Libro de Actas - Europa
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i congreso europeo de cooperación territorial europea y de vecindad 110 una responsabilidad. Por ello, así como por constituir una evidente ruta de comercio internacional, las regiones marítimas del sur de la Unión Europea, aun hallándose en la periferia europea, vienen gozando de una trascendencia esencial tanto para el gobierno de Europa, como para el de toda la cuenca del Mediterráneo. En un momento histórico en el que coinciden la reformulación del concepto de Estado- Nación con diferentes procesos de descentralización y la asunción por parte de la Unión Europea (UE) de nuevas competencias como consecuencia de la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, las regiones mediterráneas de la UE tienen, a pesar de sus limitaciones propias, así como las derivadas del impacto de la crisis económica y financiera internacional en el marco de los países que las albergan, la necesidad de explorar las vías que les permitan influir en el proceso de integración europea, pero también en la construcción de un espacio mediterráneo de estabilidad, paz y progreso. Particularmente, no resulta ninguna novedad argumentar que Europa y el Mediterráneo son en la actualidad las dimensiones igualmente decisivas para ellas. Si bien es cierto que existen unos condicionantes específicos, y muchas veces no precisamente beneficiosos, que limitan o modelan de partida tanto la dimensión europea como la específicamente mediterránea, resulta también innegable que cualquier análisis debe ser muy positivo en relación tanto a la pertenencia de sus regiones más meridionales a la UE, como a su participación en el marco de la gobernanza del Mediterráneo. De hecho, tanto la identificación como la gratitud para con ambos proyectos (evidentemente interdependientes e interconectados entre sí) desde los diferentes planos político, social, cultural o económico, son notables. La pertenencia a la UE ha posibilitado la integración de estas regiones ribereñas en un entramado de gobierno a varios niveles que si bien condiciona su actuación política, también promueve la sujeción de los poderes públicos a los criterios de participación ciudadana, transparencia, eficacia, eficiencia o evaluación de las políticas públicas, lo que fortalece tanto su legitimidad como el respaldo de los ciudadanos. Particularmente, los principios europeos de cohesión económica y social (incluida para con las regiones limítrofes europeas entre las que se encuentran la mayor parte de las del Mediterráneo no pertenecientes a la UE, a través de iniciativas como la Política Europea de Vecindad o la cooperación transnacional y transfronteriza) han consolidado la convergencia regional a niveles superiores (aunque en algunos casos todavía no suficientes) de desarrollo económico. Últimamente se viene intentando presentar también a las regiones ribereñas de la UE como «puertas del Mediterráneo» o como «puentes entre África y Europa». De hecho, estas denominaciones hacen una evidente referencia a una situación geoestratégica importante, pero encierran también elementos de tensión y potenciales conflictos. A pesar de ello, no se puede negar tampoco la sensibilidad y el espíritu pro-mediterráneo y pro-
La cooperación regional en el Mediterráneo Norte 111 europeo. En este sentido, el litoral mediterráneo norte viene siendo un actor tradicional de los procesos de integración europea y mediterránea. Su movilización directa hacia Bruselas, así como sus iniciativas para crear contactos con las instituciones de la UE, pero también con las autoridades sub-estatales de otros países, principalmente dentro del marco de la cuenca del Mediterráneo, son extensas y destacadas. No cabe duda de que las consecuencias de la integración europea han sido muchas para estas sociedades más meridionales de la UE. Como bien señalaban Fernández y Mota en el específico caso andaluz (Fernández y Mota, 2009: 14), resulta generalizable al conjunto de regiones de la UE bañadas por el Mediterráneo, que el impacto de la integración europea no se ha limitado a «la entrada de flujos de capital para el desarrollo de determinadas áreas y sectores, sino que la pertenencia a la UE también ha afectado al diseño de las administraciones autonómicas, a la manera de elaborar e implementar las políticas públicas, a las modalidades e intensidad de la participación de diversos actores en el proceso político; en definitiva, a la manera de gobernar que se ha ido adoptando de acuerdo con el modelo de gobernanza europea», participando por ello y de alguna manera en el gobierno de Europa. Si bien es cierto que la acción exterior o internacional de las regiones más meridionales de la UE en lo que se refiere tanto a los ámbitos europeo como mediterráneo, no tiene en todos los casos idéntica carga simbólica, su trayectoria viene determinada por su doble condición de arenas primordiales de la implementación de las políticas europeas, con influencia tanto en el territorio europeo como en el de sus socios más próximos, así como en el caso de las más activas, con posibilidades dentro de su marco nacional, e interesadas, en calidad de actores del proceso de toma de decisiones europeo. Dentro de este ámbito de actividad y estrategia regional en el plano internacional, los territorios situados en la ribera europea del Mediterráneo se erigen en evidentes protagonistas de las dinámicas mediterráneas, utilizando muchos y muy variados resortes de movilización y participación. De hecho, forman parte de diferentes redes, asociaciones interregionales, o suscriben acuerdos bilaterales de cooperación; pero también (en mayor o menor grado según las específicas circunstancias) ubican delegaciones en el extranjero, fomentan visitas y viajes internacionales al más alto nivel de representación pero también de específico contenido comercial; todo ello sin pasar nunca por alto sus tradicionales prioridades políticas fuera del marco de la UE. Por lo que respecta específicamente a la participación regional en redes, asociaciones interregionales, y acuerdos regionales bilaterales de cooperación, el fenómeno del asociacionismo interregional ha constituido en los últimos años un notable marco de actuación para las regiones europeas mediterráneas que se han integrado, entre otros, en
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i congreso europeo <strong>de</strong> cooperación territorial europea y <strong>de</strong> vecindad<br />
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una responsabilidad. Por ello, así como por constituir una evi<strong>de</strong>nte ruta <strong>de</strong> comercio<br />
internacional, las regiones marítimas <strong>de</strong>l sur <strong>de</strong> la Unión Europea, aun hallándose en la<br />
periferia europea, vienen gozando <strong>de</strong> una trascen<strong>de</strong>ncia esencial tanto para el gobierno<br />
<strong>de</strong> <strong>Europa</strong>, como para el <strong>de</strong> toda la cuenca <strong>de</strong>l Mediterráneo.<br />
En un momento histórico en el que coinci<strong>de</strong>n la reformulación <strong>de</strong>l concepto <strong>de</strong> Estado-<br />
Nación con diferentes procesos <strong>de</strong> <strong>de</strong>scentralización y la asunción por parte <strong>de</strong> la Unión<br />
Europea (UE) <strong>de</strong> nuevas competencias como consecuencia <strong>de</strong> la entrada en vigor <strong>de</strong>l<br />
Tratado <strong>de</strong> Lisboa, las regiones mediterráneas <strong>de</strong> la UE tienen, a pesar <strong>de</strong> sus limitaciones<br />
propias, así como las <strong>de</strong>rivadas <strong>de</strong>l impacto <strong>de</strong> la crisis económica y financiera<br />
internacional en el marco <strong>de</strong> los países que las albergan, la necesidad <strong>de</strong> explorar las<br />
vías que les permitan influir en el proceso <strong>de</strong> integración europea, pero también en la<br />
construcción <strong>de</strong> un espacio mediterráneo <strong>de</strong> estabilidad, paz y progreso. Particularmente,<br />
no resulta ninguna novedad argumentar que <strong>Europa</strong> y el Mediterráneo son en la<br />
actualidad las dimensiones igualmente <strong>de</strong>cisivas para ellas.<br />
Si bien es cierto que existen unos condicionantes específicos, y muchas veces no precisamente<br />
beneficiosos, que limitan o mo<strong>de</strong>lan <strong>de</strong> partida tanto la dimensión europea como la<br />
específicamente mediterránea, resulta también innegable que cualquier análisis <strong>de</strong>be ser<br />
muy positivo en relación tanto a la pertenencia <strong>de</strong> sus regiones más meridionales a la UE,<br />
como a su participación en el marco <strong>de</strong> la gobernanza <strong>de</strong>l Mediterráneo. De hecho, tanto la<br />
i<strong>de</strong>ntificación como la gratitud para con ambos proyectos (evi<strong>de</strong>ntemente inter<strong>de</strong>pendientes<br />
e interconectados entre sí) <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los diferentes planos político, social, cultural o económico,<br />
son notables. La pertenencia a la UE ha posibilitado la integración <strong>de</strong> estas regiones ribereñas<br />
en un entramado <strong>de</strong> gobierno a varios niveles que si bien condiciona su actuación política,<br />
también promueve la sujeción <strong>de</strong> los po<strong>de</strong>res públicos a los criterios <strong>de</strong> participación<br />
ciudadana, transparencia, eficacia, eficiencia o evaluación <strong>de</strong> las políticas públicas, lo que<br />
fortalece tanto su legitimidad como el respaldo <strong>de</strong> los ciudadanos. Particularmente, los principios<br />
europeos <strong>de</strong> cohesión económica y social (incluida para con las regiones limítrofes<br />
europeas entre las que se encuentran la mayor parte <strong>de</strong> las <strong>de</strong>l Mediterráneo no pertenecientes<br />
a la UE, a través <strong>de</strong> iniciativas como la Política Europea <strong>de</strong> Vecindad o la cooperación<br />
transnacional y transfronteriza) han consolidado la convergencia regional a niveles superiores<br />
(aunque en algunos casos todavía no suficientes) <strong>de</strong> <strong>de</strong>sarrollo económico.<br />
Últimamente se viene intentando presentar también a las regiones ribereñas <strong>de</strong> la UE<br />
como «puertas <strong>de</strong>l Mediterráneo» o como «puentes entre África y <strong>Europa</strong>». De hecho,<br />
estas <strong>de</strong>nominaciones hacen una evi<strong>de</strong>nte referencia a una situación geoestratégica importante,<br />
pero encierran también elementos <strong>de</strong> tensión y potenciales conflictos. A pesar<br />
<strong>de</strong> ello, no se pue<strong>de</strong> negar tampoco la sensibilidad y el espíritu pro-mediterráneo y pro-