Educación para todos: el imperativo de la calidad - unesdoc - Unesco

5
0
252 / CAPÍTULO 6
2
0
Informe de Seguimiento de la Educación para Todos en el Mundo
En Uganda,
la incidencia
del VIH/SIDA ha
disminuido mucho
en los últimos
años entre las
personas que
cursaron la
enseñanza
primaria o
secundaria.
puede ocurrir que algunos países se vean
confrontados a efectuar una elección entre la
ampliación de la cobertura del sistema educativo
y la mejora de su calidad, o entre distintos
aspectos de la calidad.
En los países ricos que han alcanzado los
objetivos de la EPT, el gasto público dedicado a la
educación representa una parte más importante
del PIB que en los países más pobres, donde es
necesario desarrollar unos sistemas escolares
con financiación escasa y cobertura insuficiente.
Por ejemplo, el promedio del gasto público en la
región de América del Norte y Europa Occidental
asciende a un 5,2%, mientras que en la India
alcanza un 4,1%, en el África Subsahariana un
3,3% y en Asia Oriental y el Pacífico un 3,9%.
Las tendencias registradas entre 1998 y 2001 no
presentan rasgos particulares: el gasto público
ha aumentado o disminuido espectacularmente
en varios países en desarrollo.
Correlativamente, la Proporción de Alumnos por
Docente (PAD) es baja en los países donde la
escolarización es elevada (en América del Norte
y Europa Occidental, Europa Central y Oriental y
Asia Central las PAD son inferiores a 20/1), pero
alcanza cifras elevadas allí donde la escolarización
es insuficiente, especialmente en el África
Subsahariana y Asia Meridional y Occidental. En
estas últimas regiones, las PAD son superiores
a 35/1, e incluso rebasan la proporción de 55/1
en varios países africanos. Entre 1990 y 2001,
el promedio regional en el África Subsahariana
pasó de 40/1 a 44/1, mientras que en Asia
Meridional y Occidental permaneció estable en
torno a la proporción 40/1. Algunos países
–sobre todo en el África Austral– tienen que
afrontar el desafío suplementario de la epidemia
del sida. En Zambia, por ejemplo, más de
800 maestros de primaria murieron del sida en
2000, lo cual representa la mitad del total de los
nuevos maestros formados ese mismo año.
La calidad de los docentes, que es un elemento
fundamental, sigue siendo insuficiente en
muchos países en desarrollo. Las calificaciones
exigidas para ejercer la docencia en la
enseñanza primaria son muy variables –en
26 países del África Subsahariana, por ejemplo,
oscilan entre 12 y 17 años de estudios– y además
estas normas no se suelen cumplir. Por otra
parte, el reparto de los docentes es muy
desigual dentro de cada país y a las regiones
más desfavorecidas se les asignan, por regla
general, los docentes menos formados.
No obstante, las calificaciones formales tienen
menos importancia que las competencias
prácticas y la conducta de los docentes. Hay
datos que confirman que, en muchas regiones
del mundo, están bastante extendidos tanto
el absentismo de los docentes como su falta
de dominio de los programas de estudio.
¿Cuál es el valor de
una educación de calidad
Está suficientemente demostrado que los beneficios
de la educación para las personas y la
sociedad son tanto mayores cuanto mejor es
la calidad de la educación. Por ejemplo, los
mejores resultados escolares –tal como se
miden por las puntuaciones conseguidas por
los alumnos en los tests de aprovechamiento
escolar– guardan una estrecha relación con
la obtención de ingresos más elevados en el
mercado de trabajo. Por consiguiente, las
diferencias en la calidad de la educación parecen
indicar diferencias de productividad entre los
trabajadores. Además, en el caso de los trabajadores
de los países en desarrollo, las
repercusiones de la calidad de la educación en
los salarios parecen ser mayores que en el caso
de los trabajadores de sociedades más industrializadas.
Algunos trabajos de investigación
empíricos han demostrado que una educación de
calidad mejora el potencial económico nacional.
Una vez más, la calidad de la mano de obra
–medida también por las puntuaciones obtenidas
en los tests– parece ser un importante factor
determinante del desarrollo económico y, por
lo tanto, de la capacidad de los gobiernos para
disminuir la pobreza.
Estos beneficios no se derivan solamente
del desarrollo cognitivo que la educación
trae consigo. Es evidente que la honradez,
la fiabilidad, la determinación y la aptitud para
dirigir, así como la disposición para trabajar
en el seno de las jerarquías de la vida moderna,
constituyen características valorizadas por la
sociedad. Estas competencias las proporciona
y mantiene, en parte, el sistema escolar.
Asimismo, está demostrado que los varones
inteligentes pero indisciplinados, inconstantes
y poco fiables que han desertado el sistema
educativo no sólo obtienen menos ingresos que
los que poseen un mismo nivel de aptitud y han
adquirido conocimientos en la escuela, sino que