El Secreto de Pupi
El Secreto de Pupi narra los episodios de una familia que acoge en su hogar una bonita mascota para los pequeños de la casa. En las sugerentes líneas de este escrito puedes sumergirte en la tierna historia de lealtad de las aventuras que el conejo Pupi pasa en la familia Tinquell-Maq.
Escrito por Laura Gómez, de 11 años. Es una pequeña historia que sorprende y te engancha desde el principio hasta el final. Muy recomendable.
El Secreto de Pupi narra los episodios de una familia que acoge en su hogar una bonita mascota para los pequeños de la casa. En las sugerentes líneas de este escrito puedes sumergirte en la tierna historia de lealtad de las aventuras que el conejo Pupi pasa en la familia Tinquell-Maq.
Escrito por Laura Gómez, de 11 años. Es una pequeña historia que sorprende y te engancha desde el principio hasta el final. Muy recomendable.
El secreto de Pupi 2. ¡Hogar, dulce hogar! Os voy a contar cómo me adoptaron: Todo comenzó una bonita mañana de otoño. Yo ya estaba desesperado pues llevaba más de un año en la tienda. Por lo menos, me entretenía viendo las hojas caer y la gente pasar (estaba en el escaparate). Veía niños correr..., y entonces los vi, venían para mi casilla y parecía que tenían intención de tener un nuevo miembro en la familia. Así que puse una de mis posturas más monas. Al ver que no me miraban puse una cara mona y unos ojitos como pidiendo socorro. Al fin, me señalo una niña muy guapa y se miraron todos. Después, entraron en la tienda. Yo estaba tan nervioso que saltaba como un canguro. A continuación, la dependienta que les atendía vino hacia mí y me cogió. Cuando llegamos a su casa, supe que era la familia perfecta y que me cuidarían muy bien. Entonces grité para mis adentros: ¡Hogar, dulce hogar! 8
El secreto de Pupi 3. No tengo por qué quejarme. Yo creo que no todo en la familia es bueno. Por ejemplo, Luis me hace perrerías sin parar; bueno, eso creo que ya os lo conté, pero es que me enrollo como una persiana. Una vez, Luis me puso en mi plato de comida pasta dental, decía que era para que no me oliese el aliento. Otra vez, me puso en mi cama una manta con olor a pies, y decía que era para que no tuviese frío por la noche. Otras veces Carlos se altera cuando "sólo" falta una hora para ir algún sitio. Y es que, de tanta alteración me acaba dando patadas. Bueno, sólo es esto. En fin, no tengo por qué quejarme. 9
- Page 2 and 3: 2 El secreto de Pupi
- Page 4 and 5: El secreto de Pupi © Laura Gómez,
- Page 6 and 7: 6 El secreto de Pupi
- Page 10 and 11: El secreto de Pupi 4. Por poco me s
- Page 12 and 13: El secreto de Pupi 5. Una velada mu
- Page 14 and 15: El secreto de Pupi 6- Eso no lo esp
- Page 16 and 17: El secreto de Pupi 7- Esto ya es ra
- Page 18 and 19: El secreto de Pupi 8- Comenzó la i
- Page 20 and 21: El secreto de Pupi 9- Tengo miedo.
- Page 22 and 23: El secreto de Pupi 11-Por fin libre
- Page 24 and 25: El secreto de Pupi -¿¿ESPECIAL, E
- Page 26 and 27: El secreto de Pupi -Lo siento Pupi,
- Page 28 and 29: El secreto de Pupi Eso me sorprendi
- Page 30 and 31: El secreto de Pupi 15- Mucha inform
- Page 32 and 33: El secreto de Pupi 16-Vuelta a la n
- Page 34 and 35: El secreto de Pupi EPÍLOGO Bueno,
- Page 36: 36 El secreto de Pupi
<strong>El</strong> secreto <strong>de</strong> <strong>Pupi</strong><br />
2. ¡Hogar, dulce hogar!<br />
Os voy a contar cómo me adoptaron: Todo<br />
comenzó una bonita mañana <strong>de</strong> otoño. Yo ya<br />
estaba <strong>de</strong>sesperado pues llevaba más <strong>de</strong> un año<br />
en la tienda. Por lo menos, me entretenía viendo<br />
las hojas caer y la gente pasar (estaba en el<br />
escaparate). Veía niños correr..., y entonces los<br />
vi, venían para mi casilla y parecía que tenían<br />
intención <strong>de</strong> tener un nuevo miembro en la<br />
familia. Así que puse una <strong>de</strong> mis posturas más<br />
monas. Al ver que no me miraban puse una cara<br />
mona y unos ojitos como pidiendo socorro. Al<br />
fin, me señalo una niña muy guapa y se miraron<br />
todos. Después, entraron en la tienda. Yo estaba<br />
tan nervioso que saltaba como un canguro. A<br />
continuación, la <strong>de</strong>pendienta que les atendía<br />
vino hacia mí y me cogió.<br />
Cuando llegamos a su casa, supe que era la<br />
familia perfecta y que me cuidarían muy bien.<br />
Entonces grité para mis a<strong>de</strong>ntros:<br />
¡Hogar, dulce hogar!<br />
8