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Turismo y Desarrollo: herramientas para una mirada crítica - Alba Sud

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<strong>Turismo</strong> y <strong>Desarrollo</strong><br />

Esta primera parte del film (que supone aproximadamente la mitad de su duración)<br />

es la que más nos interesa. En ella se muestran los riesgos que supone depender del<br />

turismo como principal o único motor de desarrollo económico.<br />

148<br />

Después del primer ataque, el alcalde le dice al jefe de policía, quien había decidido<br />

cerrar las playas, lo siguiente: “Amity es <strong>una</strong> ciudad de veraneo. Los veraneantes<br />

dejan muchos dólares. Si no pueden bañarse aquí, entonces irán a las playas de Cap<br />

Host, Long Island, …”. Y trata de convencerlos de que lo que ha destrozado a la joven<br />

puede haber sido <strong>una</strong> hélice. El mismo forense, que inicialmente había certificado<br />

que la causa de la muerte había sido el ataque de un tiburón, rectifica después,<br />

presionado por el alcalde, y confirma esa hipótesis. El miedo que lleva al alcalde a<br />

actuar de este modo es compartido por toda la población, que directa o indirectamente<br />

vive del turismo. Esto se ve especialmente después del segundo ataque del tiburón,<br />

en la reunión a puerta cerrada de <strong>una</strong> especie de consejo de la localidad formado por<br />

el alcalde, el jefe de policía y <strong>una</strong> representación de la ciudadanía. Esta reunión es,<br />

posiblemente, la secuencia más interesante de la película. Negando lo que es obvio, la<br />

propietaria del hotel intenta convencer a todos que no está confirmado que el causante<br />

de los ataques sea un tiburón. Cuando el jefe de la policía impone el cierre cautelar<br />

de la playa, los representantes de la ciudadanía se muestran contrariados por <strong>una</strong><br />

decisión que consideran exagerada. En la misma reunión se explicita la dependencia<br />

de Amity con el turismo, por boca de un reconocido cazador de tiburones que ofrece<br />

sus servicios por <strong>una</strong> cifra considerable: “Capturar y matar (al tiburón) les costaré<br />

10.000 dólares. Así que decidan ustedes. Si acceden, seguirán vivos haciendo su<br />

agosto. Sino en invierno vivirán de la asistencia social”.<br />

También es interesando lo que el alcalde le dice a uno de sus colaboradores, poco<br />

antes de la secuencia de la reunión y después del segundo ataque: “Yo me encargo<br />

que el periódico publique la noticia disimulada entre los anuncios de las últimas<br />

páginas”. Más tarde será este mismo colaborador, que actúa como responsable de<br />

comunicación en la alcaldía, el que escampará la noticia de la captura del tiburón<br />

asesino y de que el peligro ha pasado después de la caza del inofensivo tiburón tigre.<br />

Sin embargo el alcalde sabe bien que el tiburón cazado no es el asesino, pero ante el<br />

temor de <strong>una</strong> crisis económica niega las pruebas que se le presentan y ordena abrir<br />

las playas.<br />

Aún después del tercer ataque, su principal preocupación será el impacto que todo<br />

esto tendrá en la economía de la localidad y si, al menos, se podrá salvar <strong>una</strong> parte de<br />

la temporada. Pero todo es inútil. Como le dice el jefe de policía, <strong>para</strong> la gente Amity<br />

se ha convertido en “Ciudad Tiburón”. Amity tendrá que hacer frente a <strong>una</strong> grave<br />

crisis del sector turístico, del cual depende económicamente.

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