Turismo y Desarrollo: herramientas para una mirada crítica - Alba Sud

Ernest Cañada & Jordi Gascón
parte de sus gastos de operación y costos de inversión a cuenta del erario público. E
igual hace con algunos costos derivados de la actividad turística. Así por ejemplo, el
aumento de enfermedades tropicales contraídas por los turistas europeos en destinos
exóticos supone una presión sobre los recursos de los sistemas de salud públicos. O
cada vez más, una parte importante de la labor de las embajadas es prestar servicios
o ayuda a sus ciudadanos de visita en el país.
El desarrollo del turismo permite la modernización de las infraestructuras (mito
3), especialmente las de transporte: carreteras, aeropuertos y puertos. Pero esta
modernización tiene lugar según las prioridades turísticas y no buscando un desarrollo
endógeno y equilibrado con las otras actividades productivas.
Cuando se termina el ciclo de vida de un destino turístico y éste entra en declive
o su modelo de desarrollo se ha de transformar, estas infraestructuras, o parte de
ellas, pueden dejar de tener utilidad o quedar sobredimensionadas. Dejando a un
lado el impacto ecológico que muchas veces estas obras conllevan, este desuso no
tendría mayor importancia si no fuera porque generalmente el capital invertido en
infraestructuras no sale del sector empresarial turístico que obtiene beneficios de
ellos, sino de las arcas públicas.
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En este sentido cabe considerar que, en ocasiones, costosas infraestructuras
construidas con financiación pública acaban siendo usufructuadas sólo por una
minoría. El caso de los puertos deportivos es paradigmático. En mejorar y ampliar el
puerto deportivo de Ala Wai, en el archipiélago de Hawai, el Estado norteamericano
se gastó, a principios de la década de 1970, más de 30.000 dólares por cada nuevo
propietario que pudo anclar su yate en él; en total, unos nueve millones de dólares
(¡de hace más de 30 años!). Estos propietarios, algo menos de 300, representaban el
0.03% de la población total de la isla 7 .
La aparición de población foránea estacional, pero con una importante capacidad
adquisitiva puede hacer aumentar el precio de servicios y productos que antes sólo
usufructuaba la población local. No obstante, esta revalorización de los recursos
autóctonos (mito 4) se materializa muchas veces en procesos inflacionarios.
Recursos naturales como la tierra o el agua son susceptibles de padecer este tipo de
proceso. Es indiscutible que un sector propietario de tierras bien situadas para el
desarrollo turístico puede obtener pingües beneficios del aumento del precio del suelo.
7. Kelly, J. “Turismo, enajenación de la tierra y control extranjero en Hawai”, en F. JURDAO
(comp.) Los Mitos del Turismo. Madrid. Endymion. 1992