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MÉRIDA SEMANA SANTA 2015<br />
59<br />
Orgullosa de educar<br />
en ‘Cofrade’<br />
ANA ISABEL GAVIRO GÓMEZ. PERIODISTA Y HERMANA DE LA REAL HERMANDAD Y COFRADÍA INFANTIL<br />
Debo confesar que la tarea de ser madre,<br />
EDUCAR, trabajar fuera de casa y tener<br />
una proyección cristiana en todos los<br />
ámbitos de la vida nunca había formado parte de<br />
mis reflexiones de una manera tan consciente<br />
como lo ha hecho en los últimos días.<br />
Nunca antes me había planteado cómo se estaban<br />
reflejando todos estos roles en mi familia,<br />
particularmente, en mis hijos. Era algo asumido<br />
como natural, sin<br />
pararme a pensar<br />
en ello. Entendía<br />
que era salido del<br />
corazón sin racionalizar<br />
–dicen los que<br />
saben que esta actitud<br />
es naturalmente<br />
buena- y que podría<br />
estar haciéndolo<br />
mejor o peor, pero<br />
sobre todo, lo hacía<br />
de la mejor manera<br />
que sé y con el<br />
mayor de los cariños<br />
hacía los míos y<br />
hacía mí misma.<br />
Y como les digo…la cuestión –compaginar la<br />
vida profesional, familiar, personal con unos valores<br />
y unas creencias religiosas- ha pasado casi sin<br />
darme cuenta a convertirse en el centro de mis<br />
pensamientos desde el último Miércoles de Ceniza.<br />
Sí… lo reconozco hace apenas, y tan sólo,<br />
dos semanas.<br />
La ‘culpa’ la tiene un señor que no conozco,<br />
que es profesor en un centro educativo emeritense<br />
y que el día de autos se despachó antes sus alumnos<br />
refiriéndose al mundo cofrade y los que ‘sacan<br />
pasos’ como -permítanme que lo reproduzca tal<br />
cual- unos gilipollas.<br />
Desde entonces la palabrita –y todo lo que<br />
conlleva el hecho de que haya sido pronunciada<br />
por un ‘educador’ en una clase- no deja de<br />
asomarse una y otra vez a mis pensamientos.<br />
Tengo que reconocerles que nunca he prestado<br />
atención a esas personas que no muestran el más<br />
mínimo respeto a los que ni son como ellos, ni<br />
piensan como ellos.<br />
Siempre he<br />
considerado que<br />
individuos de ese<br />
calado no merecen<br />
ni un minuto de<br />
atención por mi<br />
parte; que ya la vida<br />
devuelve lo que das y<br />
que, con el paso del<br />
tiempo, alguna vez,<br />
esas personas se<br />
encontraran<br />
llevando la<br />
penitencia de su<br />
pecado.<br />
Pero ahora no.<br />
Algo ha cambiado en mí desde el mismo momento<br />
que, entre uno de esos alumnos, situé a mi<br />
hijo. Podría haberlo sido. Me imagino cual hubiera<br />
sido su cara de asombro por la bravuconería<br />
del profesor, por el entorno en el que había sido<br />
pronunciada, por el insulto recibido…porque si<br />
algo tiene mi hijo claro es que es cristiano, cofrade<br />
y que sacará pasos dentro de no mucho tiempo.<br />
También me imagino su reacción: el insulto<br />
recibido, como en las afrentas de antaño, no<br />
quedaría impune y muy probablemente hubiera