Educación para todos: el imperativo de la calidad - unesdoc - Unesco

HACIA LA EDUCACIÓN PARA TODOS: EL IMPERATIVO DE LA CALIDAD / 259
muchas personas. Es necesario prestar más
apoyo a los nuevos métodos educativos
destinados a los que viven con el VIH/SIDA,
sufren las consecuencias de situaciones de
emergencia, padecen discapacidades o son
víctimas de la explotación del trabajo infantil.
Por último, es menester señalar que los conocimientos
tienen una gran influencia en la calidad
de la educación. Muchas iniciativas exigen
trabajos de investigación y conocimientos específicos
adaptados a las situaciones y circunstancias
locales, que pueden ser generados por los que
trabajan en la región o en sus localidades. Las
inversiones en servicios, redes y estructuras
destinadas a elaborar y aprovechar en común
los conocimientos sobre la educación pueden
producir beneficios importantes, al permitir
a las escuelas una mejor utilización de sus
recursos limitados.
Aunque las reformas de las políticas de
educación en cada uno de los ámbitos mencionados
entrañen costos, es posible hacer muchas
cosas en todos ellos si existe una firme resolución
para mejorar la calidad de la educación
según esas modalidades. Los elementos
suministrados en el presente informe muestran
claramente que muchos países todavía no son
capaces de obtener en el plano del desarrollo
humano y económico los beneficios que lleva
aparejada la obtención de mejores resultados
en el aprendizaje. En esos países –y en otros
también– las posibilidades para mejorar la
calidad del aprendizaje son inmensas. Crear un
consenso en torno a la calidad constituye un
primer paso y una exigencia política primordial.
Por este orden y en ese contexto es como mejor
se puede responder a las exigencias que se
planteen en cada sociedad en materia de
recursos.
Dimensiones internacionales
Las estimaciones recientes sobre los recursos
que se obtendrán probablemente en el marco
del seguimiento de la conferencia de Monterrey,
así como de los que puedan derivarse del
Mecanismo Internacional de Financiación
propuesto y de la Cuenta para afrontar las
cuestiones del milenio de los Estados Unidos,
inducen a pensar que el importe total de la ayuda
a la educación básica podría duplicarse grosso
modo de aquí a 2006, para alcanzar una cifra de
unos 3.000 a 3.500 millones de dólares. Aunque
este aumento sea sustancial, esa cifra seguirá
siendo manifiestamente inferior a los
7.000 millones de dólares anuales de ayuda
exterior que probablemente necesitará la
educación básica de aquí al año 2015 3 para
alcanzar el objetivo de universalizar una
enseñanza primaria de calidad razonable, por
no referirnos más que a uno de los objetivos
de la EPT. El déficit probable de recursos hace
que revistan una especial importancia tanto el
hecho de utilizar la ayuda con la mayor eficacia
posible como el de encauzarla hacia los países
que más la necesitan.
Entonces, ¿cómo se puede apoyar mejor la
calidad de la educación Es evidente que todos
los organismos que prestan ayuda a la educación
quieren alcanzar un conjunto de objetivos
cuantitativos y cualitativos. Ninguno de ellos
es insensible a la cuestión de la calidad. No
obstante, suele ocurrir con frecuencia que la
ayuda no se pone al servicio de la calidad
adecuadamente. Esta situación obedece principalmente
a dos motivos. El primero es la
fragmentación excesiva de los programas de
ayuda –desde el punto de vista de los beneficiarios–
lo cual acarrea costos de transacción tan
elevados que la transferencia potencial de
recursos puede verse comprometida. A los
donantes les mueven a menudo razones políticas
para mantener relaciones con un gran número
de beneficiarios, aunque estos sólo puedan
recibir una cantidad de ayuda relativamente
escasa. Es poco probable que esta justificación
contribuya a mejorar la calidad de la ayuda
proporcionada a la educación o a otros sectores.
La calidad de la ayuda aumentaría si se redujese
sustancialmente el promedio de países beneficiarios
que reciben una ayuda bilateral 4 para la
educación – en la actualidad ese promedio es de
más de 60 países por donante. Para resolver este
problema sería necesario que se prestase una
atención colectiva a averiguar estas tres cosas:
qué países reciben ayuda, qué donantes la
otorgan y en qué proporciones. Esto permitiría
incrementar la presión ejercida sobre los
organismos de asistencia para que se esforzasen
conjuntamente por coordinar la programación
de la ayuda. No cabe duda de las ventajas que
se derivarían de ello para una utilización eficaz
de la ayuda. Una racionalización de este tipo en
los esquemas de la ayuda debería constituir uno
de los objetivos a plazo medio de la comunidad
de los donantes.
La fragmentación
excesiva de los
programas de ayuda
acarrea costos
de transacción
tan elevados
que sus ventajas
pueden verse
comprometidas.
3. La ayuda actual a la
educación básica asciende a
unos 1.500 millones de dólares
anuales y se estima que, de
aquí a 2015, se van a necesitar
cada año 5.600 millones
suplementarios para lograr
la universalización de la
enseñanza primaria, la paridad
entre los sexos y la mejora de
la calidad, con lo cual la suma
total necesaria asciende a
algo más de 7.000 millones
de dólares. Véase el Capítulo 5
del presente Informe y UNESCO
(2003a).
4. Es decir, una ayuda de los
21 países que forman parte del
Comité de Ayuda al Desarrollo
(CAD) de la OCDE.