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20.03.2015 Views

únicamente con respecto a otros elementos con que se relaciona. Para Lindón (1999, p.208), de igual manera para el estudio de la vida cotidiana, considera pertinente la localización de sistemas de prácticas en lugar de prácticas independientes. Esto dado que se permite lograr una continuidad en dichas prácticas con el fin de ser analizadas en los aspectos característicos de acuerdo al grupo social. De estos, podemos definir ciertos rituales de vida que, sin llegar a tener un patrón rígido de comportamiento, se estudian de acuerdo a los objetivos a alcanzar tras ser llevados a cabo, formando entonces códigos. (Lindón, pp. 33 y 35) En este sentido, la relación tanto del espacio interior de vida, el espacio interno-privado y los comportamientos sociales (códigos) forman el sistema que es atractivo a la sociedad contemporánea, cuyos códigos han sido leídos de tal manera que han propiciado la pronta expansión de los mismos. Torres Sánchez (1995) asocia la cotidianidad como un estudio más allá de las simples costumbres, favores y rutinas de la vida diaria. Para Torres, la observación de la vida cotidiana debe ejercerse en cada uno de los hechos y momentos que ocurren desde que el individuo despierta hasta que regresa a dormir, en el cómo y por qué actúa de ese modo y no de otro. Además, encontrar el significado de cada actitud y comprender si el individuo las reconoce como propias, e incluso, si sabe que repercuten en el área familiar, residencial o urbana. (En Gómez Nieves, 2003, p.157) Entre los relatos de la vida cotidiana, Chaney (1996) ejemplifica cómo las nuevas viviendas a las que denomina “suburbanas” representan fielmente al ciudadano de la cultura de consumo. Describiéndolas como “normales”, a excepción de su categoría de privada, tiene una composición del espacio que va directo al consumo, un ingreso atractivo y espacios recreativos y de ocio semi-públicos, que contrastan con el peligro de vivir al exterior. (Chaney, 1996, p. 21) El comprender la vida cotidiana de acuerdo a sus significados, nos permitirá en esta investigación, formar una explicación para los estilos de vida comprendidos 118

dentro de un sistema diario de actitudes. En este trabajo, podremos analizar los aspectos morfológicos de las residencias y sus transformaciones en base a una perspectiva interna del individuo, relacionando los cambios propuestos y elecciones de vivienda y entorno con sus prácticas cotidianas y los horizontes formales que de ella se esperen. El interés será, entonces, el conocer ¿Cuáles actividades, expectativas y experiencias transforman el núcleo residencial? y ¿cómo esto crea un significado particular para cada miembro de los espacios considerados? 1.2.4.1 La distinción y la clase La modernidad tiene una lógica propia de distinción constante, donde la moda toma su postura y manera de ser explotada. (Chaney, 1996, p.17). En el estilo de vida, tanto la distinción como la selectividad pueden ser consideradas como programas integrales. Entre los usos cotidianos de lugares y equipamientos, explica Wynne, como bares y clubes deportivos, se logran demostraciones de ocio y distinción, considerados como indicadores de posición social, particularmente para aquella considerada clase media. La manera de consumir y utilizar los objetos de manera personal da lugar a una autovaloración y jerarquización potencialmente discriminativa, comenta (en Chaney, 1996, p.36). Douglas (1998), amplía en este escalón cómo, con el empleo de objetos se forman grupos exclusivos sociales con comportamientos y lógicas propias de apreciación. El dinero compra entonces objetos que gozan de un significado que depende directamente de los placeres y gustos que cause personalmente al individuo mismo. (Chaney, 1996, pp. 47- 49). El potencial discriminativo también para Bourdieu (1991) es parte del capital cultural, pues funge como alto elemento de diferenciación, incluso mayor que el poder económico. Featherstone considera el triunfo del capital cultural ante el económico al explicar cómo no es suficiente el contar con el poder adquisitivo para la obtención de productos, tenerlos y usarlos, sino que resulta más importante el conocer cómo se usan 119

únicam<strong>en</strong>te con respecto a otros elem<strong>en</strong>tos con que se re<strong>la</strong>ciona. Para Lindón (1999,<br />

p.208), <strong>de</strong> igual manera para el estudio <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>vida</strong> cotidiana, consi<strong>de</strong>ra pertin<strong>en</strong>te <strong>la</strong><br />

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<strong>en</strong> <strong>los</strong> aspectos característicos <strong>de</strong> acuerdo al grupo social. De estos, po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>finir<br />

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forman el sistema que es atractivo a <strong>la</strong> sociedad contemporánea, cuyos códigos han sido<br />

leídos <strong>de</strong> tal manera que han propiciado <strong>la</strong> pronta expansión <strong>de</strong> <strong>los</strong> mismos.<br />

Torres Sánchez (1995) asocia <strong>la</strong> cotidianidad como un estudio más allá <strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />

simples costumbres, favores y rutinas <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>vida</strong> diaria. Para Torres, <strong>la</strong> observación <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

<strong>vida</strong> cotidiana <strong>de</strong>be ejercerse <strong>en</strong> cada uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> hechos y mom<strong>en</strong>tos que ocurr<strong>en</strong> <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

que el individuo <strong>de</strong>spierta hasta que regresa a dormir, <strong>en</strong> el cómo y por qué actúa <strong>de</strong><br />

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si el individuo <strong>la</strong>s reconoce como propias, e incluso, si sabe que repercut<strong>en</strong> <strong>en</strong> el área<br />

familiar, resi<strong>de</strong>ncial o urbana. (En Gómez Nieves, 2003, p.157)<br />

Entre <strong>los</strong> re<strong>la</strong>tos <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>vida</strong> cotidiana, Chaney (1996) ejemplifica cómo <strong>la</strong>s<br />

nuevas vivi<strong>en</strong>das a <strong>la</strong>s que <strong>de</strong>nomina “suburbanas” repres<strong>en</strong>tan fielm<strong>en</strong>te al ciudadano<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> cultura <strong>de</strong> consumo. Describiéndo<strong>la</strong>s como “normales”, a excepción <strong>de</strong> su<br />

categoría <strong>de</strong> privada, ti<strong>en</strong>e una composición <strong>de</strong>l espacio que va directo al consumo, un<br />

ingreso atractivo y espacios recreativos y <strong>de</strong> ocio semi-públicos, que contrastan con el<br />

peligro <strong>de</strong> vivir al exterior. (Chaney, 1996, p. 21)<br />

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