Semana de Orientación Profesional Semana de Orientación

EL CENTRO POR DENTRO
ANTIGUOS ALUMNOS DE LA PROMOCIÓN 2008-2009
CUENTAN SUS EXPERIENCIAS EN LOS COMIENZOS DE
ESTA NUEVA ETAPA PROFESIONAL
Pablo Fernández Delgado
Ernst & Young
Máster en Derecho Empresarial 2008-2009
Mª del Carmen Constante
Quintanilla
Farnos Franch
Máster en Tributación 2008-2009
El hombre siempre es estudiante. Pero, obviamente, la etapa universitaria,
alegre y confiada, en formación, finaliza en la mayoría
de los casos con la licenciatura. ¿Y ahora qué, ¿qué hacer
Hay que tomar una decisión entre las diferentes alternativas que
te plantea el futuro inmediato.
Creo que yo elegí la mejor, o por lo menos la más segura, esto
es, seguir estudiando y formándome para poder hacer un digno
papel en el rol que he elegido y en el que pretendo ser feliz en
la medida en que, realizándolo, encuentre la satisfacción que
espero. Y no me estoy refiriendo tan solo a cuestiones económicas.
Hay más.
Y si gracias a esa elección alcancé un notorio grado de formación
académica en determinadas disciplinas del Derecho, no es
menos cierto que, para mí, lo más importante fue poder disfrutar
humanamente de ese grupo de compañeros y profesores. Unos
eran más aplicados, otros menos, otros más simpáticos, otros
más serios, pero todos de una calidad humana que por sí sola
ya justifica sobradamente la elección. Ni siquiera mi paso por
“Erasmus” pudo darme una experiencia tan gratificante.
Se acaba el máster y te eligen. Empiezas a trabajar en un despacho
sobre supuestos reales. A veces casi imploras al cliente que
por favor te suministre todo.
Cuando ya tienes el miura delante, vas a casa por la noche y
echas mano a los capotes de los denostados “APIS” y verificas
con alegría que eso ya lo hemos estudiado y que puedes aplicarlo
al caso. ¡Qué placer! La satisfacción del trabajo bien hecho.
Pero no siempre es así. He notado que la profusión legislativa,
sus constantes cambios, especialmente en materia tributaria,
su dispersión, su falta de estructuración, la falta de rigor en la
gramática, etc., hacen que tu criterio vacile ante la exégesis interpretativa
que el singular caso requiere. Pero ahí estás tú y la
jurisprudencia y, como no, los compañeros que con su experiencia
te ayudan a seguir estudiando.
Es nuestro sino y nuestra ilusión: estudiar, formarte y disfrutar
con el trabajo y con la amistad de los compañeros y, como siempre
se ha dicho en Andalucía, también de las compañeras.
Os deseo a todos que, por lo menos, tengáis la misma suerte
que estoy teniendo yo.
Podría iniciar este escrito intentando describir mis sensaciones
cuando comencé en el Centro de Estudios: desde los nervios del
primer día a lo vivido durante todo ese año. Suponía un reto distinto.
Más que un nuevo curso, era algo que iba mucho más allá;
de hecho, considero que aún no sé todo lo que ese año influirá
en mi vida.
Lo obvio sería resaltar que, de todos los meses en el Centro, lo
que más valoro es la formación recibida. Pero siendo sincera, y
aún considerando que ha sido excelente, para mí no ha sido lo
fundamental. Por eso, os podría decir que me quedo con los contactos
personales que he hecho, con las experiencias, dentro y
fuera del Centro, con la convivencia con mis compañeros… Tampoco
eso aportaría nada diferente a lo que todos hemos vivido:
estos sentimientos son comunes a los de mis compañeros.
El final de las clases era el inicio de mi camino. Por supuesto, el
aspecto profesional era fundamental llegado ese punto, pero también
desde el ámbito personal implicaba un gran reto. Desde que
comencé en Arco Abogados, antes Farnós-Franch, me he dado
cuenta de que, si bien mi formación tributaria me ayuda cada día
a intentar hacer mi trabajo lo mejor posible (para mis jefes nunca
es suficiente, ya que destrozan mis escritos una vez sí y otra también),
tampoco, desde la perspectiva profesional, es el elemento
clave.
Tengo la suerte de trabajar con unos grandes profesionales, todos
y cada uno de los cuales son brillantes en su trabajo. Pero,
sobre todo, valoro mi suerte al poder convivir con unas personas
que considero excelentes. No solo me refiero a mis jefes, para los
que no tengo más que buenas palabras (aunque suene raro, es
un sentimiento totalmente sincero), sino a cada persona que está
conmigo en el despacho, especialmente a la “turuta” que viene de
“las afueras” (y es que nosotras no somos juniors…).
Está claro que como profesional me queda muchísimo que aprender;
según mis jefes, la culpa es del sistema, no mía. Sé que el camino
no es fácil. Son demasiados sentimientos, inquietud, ganas,
humildad, paciencia (sobre todo con alguno de mis jefes), pero
estoy convencida de que merecerá muy mucho la pena recorrerlo
y que será enormemente gratificante.
Tanto a nivel profesional como a nivel personal, y gracias a cada
una de las personas que me rodean, estoy convencida de que
esta es una etapa extraordinaria en mi vida. El inicio de mi propio
camino.
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