Turismo y Desarrollo: herramientas para una mirada crÃtica - Alba Sud
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Ernest Cañada & Jordi Gascón<br />
Texto 4: El Plan Hidrológico Nacional: turismo y trasvase de agua<br />
A principios del 2002, Greenpeace denunció que el Plan Hidrológico Nacional<br />
(PHN), aprobado por el gobierno del Partido Popular (conservador) el año anterior<br />
(Ley 10/2001), iba a permitir la construcción de 66 nuevos campos de golf en el<br />
sudeste español, aun cuando el Ministerio de Medio Ambiente aseguraba que el agua<br />
del trasvase no se destinaría a este fin.<br />
El PHN partía de dos premisas. Por un lado, que el agua en España está distribuida de<br />
manera muy irregular: mientras que las lluvias se concentran en el norte (la España<br />
húmeda) y superan sus necesidades, en el resto (la España seca) son irregulares e<br />
insuficientes. Por el otro, que están mal gestionadas. Con esta perspectiva, el PHN<br />
favorecía el trasvase de agua entre cuencas fluviales, la construcción de nuevos<br />
embalses, la reforestación de cuencas, la mejora de regadíos y la aplicación de<br />
prácticas de optimización del uso del agua. El elemento más conflictivo del PHN fue<br />
la propuesta de trasvase de más de 1.000 hectómetros cúbicos anuales de agua del<br />
río Ebro a las cuencas levantinas. Aun cuando el Gobierno español aseguraba que<br />
este trasvase era posible sin poner en riesgo el ecosistema de la cuenca, la mayoría<br />
de científicos y organizaciones ecologistas aseguraban que <strong>una</strong> acción como ésta<br />
suponía la muerte de su extenso y frágil delta. El trasvase conllevaba, también, la<br />
construcción de nuevas presas en la Cordillera pirenaica, de la que el Ebro se nutre,<br />
y la consiguiente inundación de valles de gran valor medioambiental y social.<br />
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Este conflicto acabó enfrentando diferentes territorios del Estado. Por un lado, la<br />
Comunidad Valenciana y Murcia, supuestos beneficiarios del trasvase, lo apoyaban,<br />
con el discurso que era necesario <strong>para</strong> el desarrollo del Levante español. Por otro,<br />
Catalunya y Aragón, territorios de donde procedía el agua y que iban a recibir el<br />
impacto medioambiental de la obra, se oponían, arguyendo que el trasvase sólo<br />
serviría <strong>para</strong> mantener un desarrollo insostenible basado en la agricultura intensiva<br />
y el turismo.<br />
Así, Greepeace calculaba que si un campo de golf demanda aproximadamente 1.500<br />
litros de agua por metro cuadrado y año, y la extensión media de estos campos es de<br />
50 hectáreas, las necesidades hídricas de los 66 que se pensaban crear se situaban<br />
en torno a los 750.000 metros cúbicos. Y eso sin contar con las necesidades de<br />
las nuevas urbanizaciones de segundas residencias y complejos hoteleros que las<br />
acompañaban. Y sin contar tampoco con el crecimiento que esa agua permitiría de<br />
los enclaves turísticos de la costa levantina. En pocas palabras: el PHN y el trasvase<br />
del Ebro suponía impactos medioambientales muy graves <strong>para</strong> satisfacer actividades<br />
recreativas que enriquecerían sólo a <strong>una</strong> minoría.