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En las citas anteriores podemos notar la transformación de las explicaciones de Le Corbusier respecto a la ciudad, con los elementos señalados en la actualidad, donde la estructura social toma importancia al momento de pretender introducirnos a una explicación cercana. Si bien la vida social es cada vez más punto de referencia para su explicación, en Featherstone (2000) se encuentran las citas más puntuales respecto al fenómeno urbano postmoderno: “La ciudad postmoderna “señala un retorno a la cultura, al estilo y a la decoración, pero dentro de los confines de un en el que los sentidos tradicionales de la cultura se descontextualiza , se convierten en simulacros, se reproducen y se renuevan y reestilizan constantemente. La ciudad postmoderna es, por tanto, mucho más auto consciente en el plano de la imagen y la cultura; es, a la vez, un centro de consumo cultural y de consumo general, y este último, como se ha subrayado, no puede separarse de los signos y la imaginería culturales, de modo que los estilos de vida urbanos, la vida cotidiana y las actividades de tiempo libre sufren la influencia , en grado variable , de las tendencias del simulacro posmoderno”.(2000, pp.166-167) Las ciudades postmodernas, señala Featherstone (2000, p.128), tienen la capacidad de convertirse en sitios de todo tipo de interés, una vez que la actividad principal es el consumo tanto de objetos como de ideas e ideales, y ésta lleva a generar territorios lúdicos donde poder pasarla bien. El aspecto social de la ciudad, adjuntado a su estética forma espacios de prueba para todos los sentidos. Giglia (2003), al referirse a la ciudad, indica que esta ya no se vive, se experimenta constituyendo “la experiencia urbana”, para lo que se demanda la construcción de sellos distintivos de apoyo para lograr identificarse ante los demás al tiempo de proteger el estilo de vida pretendido: sitios de convivencia con “gente como uno”.“ La gente quiere aceptarlo todo, comerlo todo, tocarlo todo. No la mueve la contemplación.” (Baudrillard, 1987, p.10)De igual manera, Lefebvre (1971, p.114, en Featherstone p.60) expresa que la ciudad contemporánea tiene “consumo de exhibiciones, exhibiciones de consumo, consumo de 62
signos, signos de consumo”, donde se mezclan unos conceptos con otros, para generar mayor alcance en todos los mercados. Estos signos, dado su repetido uso, se convierten en escenificaciones que pueden ser percibidas igual que un foro de filmación. Méndez (en Cabrales 2002, pp. 79-81) hace una aproximación cuyo motivo fundamental es el ocio y el consumo, con ciudadanos virtuales, en una réplica de Disneyland, donde cualquiera que pise será ciudadano por un rato. Incluso descifra puntualmente las partes de que se componen ciertos cotos (puertas de ingreso, lobby, caminos) en un maridaje, basado en los símbolos proyectados por los materiales, formas y espacios con repercusiones comparativas del parque de diversiones. Para Méndez (Ibid.) la ciudad es, por sí, un espacio de consumo. Presenta las transformaciones de espacios públicos en nuevas y modernas construcciones dedicadas al consumo (como centros comerciales) y la dirección de los objetos de placer. Los rascacielos como símbolo de éxito, mencionado por Baudrillard (1987) El logro de la ciudad postmoderna radica en el número de productos y servicios con que se cuenta para vivirla. Mientras la ciudad tradicional, cerrada ya fuera por murallas o por delimitantes naturales, estaba estructurada de manera integral con la organización necesaria de poder, comercio y entorno justos para su correcto desempeño, la nueva forma de ciudad, se ve favorecida, según describen Remy y Voyé (1976, pp. 41-44), por los sistemas de transporte y de comunicación, que actúan tanto de forma colectiva como en el área individual; esto da pie a una especialización tanto en los espacios como en las actividades que pretenden interconectarse entre sí, y causan, a su vez, posiciones categóricas y complementarias que dependen, en todo momento, de las necesidades que cubren y la periodicidad con que se utilizan. El espacio de la nueva ciudad, dada la especialización, se divide de acuerdo a condiciones sociales, económicas y profesionales y, por tanto, acepta poder por una 63
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