Segundas oportunidades: - San Jose Obrero Mission

BILINGUAL
DOMINGO, 31 DE AGOSTO DE 2008
Vol. 19 No. 35
UNA PUBLICACION DEL
Fiesta de Quinceañera adopta una nueva tendencia
Quinceanera tradition gets a new look 8
Second
chances
Ex-gang member rebuilds
his life to help others
Segundas oportunidades:
Ex miembro de una pandilla reconstruye su vida
para ayudar a otros
14, 15
FOTO: MARK WELSH
CONTENT
18 DEPORTES / SPORTS
23 SUMMER SECTION
25 HORÓSCOPO / HOROSCOPE
26 CRUCIGRAMA /CROSSWORD
SUBURBS
Funcionarios verifican
residencia
de alumnos 3
CHICAGO E ILLINOIS
Murales exhiben
rostros de latinos
famosos 6
LIFE & MORE
Cocina latina
en edificio
histórico 10
NEW SECTION!
Disfrute nuestra
nueva sección
“Tu Salud”
Adentro 16, 17

14
DOMINGO, 31 DE AGOSTO DE 2008
15
PRIMERA PLANA | COVER STORY
BY ELENA FERRARIN
efarrin@reflejos.com
Israel Vargas pasa sus días ayudando a los
desamparados a reedificar sus vidas, creyendo
que todos, sin importar la profundidad de
su pesar o condición, tienen el potencial para
ser exitosos en la vida.
“Los desamparados pueden ser como
cualquier tío, primo o padre que tuvo un caso
de mala suerte”, dijo Vargas, director ejecutivo
del albergue para desamparados Casa San
José Obrero en el vecindario Pilsen en Chicago.
“Creo firmemente que puedo llevarlos
desde lo más bajo hasta hacerlos ejecutivos
con el entrenamiento correcto”.
Sabe esto porque una vez, por un par de
meses cuando tenía 18 años, él también fue
un desamparado y luchó contra el gélido invierno
de Chicago buscando albergue en las
escaleras de las casas de sus amigos, demasiado
apenado para darles a saber su situación.
Ahora en su casa de Cícero, Vargas, de 37
años, hace lo mejor que puede para impartirle
a sus hijos los valores de la educación,
el trabajo duro y el respeto para los demás.
Lleva a Edgar, de 6 años, y a Israel, de 4, a las
manifestaciones en los vecindarios donde los
tres gritan con la muchedumbre: “¡Detengan
la violencia!”
“Quiero que entiendan que hay alternativas
a la violencia, y que su impacto puede
hacer que las cosas cambien”, dijo.
Sabe esto porque, en la que fue toda una
vida diferente, estuvo en prisión por 12 años
convicto por asesinato.
Buscando la aceptación
La travesía de Vargas comenzó como una
lucha para definir su propia identidad después
de que sus padres se divorciaron y su
madre se mudara de Puerto Rico a Chicago
con él y sus hermanos cuando él tenía 12
años.
Él terminó uniéndose a una pandilla,
como muchos de los jóvenes de su vecindario,
pero se trataba más de lograr la aceptación
de un grupo que de creer en la cultura
de las pandillas, dijo. “Uno tiene un choque
cultural al venir a los Estados Unidos”, dijo.
“Me estaba redefiniendo a mí mismo”.
El 18 de enero de 1990, Vargas estaba con
dos amigos de su pandilla cuando uno de ellos
disparó y mató a un miembro de una pandilla
rival. Vargas es firme al declarar que no sabía
que iba a haber un tiroteo. Buscó refugio en la
casa de su novia, pero al día siguiente se entregó
a la policía.
Más tarde ese año fue juzgado y sentenciado
a 35 años en prisión. Todavía estaba
adormecido cuando entró a Pontiac Correctional
Center en el sur de Illinois, dijo.
“El momento que cambió mi vida fue
cuando me di cuenta que nadie podía asegurarme
que saldría vivo”, dijo. “Me dije a mí
mismo que haría lo que pudiera para salir de
allí”.
Los siguientes 12 años Vargas respetó las
reglas, que en la prisión significa estar al pendiente
y tratar de pasar desapercibido, dijo.
Tomó clases universitarias, obtuvo dos títulos
asociados y comenzó a trabajar para obtener
un título de bachiller.
Él también apeló por su convicción, lo cual
se revirtió debido a una violación de sus derechos
civiles en el juicio, dijo. Se declaró culpable
en un segundo juicio, lo que le permitió
salir de prisión con libertad condicional el 18
de octubre de 2002, un día soleado y fresco
sin nubes en el cielo, mientras su madre, hermanos,
hermana y primo lo esperaban afuera
de Jacksonville Correctional Center.
Una vida reconstruida
A life rebuilt
Una segunda oportunidad
Durante los últimos seis años Vargas se ha
enfocado en seguir su educación y en hacer
una contribución positiva a través del trabajo
social.
Lo primero que hizo después de salir de
prisión, dijo, fue registrarse en Roosevelt
University en Chicago, de la cual obtuvo un
título de bachiller. A principios de octubre
obtendrá una maestría en entrenamiento y
desarrollo, también en Roosevelt.
Vargas dijo que cree firmemente en darle
a la gente una segunda oportunidad porque
otros creyeron en su potencial en un momento
crucial.
Mientras estaba bajo libertad condicional
y vestía un monitor en el tobillo que emitía
una señal de alarma si salía de su rutina de
casa-trabajo-casa, obtuvo un trabajo administrativo
en Parents United for Responsible
Education en Chicago, en la cual su hermano
mayor trabajaba como director ejecutivo
asistente. “No sé lo que hubiera pasado si no
hubiera tenido esa oportunidad”, dijo.
Más tarde fue contratado para trabajar
como consejero de vivienda y luego fue promovido
a coordinador de programa en Proviso-Leyden
Council for Community Action en
Maywood, donde conoció a su esposa Linda
Vargas.
“2005 fue un gran año para mí”, dijo. “Obtuve
mi título universitario, terminó mi libertad
condicional, compré mi casa y me casé”.
Sus empleos subsecuentes incluyeron trabajar
como gerente de servicios de apoyo en
Inspiration Corporation y como organizador
comunitario en Resurrection Project, ambos
en Chicago.
Él empezó en su posición como director
ejecutivo de Casa San José Obrero el 1º de
julio, despues de haber impresionando a los
miembros de su junta directiva con su compromiso
de trabajar con los desamparados,
dijo la presidenta de la junta Susan Shimon.
“Él es un ejemplo muy convincente de lo
compleja que es la gente”, dijo. “La ofensa de
Israel no fue pequeña, pero tenemos que ser
una sociedad que apoya a las personas para
que puedan vivir de manera exitosa en nuestra
comunidad. Él es muy positivo y tiene
ambición, interés y preocupación por nuestra
población”.
Un mensaje de redención
Vargas tiene la extraordinaria habilidad de
impartir optimismo a otros incluso cuando se
encuentra a sí mismo bajo las circunstancias
más adversas, dijo su madre, Yolanda Nuñiz
de Evergreen Park.
“Él en la vida ha ido desatando ataduras,
buscando el camino, tropezándose y cayéndose
y volviéndose a levantar”, dijo. “Él sabe que
no importa qué difícil haya sido el pasado, tú
siempre vas a tener una salida en la vida”.
Durante los dolorosos años en que su hijo
estaba en prisión, Nuñiz dijo que derramó
FOTO: MARK WELSH
ISRAEL VARGAS trabaja
como voluntario en la
liga de baloncesto de The
Resurrection Project,
un programa que busca
prevenir la violencia
juvenil.
ISRAEL VARGAS
volunteers for The
Resurrection Project’s
basketball league, a
youth violence prevention
program.
muchas lágrimas, pero también
obtuvo mucha fortaleza
de la actitud de Vargas, la
cual fue una fuente de inspiración
para toda la familia.
“Él siempre me ha levantado
el ánimo, siempre ha tenido
las palabras correctas”, dijo.
Ahora Vargas comparte su
historia con franuqeza de expresión,
para exhortar a otros
a mantenerse alejados de las
pandillas y la violencia.
Éste verano habló en iglesias
y en misas al aire libre en varias ocasiones,
y tiene el don de ser un narrador apasionado
y honesto que no se guarda detalles, dijo
el Padre Charles Dahm, de St. Pius V Parish
en Chicago.
“Él es muy informativo al decir los errores
que ha cometido en su vida, y todas las lecciones
que ha aprendido”, dijo Dahm. “Él está
muy comprometido a servir a otras personas,
especialmente a la gente que ha tenido menos
oportunidades”.
Para reconstruir la vida después de la
prisión se necesita mucha determinación y
establecer metas, pero la base es aprovechar
las oportunidades educativas ofrecidas por el
sistema correccional, dijo Vargas.
¿Y por qué él no sucumbió a la ira, la depresión
o la desolación (como muchos otros
prisioneros)?
“No tenía opción”, dijo después de una larga
pausa. “Tengo una base fuerte, mi madre
me enseñó los valores correctos. Solo me perdí
por un tiempo”.
Casa San José Obrero, 1856 S. Loomis St.
en Chicago, sirve principalmente a clientes
que hablan español. Se proporciona manejo
de casos e instrucción de habilidades para
la vida. Se espera que los clientes trabajen
para asegurar un empleo y vivienda durante
cuatro meses, el tiempo máximo de estancia
permitido.
Se están buscando donaciones de trajes
que los clientes puedan usar en las entrevistas
de trabajo. Entréguelos en persona o
llame al (312) 243-4347 para que alguien
pase a recogerlos.
BY ELENA FERRARIN
eferrarin@reflejos.com
Israel Vargas spends his days helping the
homeless get back on their feet, believing that
everyone — no matter the depth of their condition
— has the potential to succeed in life.
“(The homeless) are your average uncle,
cousin and father who just had a streak of
bad luck,” said Vargas, the executive director
of the San José Obrero Mission shelter for
homeless men in Chicago’s Pilsen neighborhood.
“I am a firm believer that I can take
you from the bottom and make you into a
CEO with the right training.”
He knows this because once, for about
two months at age 18, he was homeless and
battled the frigid cold of Chicago’s winter by
seeking shelter on the stairwells of friends’
houses, too embarrassed to let them know.
Nowadays at home in Cicero, 37-year-old
Vargas does his best to impart onto his children
the values of education, hard work, and
respect for others. He takes Edgar, 6, and Israel
Jr., 4, to neighborhood rallies where the
three of them chant with the crowd: “Stop
the violence!”
“I want them to understand that there
are alternatives to violence, and that their
impact can make things change,” he said.
He knows this because, in what almost
seems like another lifetime, he spent 12 years
in prison on a murder conviction.
Seeking to fit in
Vargas’ journey began as a struggle to
define his own identity after his parents divorced,
and his mother moved back from
Puerto Rico to Chicago with him and his siblings
when he was 12.
He ended up joining a gang like many
of the youth in his neighborhood, but it was
much more about fitting in than believing
in the gang culture, he said. “Coming to the
U.S., that is a culture shock,” he said. “I was
redefining myself.”
On Jan. 17, 1990, Vargas was with two
gang buddies when one of them shot and
killed a rival gang member. Vargas is adamant
he didn’t know the shooting was going
to take place. He initially sought refuge at his
girlfriend’s house, but the next day he turned
himself in to police.
Later that year he was tried for murder
and sentenced to 35 years. He was still numb
when he entered Pontiac Correctional Center
in downstate Illinois, he said.
“The turning point was when I realized
there was no assurance I would come out
alive,” he said. “I told myself that I would do
what I could to make it out of there.”
For the next 12 years, Vargas played by
the rules, which in prison means laying low
while being aware of one’s surroundings, he
said. He took college classes, earning two associate’s
degrees and starting to work on a
bachelor’s degree.
He also appealed his conviction, which
was overturned based on a violation of his
civil rights at trial, he said. He plead guilty
at a second trial, which allowed him to get
out of prison on parole on Oct. 18, 2002 —
a sunny, cool day with no clouds in the sky
— as his mother, brothers, sister and cousin
waited for him outside Jacksonville Correctional
Center.
A new beginning
For the last six years, Vargas has focused
on furthering his education and making a
positive contribution through social work.
The first thing he did after getting out of
prison, he said, was to register at Roosevelt
University in Chicago, from which he earned
a bachelor’s degree. In early October he will
obtain a Master’s degree in training and development,
also from Roosevelt.
Vargas said he firmly believes in giving
people second chances because others believed
in his potential at a crucial time.
While on parole and wearing an ankle
monitor that beeped his whereabouts should
he stray from the allowed home-work-home
routine, he got a job in administration for
Parents United for Responsible Education, in
Chicago, for which his older brother worked
as assistant executive director. “I don’t know
what would have happened without that opportunity,”
he said.
Later he was hired to work as a housing
counselor — and then promoted to program
coordinator — for the Proviso-Leyden Council
for Community Action, in Maywood,
where he met his wife, Linda Vargas.
“2005 was a big year for me,” he said. “I got
my bachelor’s degree, I was released from parole,
I bought my house, and I got married.”
Subsequent jobs included working as
supportive services manager for Inspiration
Corporation and as community organizer for
The Resurrection Project, both in Chicago.
He started his post as executive director
of the San José Obrero Mission on July 1, after
impressing board members with his commitment
to working with the homeless, said
Mission Board President Susan Shimon.
“He is a very compelling example of how
people are complex,” she said. “Israel’s offense
was no small thing, but we have to be a
society that supports people so they can live
successfully in our community. He is very
positive, and has ambition, concern and regard
for our population.”
The San José Obrero Mission, 1856 S.
Loomis St. in Chicago, serves mainly Spanish-speaking
clients. Case management and
life skills instruction is provided. Clients are
expected to work on securing employment
and housing within four months, the maximum
allowed length of stay.
The Mission is currently seeking donations
of suits that clients can wear at job interviews.
Drop off or call (312) 243-4347 for
pick-up.
FOTO: MARK WELSH
ISRAEL VARGAS en el interior
de Casa San José Obrero
en Chicago, donde emepezó
a trabajar como director
ejecutivo el 1 de julio.
ISRAEL VARGAS inside the
San José Obrero Mission in
Chicago, where he started
working as executive director
on July 1.
A message of redemption
Vargas has the remarkable ability
to impart optimism to others
even when he finds himself in the
most dire circumstances, said his
mother, Yolanda Nuñiz, of Evergreen
Park.
“In life he has untied himself
from chains, looking for his path,
stumbling and falling, and getting up
again,” she said. “He knows it doesn’t
matter how difficult the past, you always
have a way out in life.”
During the painful years while
her son was in prison, Nuñiz said
she shed many tears, but also drew
much strength from Vargas’ attitude,
which was a source of inspiration
for the whole family. “He always
cheered me up, he always had
the right words,” she said.
These days, Vargas shares his story candidly,
to exhort others to stay away from
gangs and violence.
This summer, he spoke in church and
at outdoor masses on several occasions,
and has a gift for being a passionate and
honest storyteller who spares no details,
said Father Charles Dahm, of St. Pius V
Parish in Chicago.
“He is very revealing in telling about the
mistakes he’s made in his life, and all the lessons
that he has learned,” Dahm said. “He
is very committed to serving other people,
FOTO: ELENA FERRARIN
ISRAEL VARGAS aparece junto a las literas
del refugio para desamparados Casa San José
Obrero en Chicago.
ISRAEL VARGAS stands by the bunk beds of the
San José Obrero Mission homeless shelter in
Chicago.
especially people who have experienced less
opportunity.”
Rebuilding a life after prison relies much
on determination and goal-setting, but the
groundwork is all about taking advantage of
the educational opportunities offered by the
correctional system, Vargas said.
So why didn’t he — like many others in
prison – succumb to rage, depression or
despair?
“I had no choice,” he said after a long
pause. “I had a strong foundation, my mother
taught me the right values. I just got lost
for a while.”