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Yadira Sandoval Rodríguez - Topofilia

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El Padre Andréz Perez de Ribas, quien escribió sobre los yaquis, comentó de oídas acerca<br />

de la nación seri. Mencionó hacia 1645 su condición nómada y subsistencia precaria dependiente<br />

del desierto y el mar, de donde extraían recursos para el autoconsumo y el intercambio con los<br />

pueblos vecinos. Anotó la dificultad particular del idioma, y su relación con la isla (McGee 1980,<br />

92).<br />

Luego, el Padre Juan María Salvatierra fue más prolijo, inspector de las misiones de Baja<br />

California en 1699-1701, registró datos importantes. Señaló su número reducido y contribuyó al<br />

mito de los bárbaros inaccesibles e incomprensibles (McGee 1980, 112). En congruencia, la<br />

relación de confrontación con los blancos marcó su imagen, si bien está claro que se trató de una<br />

guerra dirigida a su expulsión de la zona de los ríos y valles aledaños a la sierra sonorense, en un<br />

ininterrumpido proceso de reducción sobre el desierto costero, que no importaba para la minería y<br />

la agricultura (McGee 1980, 130).<br />

Los franciscanos hicieron lo propio, intentaron el infructuoso sometimiento mediante el<br />

asentamiento de blancos en territorio seri. Por ello en 1772 se introdujo la primera misión para<br />

seris, cuyo poder de evangelización y de cultivo de la tierra fue nulo (McGee 1980, 131-134). En<br />

esa misma época, el navegante Spencer circunvaló la isla Tiburón y en su diario dejó notas que<br />

reiteraron las difíciles condiciones de vida de los indios de la costa central sonorense, aunque ya<br />

destaca en su dieta no sólo la legendaria caguama, también el caballo, así como la compañía de<br />

los perros domésticos, ambos como efecto de la colonización del entorno. En seguida Velasco<br />

agregó:<br />

“…que los hombres usan una túnica de piel de pelícano y un taparrabos de tela de<br />

algodón, llevando la mayor parte del cuerpo al descubierto (…) se pintan la cara con<br />

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