Revista2015.pdf
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SEMANA SANTA 2015<br />
LA LLAVE DEL PREGÓN<br />
Señor Vicario de Mérida-Tierra de Barros, Sr.<br />
Arcipreste, Sr. Dean de la Concatedral de Santa<br />
María, Sr. Concejal-Delegado de la Semana<br />
Santa, Señor Presidente de la Junta de Cofradías,<br />
con permiso, Señor Presidente de la Junta de<br />
Cofradías en el momento de mi designación como<br />
pregonero, amigo y Hermano Agustín Velázquez,<br />
Hermanos Mayores, miembros de la Junta de<br />
Cofradías, cofrades, amigos, hermanos.<br />
Antes de comenzar, agradecer a mi presentador,<br />
mi hermano Luis Villarino, las palabras que,<br />
salidas de lo más profundo de su corazón, han<br />
servido de presentación a este pregonero. Sabes,<br />
Luis, que el cariño y el afecto es mutuo y que a las<br />
cosas del corazón, nadie puede ponerle puertas.<br />
El momento en el que te encargan pronunciar<br />
el Pregón de tu Semana Santa, supone un antes y<br />
un después en la vida de un cofrade. Veréis, yo<br />
siempre he mantenido, y mantengo, que todo<br />
cofrade, todo buen cofrade, tiene escrito su<br />
pregón… al menos mentalmente.<br />
Pero todas las cosas que has ido guardando a<br />
lo largo de los años en ese pregón imaginario, se<br />
esfuman en ese momento. Se produce un<br />
reseteado total de la memoria y, de repente, te<br />
encuentras ante la pantalla blanca del ordenador<br />
sin saber cómo poner el pregón en la calle.<br />
Y es que, decidme hermanos, ¿Qué os cuento<br />
que no os haya contado? Podría hablar de un<br />
Domingo radiante de palmas, trigo y Patrocinio,<br />
del gracioso cortejo de los infantiles irrumpiendo<br />
en la Plaza de España. Podría contaros la emoción<br />
del Lunes Santo cautiva e injuriada o un Martes<br />
de barrios, desde San Juan al Calvario, fijándonos<br />
en el talón del Nazareno de Pineda.<br />
Podría volver a deciros que Cristo une las dos<br />
orillas en un Miércoles de Encuentro y Vía Crucis<br />
o como el Jueves Santo, sin solución de<br />
continuidad, la Semana Santa se nos va entre<br />
olivos de traición y la muerte, que ya es vida, del<br />
Cristo de los Remedios o unos ojos verdes que nos<br />
anuncian la Esperanza y que se funde en un<br />
Viernes cuya madrugada nos deja aullidos en la<br />
Ermita de Calvario que rasgan el silencio. Podría<br />
centrarme en un Viernes Santo roto por la lluvia,<br />
salvado por la Soledad de María en Francisco<br />
Almaraz o la jubilosa jornada del Sábado en el<br />
que el portentoso Resucitado de Zancada nos<br />
muestra que, un año más, esto tiene sentido.<br />
MÉRIDA<br />
Podría hablar de impresionantes chicotás<br />
costaleras, de momentos emotivos vividos en esa<br />
esquina imposible de la calle Berzocana, o la<br />
impresionante bajada de la Cena por José Ramón<br />
Mélida… podría, podría.<br />
En fin, de momento, para los que buscan en el<br />
pregón a su cofradía, todo estaría correcto. “Si<br />
nombras a uno, los nombras a todos” me dicen<br />
los que, conociéndome, saben de mis devociones.<br />
¿Por dónde tirar entonces? ¿Cuál es la llave que<br />
abre la puerta misteriosa que deba desarrollar las<br />
líneas del pregón? De repente un mensaje de<br />
whatsapp: “cuenta lo que ves”. Por ello, y sobre esa<br />
base, empecé a dar forma a este pregón sintiéndome<br />
preso de mis propias limitaciones.<br />
EL PATRIMONIO DE LOS SENTIDOS<br />
La Semana Santa no se puede definir con<br />
palabras: hay que vivirla, sentirla. Sin olvidar que<br />
conmemoramos la Pasión, Muerte y Resurrección<br />
de Jesucristo, ni que somos continuadores de una<br />
tradición que ha ido pasando de generación en<br />
generación en la Fe de un Cristo Vivo.<br />
Tampoco puede definirse de una manera objetiva,<br />
hay tantas como cofrades. Es patrimonio de los<br />
sentimientos, y éstos son patrimonio del alma y,<br />
como diría Don Pedro Crespo, Alcalde de Zalamea,<br />
“el alma sólo es de Dios”. Es por ello por lo que, para<br />
el pregonero, resulta complicado hablar de nuestra<br />
Semana Santa de una manera objetiva.<br />
La Semana Santa se puede vivir de muchas<br />
formas. La que se disfruta viendo procesiones en<br />
esta o aquella esquina, en el callejón “donde me ha<br />
dicho el director de la banda que van a tocar Caridad del<br />
Guadalquivir y el palio va a pasar rozando los balcones”<br />
(vamos..., la misma estampa de todos los años).<br />
Sí. Esa que disfrutan los jartibles, aquellos que,<br />
nada más pasar el Domingo de Resurrección, ya<br />
están pensando en un nuevo Domingo de<br />
Ramos. Que no se cansan de visionar vídeos,<br />
escuchar marchas, esperar los estrenos de<br />
bandas y agrupaciones punteras y que se<br />
pierden en interminables tertulias de copas de<br />
balón y nubes de incienso.<br />
Por otro lado, está la Semana Santa interior de<br />
cada uno, en la que el mensaje de Jesús cala en el<br />
corazón. Cristo nos busca en su Pasión y lo<br />
encontramos.<br />
Por último, y la más importante, la Semana<br />
Santa en la Iglesia, participando de los Oficios del