Gaspar Ariño Ortiz y Mónica Sastre Beceiro - Grupo.us.es

Pues bien, hay que cambiar, de una vez, ese modelo de regulación basado en una planificación
vinculante y en una determinación administrativa, que no soluciona ningún problema porque no los afronta
en su raíz. Bien está una cierta planificación de los usos, según unas necesidades estimadas que figuren,
con flexibilidad, en un orientativo Plan2: bien está el control de la explotación de los acuíferos, a ser posible
a través de procesos de autorregulación por Comunidades de usuarios o Consorcios que hagan imposible su
degeneración; en casos de oligopolio, grave escasez o especulación, es admisible incluso un control de
precios del agua; finalmente, es obvio que el Estado por razones ecológicas, medio-ambientales o de
abastecimiento y atención de poblaciones, puede acordar cuantas reservas de caudales estime necesarias
para atender tales necesidades (u otras). Pero salvados estos, de carácter preferente, el mejor medio de
asignar derechos sobre el agua, de aumentar la oferta y ajustar a ella la demanda mediante los precios, es el
mercado3. Y para implantar un mercado del agua, hay que tomar conciencia, en, primer lugar, del valor
económico del agua, una dimensión hasta hoy prácticamente ignorada entre nosotros.
II. EL VALOR ECONÓMICO DEL AGUA
En los últimos años, en varios Congresos Internacionales sobre el agua se ha venido resaltando la
necesidad de tener en cuenta el valor económico del agua para conseguir una asignación más eficaz de
dicho recurso natural. Veamos algunos testimonios:
- La Conferencia Internacional sobre el agua y el medio ambiente, desarrollada en Dublín
(Irlanda) durante 26-31 de enero de 1992, que afirmaba:
“El agua tiene un valor económico en los diversos usos a los que se destina y debería reconocérsele
como un bien económico. El haber ignorado en el pasado el valor económico del agua ha conducido al
derroche y a la utilización de este recurso con efectos perjudiciales para el medioambiente. La gestión del
agua como un bien económico es un medio importante de conseguir un uso eficiente y equitativo y de alentar
la conservación y protección de los recursos hídricos” (subrayado no original).
- Conferencia de la Europa del Sur del Mediterráneo sobre la gestión del agua (Marsella 25-26
de noviembre de 1996): establece como uno de sus principios el siguiente:
“El agua tiene un valor socio-económico. Los participantes están de acuerdo en calcular dicho
valor. Ellos realizarán estudios económicos y desarrollarán mecanismos de cálculos para evaluar el coste de
los servicios necesarios de captación, distribución y depuración del agua. El precio de estos servicios debe ser
trasladado a los usuarios de manera apropiada. No obstante, el acceso de la gente más pobre al agua potable
debe estar garantizado”.
2. Vid. lo dicho supra, en Capítulo anterior.
3. Vid. Gaspar Ariño Ortiz en la Conferencia sobre “Balance de la Ley de Aguas, diez años después. Perspectivas y
necesidades de reforma”, Conferencia Internacional sobre los problemas del agua (IBERDROLA Instituto
Tecnológico, Valencia, 1995). Recogida hoy en el Capítulo II, anterior.