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MÉRIDA SEMANA SANTA 2015<br />
35<br />
VIVENCIAS DE<br />
SEMANA SANTA<br />
JUAN CASCOS. DEAN DE LA CONCATEDRAL DE SANTA MARÍA<br />
Cae la tarde, los labradores regresan del<br />
campo, unos montados en sus jumentos<br />
y otros a pie, la campana de la pequeña<br />
ermita de los mártires nos invita al quinario y<br />
nos abre sus puertas cerradas durante todo el<br />
año a excepción de la semana de pasión.<br />
En aquella pequeña iglesia están los pasos<br />
que saldrán durante la Semana Santa por el<br />
pueblo y servirán de inspiración al predicador<br />
para los sermones. Un padre jesuita, subido al<br />
púlpito, nos recuerda y actualiza los hechos<br />
ocurridos en la primera Semana Santa, y nos<br />
invita con todo género de ejemplos a la<br />
conversión.<br />
La iglesia está llena y no sólo de personas<br />
mayores sino también de jóvenes y de niños.<br />
Éstos, apiñados, tenemos nuestro lugar<br />
reservado en el suelo del presbiterio.<br />
Visto con la perspectiva de ahora me parece<br />
casi imposible que niños de diez y doce años<br />
escuchásemos, con intensa atención, la<br />
predicación del sacerdote durante más de media<br />
hora y, así, los cinco días del quinario.<br />
Personalmente puedo decir que a mi me<br />
hicieron mucho bien. Me enseñaron a<br />
proponerme puntos de lucha y superación y fue,<br />
tal vez, una de las cosas que más me animaron<br />
para irme después al Seminario.<br />
¡Con cuánto fervor acudía los viernes de<br />
cuaresma al vía crucis!<br />
Medio pueblo acompañaba por las calles la<br />
imagen del crucificado que llevaban los vecinos<br />
con dos faroles encendidos a cada lado. En cada<br />
estación cantábamos las letrillas de un vía crucis<br />
que me ayudaba a hacer oración y a amar a<br />
Jesús, y que volví a encontrar cuando vine a la<br />
Parroquia de San Juan y aún cantamos los<br />
viernes de cuaresma.<br />
La Semana Santa es de las cosas que más<br />
recuerdo de mi niñez y que mayor bien me hizo,<br />
orientando mi vida hacia la vocación sacerdotal.<br />
Por eso creo que hemos de cuidar con esmero la<br />
religiosidad popular, porque son las<br />
manifestaciones de una fe que se lleva dentro,<br />
que hay que orientar y purificar con una buena<br />
formación, pero que de ninguna manera<br />
podemos menospreciar.<br />
¡Cuántas veces he visto llorar a personas<br />
jóvenes y mayores ante el paso de un Cristo o de<br />
una imagen de María Santísima! ¡Cuántos<br />
muchachos después de tantas horas debajo de<br />
un paso, después de un duro sacrificio, salen<br />
pletóricos de alegría cuando terminan el<br />
recorrido! aunque tal vez no asomen por la<br />
iglesia. En su interior hay algo, un sentimiento<br />
religioso, un amor tal vez a su Cristo o a la<br />
advocación de su virgen.<br />
En nosotros sacerdotes y cristianos más<br />
formados está el saber descubrir como orientar<br />
ese sentimiento noble que hay en muchas de<br />
nuestras gentes y darles una formación más<br />
acorde con los nuevos tiempos donde ya no sirve<br />
la fe del carbonero para esta generación<br />
racionalista y laica.<br />
Éste ha de ser nuestro reto para el año de la<br />
fe, así se harán realidad las palabras de las<br />
Sagradas Escrituras:”La caña cascada no se<br />
quebrará y el pábilo vacilante no se apagará”