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06.02.2015 Views

4. Aceptación: en la aceptación de la diferencia, la persona no sólo reconoce la existencia de otras culturas sino que vive la suya propia como una más en un complejo entramado de visiones y formas distintas de ordenar el comportamiento humano. La persona siente curiosidad y respeto hacia la diferencia cultural. Este es el estadio del relativismo, en el que ninguna cultura puede ser considerada mejor en sí misma, ni por sus costumbres y formas de hacer (relativismo conductual), ni por sus valores (relativismo en los valores). 5. Adaptación: la persona es capaz de salir de sí misma, de su egocentrismo y ponerse en el punto de vista de la otra persona, de ver el mundo a través de “otros ojos”, de considerar otras posibilidades e ideas, así como ajustar su conducta intencionalmente para comunicarse de forma más eficaz con la otra cultura. Las y los autores diferencian dos momentos: la empatía, como la habilidad de cambiar de punto de vista y de conectar con la sensibilidad de la otra persona. Y el pluralismo, como la capacidad de interiorizar y hacer propias más de una cosmovisión. 6. Integración: último estadio en el que la propia experiencia del yo se expande e incluye un movimiento de ida y vuelta, entrada y salida, sobre visiones del mundo. La identidad de las personas de este estadio incluye la variable cultural pero además la trasciende, va más allá. Son personas que se ven a sí mismas en proceso y se sienten, en cierta medida, “al margen” de la cultura (marginales culturales). Se pueden distinguir, la evaluación contextual, que hace referencia a la capacidad de utilizar distintos marcos de referencia para evaluar las situaciones y la marginalidad contextual, caracterizada por la elaboración de la identidad propia no basada en la cultura. La integración aparece con mayor frecuencia entre personas pertenecientes a minorías étnicas y expatriados y expatriadas de larga duración. Con estas pautas, este equipo de investigación ha elaborado el IDI (Intercultural Development Inventory), cuestionario compuesto por 50 ítems que aporta información relativa a cinco factores con una alta fiabilidad todos ellos 2 . En nuestro entorno más cercano y en el mundo de la educación, Vilá (2003a, 2003b, 2004) afirma que la experiencia entre adolescentes con personas de otras culturas ayuda a mejorar la sensibilidad intercultural. Más concretamente, la sensibilidad intercultural se incrementa en la medida en que las personas somos capaces de dominar otra lengua, de disfrutar de la interacción y de crear amistades o vínculos personales con personas de otras culturas. 362 Se puede consultar este cuestionario en el CD adjunto.

Diferencias culturales a las que reaccionamos Participar de una cultura implica interiorizar un conjunto de programas mentales colectivos, adquirir los conocimientos y las capacidades para poder intervenir en las diferentes esferas sociales, culturales y económicas. Desde este punto de vista, la cultura proporcionaría las habilidades para participar en la vida privada y pública de una comunidad o, en la actualidad también, en la aldea global. Hofstede identificó cinco patrones o dimensiones culturales presentes en todas las culturas en las que describe dos polos o extremos: distancia jerárquica, evitación de la incertidumbre, individualismo versus colectivismo, masculinidad versus feminidad y orientación temporal a corto versus a largo plazo. 1. Distancia jerárquica: La primera dimensión se relaciona con las distintas soluciones que se generan para resolver las desigualdades entre las personas por razones de cultura, salud, edad, sexo, nivel educativo, fuerza física, logros personales, ocupación, origen familiar u otras características. Se distinguen dos polos (cuadro 7), en el primer extremo, las culturas con alta distancia jerárquica, presente en países como Malasia, Eslovaquia, Guatemala, Panamá y Filipinas, donde se valora la jerarquía social, la obediencia y el respeto por la autoridad y sus representantes en los diferentes ámbitos familiar, escolar, laboral e instituciones públicas. En el otro extremo, la baja distancia jerárquica se basa en la valoración de relaciones igualitarias en todos los ámbitos, se minimizan las desigualdades, las distancias y la jerarquía. Aparece en países como Austria, Israel, Dinamarca, Nueva Zelanda o Irlanda. Cuadro 7. Países con alta vs. baja distancia jerárquica Alta distancia jerárquica Baja distancia jerárquica América Latina, Asia Países anglosajones 37

4. Aceptación: en la aceptación de la diferencia, la persona no sólo reconoce la<br />

existencia de otras culturas sino que vive la suya propia como una más en un<br />

complejo entramado de visiones y formas distintas de ordenar el comportamiento<br />

humano. La persona siente curiosidad y respeto hacia la diferencia<br />

cultural. Este es el estadio del relativismo, en el que ninguna cultura puede<br />

ser considerada mejor en sí misma, ni por sus costumbres y formas de hacer<br />

(relativismo conductual), ni por sus valores (relativismo en los valores).<br />

5. Adaptación: la persona es capaz de salir de sí misma, de su egocentrismo y<br />

ponerse en el punto de vista de la otra persona, de ver el mundo a través de<br />

“otros ojos”, de considerar otras posibilidades e ideas, así como ajustar su<br />

conducta intencionalmente para comunicarse de forma más eficaz con la otra<br />

cultura. Las y los autores diferencian dos momentos: la empatía, como la<br />

habilidad de cambiar de punto de vista y de conectar con la sensibilidad de<br />

la otra persona. Y el pluralismo, como la capacidad de interiorizar y hacer propias<br />

más de una cosmovisión.<br />

6. Integración: último estadio en el que la propia experiencia del yo se expande<br />

e incluye un movimiento de ida y vuelta, entrada y salida, sobre visiones del<br />

mundo. La identidad de las personas de este estadio incluye la variable cultural<br />

pero además la trasciende, va más allá. Son personas que se ven a sí<br />

mismas en proceso y se sienten, en cierta medida, “al margen” de la cultura<br />

(marginales culturales). Se pueden distinguir, la evaluación contextual, que<br />

hace referencia a la capacidad de utilizar distintos marcos de referencia para<br />

evaluar las situaciones y la marginalidad contextual, caracterizada por la elaboración<br />

de la identidad propia no basada en la cultura. La integración aparece<br />

con mayor frecuencia entre personas pertenecientes a minorías étnicas<br />

y expatriados y expatriadas de larga duración.<br />

Con estas pautas, este equipo de investigación ha elaborado el IDI (Intercultural<br />

Development Inventory), cuestionario compuesto por 50 ítems que aporta información<br />

relativa a cinco factores con una alta fiabilidad todos ellos 2 .<br />

En nuestro entorno más cercano y en el mundo de la educación, Vilá (2003a,<br />

2003b, 2004) afirma que la experiencia entre adolescentes con personas de otras<br />

culturas ayuda a mejorar la sensibilidad intercultural. Más concretamente, la sensibilidad<br />

intercultural se incrementa en la medida en que las personas somos<br />

capaces de dominar otra lengua, de disfrutar de la interacción y de crear amistades<br />

o vínculos personales con personas de otras culturas.<br />

362 Se puede consultar este cuestionario en el CD adjunto.

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