Turismo y Desarrollo: herramientas para una mirada crítica - Alba Sud

Ernest Cañada & Jordi Gascón
se instala en su camarote y ya no tiene que tocar las maletas hasta que termina el
crucero, unos cuantos días después. Cada día podrá realizar una excursión, visitar
alguna ciudad o permanecer a bordo para regresar, por la noche, a su habitación en
esta especie de hotel ambulante que es el crucero. Si el viajero prefiere quedarse
a bordo, las posibilidades son también numerosas: clases de baile, competiciones
deportivas… Un numeroso y activo grupo de animadores se encarga de que la fiesta
no decaiga.
Pero no es oro todo lo que reluce. Si bien las tarifas del crucero suelen ser bastante
ajustadas, cada excursión es un extra que hay que pagar aparte, y no son precisamente
baratas. Las bebidas son extra, la asistencia médica también debe pagarse aparte, las
propinas al final del crucero son prácticamente obligadas.
Además está la trastienda del barco. Las condiciones de trabajo de buena parte de la
tripulación son extremadamente duras. Jornadas de 12 horas, apenas unas horas de
descanso a la semana. Tal vez por ello, muchos de quienes realizan los trabajos que
no se ven son inmigrantes de diversa procedencia.
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Cuestiones para la reflexión en grupo:
• ¿Cuáles son los atractivos de los cruceros para los turistas? ¿Por qué algunos se
sienten defraudados?
• ¿Por qué resulta tan lucrativo el negocio de los cruceros para sus propietarios?
¿Dónde está la clave del éxito?
• ¿Cómo son las condiciones laborales de los trabajadores del crucero?
• ¿Por qué hay tantos inmigrantes entre los trabajadores empleados?