Estilo de vida y arquitectura de consumo emulativo - Topofilia

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20.03.2015 Views

entrevistas fueron más o menos constantes y en el siguiente orden de preferencia: 1. Por seguridad / tranquilidad / los hijos; 2. Por ubicación / plusvalía; 3. porque gustó la casa o el fraccionamiento y 4. por exclusividad / privacidad. Las entrevistas –tanto a residentes como a especialistas- se estructuraron utilizando las variables estudiadas por Blakely y Snyder en el caso estadounidense, a saber, la homogeneidad, la seguridad, el prestigio y el estilo de vida. En los siguientes párrafos se esclarece el tópico de la preferencia del fraccionamiento cerrado en relación a las variables anteriores. Las tres respuestas más frecuentes “por seguridad”, “por tranquilidad” y “por los hijos” o “la familia” se entrelazaban constantemente a una connotación de seguridad que poco tenía que ver la ausencia de delitos dentro del fraccionamiento cerrado –algunos habían sido víctimas- o con la presencia de los mismos en su antigua residencia –un fraccionamiento abierto. Tampoco la percepción hacia la ciudad se volcaba sobre esta situación. Antes bien, la seguridad del fraccionamiento cerrado se medía en términos del bajo tráfico –vehicular y de extraños-, de ahí que la seguridad se vinculara directamente a la tranquilidad y a los niños, “que los niños pudieran jugar en la calle” fue un factor importante para elegir el fraccionamiento cerrado sobre uno abierto. La calle, sin importar el tipo económico del fraccionamiento es el espacio común sobre el que se establecen la mayoría de las relaciones sociales dentro del fraccionamiento cerrado. La segunda connotación de seguridad tiene que ver con las relaciones sociales entre iguales, es decir, con la homogeneidad social. El residente del fraccionamiento cerrado espera conductas distintas a las que se generan en el fraccionamiento abierto, de ahí que se hayan mostrado positivos y hasta orgullosos de contar con reglamentos internos de conducta (trascendencia normativa de el estilo de vida) y con vecinos que “son gente 186

trabajadora”, “gente con cultura”, “profesionistas realizados” o “familias honorables” (trascendencia ética del estilo de vida). De acuerdo a la muestra obtenida, la mayor parte de los residentes del fraccionamiento cerrado engruesa las filas de una clase media en ascendencia que valora la homogeneidad social, ya que ésta ayuda a conformar redes sociales que fungen como estrategias con miras a futuro . En este punto conviene mencionar un resultado inesperado de la investigación. Las más de las entrevistas dejaron entrever que existe una fuerte añoranza por las relaciones sociales estrechas que muchos de los residentes tuvieron en los lugares donde crecieron. El fraccionamiento cerrado se presenta ante estas personas como una opción para integrarse y conformar una comunidad. Ciertamente, una “comunidad” que se condena así misma frente a la fuerte exclusión de los de fuera y de muchos de los propios residentes. Los fraccionamientos cerrados, sobre todo aquellos que cuentan con cientos y hasta miles de viviendas, se ven condenados a una paradoja. El propio diseño; la zonificación por tipo de crédito o costo de la vivienda; la concentración de equipamientos comerciales, deportivos, y áreas verdes siempre más cercanos a las viviendas de mayor costos; las asociaciones de vecinos impositivas y con poca representatividad; el pago obligatorio a las hipotecarias por los servicios de mantenimiento que el propio municipio debiera sufragar, etc. son sólo algunos puntos que ejemplifican las debilidades de una comunidad que le da la espalda a sus propios miembros. Una comunidad que en el fondo sólo resulta un mito. Para estos casos, de fraccionamientos con centenares de viviendas y miles de habitantes, el diseño restrictivo y con usos de suelo tan rígidos dificulta la convivencia y la interacción social. Por eso la calle continua siendo el elemento de interacción por excelencia -donde los niños juegan, donde los adultos platican-, el más custodiado –con rejas, con topes pera reducir la velocidad. Es también un elemento del diseño urbano que se 187

trabajadora”, “gente con cultura”, “profesionistas realizados” o “familias honorables”<br />

(trascen<strong>de</strong>ncia ética <strong>de</strong>l estilo <strong>de</strong> <strong>vida</strong>). De acuerdo a la muestra obtenida, la mayor parte<br />

<strong>de</strong> los resi<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong>l fraccionamiento cerrado engruesa las filas <strong>de</strong> una clase media en<br />

ascen<strong>de</strong>ncia que valora la homogeneidad social, ya que ésta ayuda a conformar re<strong>de</strong>s<br />

sociales que fungen como estrategias con miras a futuro .<br />

En este punto conviene mencionar un resultado inesperado <strong>de</strong> la investigación. Las<br />

más <strong>de</strong> las entrevistas <strong>de</strong>jaron entrever que existe una fuerte añoranza por las relaciones<br />

sociales estrechas que muchos <strong>de</strong> los resi<strong>de</strong>ntes tuvieron en los lugares don<strong>de</strong> crecieron. El<br />

fraccionamiento cerrado se presenta ante estas personas como una opción para integrarse y<br />

conformar una comunidad. Ciertamente, una “comunidad” que se con<strong>de</strong>na así misma frente<br />

a la fuerte exclusión <strong>de</strong> los <strong>de</strong> fuera y <strong>de</strong> muchos <strong>de</strong> los propios resi<strong>de</strong>ntes. Los<br />

fraccionamientos cerrados, sobre todo aquellos que cuentan con cientos y hasta miles <strong>de</strong><br />

viviendas, se ven con<strong>de</strong>nados a una paradoja. El propio diseño; la zonificación por tipo <strong>de</strong><br />

crédito o costo <strong>de</strong> la vivienda; la concentración <strong>de</strong> equipamientos comerciales, <strong>de</strong>portivos,<br />

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vecinos impositivas y con poca representati<strong>vida</strong>d; el pago obligatorio a las hipotecarias por<br />

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sus propios miembros. Una comunidad que en el fondo sólo resulta un mito.<br />

Para estos casos, <strong>de</strong> fraccionamientos con centenares <strong>de</strong> viviendas y miles <strong>de</strong><br />

habitantes, el diseño restrictivo y con usos <strong>de</strong> suelo tan rígidos dificulta la convivencia y la<br />

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excelencia -don<strong>de</strong> los niños juegan, don<strong>de</strong> los adultos platican-, el más custodiado –con<br />

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