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Ecoaula Opinión
el economista miércoles, 22 de octubre de 2008
■ Por Pilar Laguna y Fernando Velasco
Aprender a emprender: una tarea pendiente (I)
iempre se ha criticado de la Universidad
su distanciamiento de la realidad
y en concreto de la empresa. Durante
años parecía que empresas y
universidades no compartían los mismos
escenarios y se achacaba a los universitarios
diseñar estudios y formar
estudiantes para situaciones diferentes
a aquellas a las que después deberían
enfrentarse.
En los últimos años este divorcio
universidad-empresa está cambiando.
La Universidad Rey Juan Carlos es un
ejemplo del nuevo papel que empiezan
a desempeñar las universidades
españolas. Sin olvidar su trabajo constante
por lograr una docencia de calidad
e investigación al más alto nivel,
las universidades tratan de evolucionar
y acercarse a la realidad de la sociedad,
a las necesidades de empresas
y empresarios; buscan conocer las demandas
a todos los niveles de manera
que con la creatividad y múltiples formulas
de colaboración, los académicos
cada vez están más cerca del mundo
empresarial. A la universidad no
solo le preocupa que pasa a su alrededor,
sino que se ocupa de avanzar y
evolucionar en un entorno global cada
vez más competitivo.
Prueba de todo esto es el curso de
verano Aprender a emprender: una
tarea pendiente celebrado en el mes
de julio en la Universidad Rey Juan
Carlos gracias al patrocinio de La
Caixa, “porque no sólo las universi-
dades deben reflexionar sobre esta
relación y actuar”.
Hoy nadie duda de la necesidad que
tiene España de fomentar una cultura
emprendedora. Todo parece indicar
que el espíritu emprendedor no
ha calado como se necesitaba en nuestro
país y no son pocos, según los datos,
los universitarios que quieren trabajar
para una gran empresa o
convertirse en funcionarios para la administración
publica.
Incluso a muchos de los jóvenes que
se ven capaces de desarrollar una idea
de negocio o de empresa, los frena el
miedo al fracaso. Por otro lado, la tarea
de la universidad tiene que ver con
la persona y con la profesión. Si además
se nos dice que la herramienta
más importante de la empresa son las
personas, esta tarea es también de la
universidad.
Si todo a nuestro alrededor ha cambiado,
nosotros desde la universidad
no podemos seguir repitiendo lo que
funcionó una vez. El mundo de la universidad
debe ser objeto de una reflexión
profunda con el fin de poner a las
personas –y no sólo el posible trabajo–
en el centro de todos los esfuerzos.
En un momento histórico como el
actual, de tanta complejidad, necesitamos
una manera de pensar que no se
centre únicamente en el aspecto crítico,
sino que asuma también el aspecto
creativo y la dimensión prospectiva,
donde interesa no sólo el pasado sino
el futuro, donde interesa no sólo la productividad
sino también la creatividad.
Si hasta ahora habíamos experimentado
que el pez grande se comía al pez
pequeño, ahora también sabemos que
el pez rápido se come al lento.
Desde esta situación la universidad
no puede permitirse el lujo de no emprender
y de no enseñar a emprender,
pues ambas cosas son consustanciales
a ella, aunque es cierto que en estos momentos
se haya perdido en gran parte.
Emprender, innovar, cambiar, transformar,
inventar, crear, reformar, descubrir,
etc...ss son tareas de la universidad
y por ello se debe dedicar a ellas
y enseñar para implantarlas. Destacamos
como actitudes claves a desarrollar
las siguientes:
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1. Más allá de la formación técnica:
La universidad debe ayudar a conocernos,
a generar autoestima, a identificar
oportunidades, a descubrir habilidades;
aquellas con las que disfrutas
y se te dan bien. Todo ello con la necesaria
perseverancia y la suficiente
disciplina.
De igual forma, la universidad como
organización del talento debe enseñar
la capacidad de trabajar en equipo. Es
muy difícil ser excelente en todo, de
ahí el valor de la generosidad. La universidad
tiene que preparar para lo incierto,
para el riesgo; tiene que indicar
la importancia de la intuición y cómo
ésta requiere valentía y audacia, tiene
que mostrar el poder de la convicción,
creer en lo que se hace. Así como explicar
que lo que más deslegitima personal
y profesionalmente es la incoherencia.
Que no se trata tanto de ser los
mejores como de ser diferentes.
Descubrir en cada uno de nosotros
la diferencia de calidad que marca la
diferencia es clave personal y profesionalmente
o vamos a ser del “yo también
como el compañero…”, para lo
cual se necesita enseñar para crear
personas abiertas y mentes flexibles
capaces de asumir con naturalidad la
costumbre de cambiar. Todo ello no
supone convertir la universidad ni el
aula en una “comuna”. Se precisa del
análisis riguroso y del estudio coherente
que posibilita realizar comparaciones
y establecer prioridades.
2. El espíritu emprendedor:
Se intenta transmitir que el no conocer
ocasiona malestar, inquietud, frustración.
De ahí que sea tan sedante ser
mediocre e insistir en las líneas pensadas
por otros. El mediocre es el arquetipo
del perfecto adaptado.
(Continúa en Ecoaula de 29/10/2008).
x Pilar Laguna es vicerrectora
de la URJC y Fernando Velasco
profesor de la misma Universidad.
El becario Precario
■ por Checa & Carmona