachada de “jinetera”.