Literatura con gran estilo - La Opinión
Literatura con gran estilo - La Opinión
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Saberes<br />
<strong>La</strong> Opinión A Coruña<br />
suplemento<br />
de cultura<br />
número<br />
163<br />
sábado, 1 de diciembre de 2007<br />
■ PLANETA ARRIAGA (5)<br />
■ LA POÉTICA ‘CANALLA’<br />
DE MELENDI (6)<br />
■ FE EN LAS MALAS<br />
CALLES(8)<br />
■ DEMIURGO AUSTER (10)<br />
<strong>Literatura</strong><br />
<strong>con</strong> <strong>gran</strong> <strong>estilo</strong><br />
Dos volúmenes reúnen los escritos<br />
dispersos, inen<strong>con</strong>trables e inéditos<br />
de Juan Benet sobre teoría literaria<br />
FRANCISCO GARCÍA PÉREZ<br />
A pocas semanas de cumplirse los quince<br />
años de su muerte, la encomiable labor de una<br />
pequeña editorial vallisoletana ha <strong>con</strong>seguido<br />
fijar el grueso de los escritos que Juan<br />
Benet dedicó al arte de hacer literatura. En<br />
efecto, <strong>con</strong> ellos y <strong>con</strong> un ejemplar de <strong>La</strong> inspiración<br />
y el <strong>estilo</strong>, cualquier lector curioso<br />
puede por fin formarse una cabal idea de lo<br />
que el <strong>gran</strong>, vituperado, irritante, glorificado,<br />
tan temido como odiado, plomizo o genial<br />
Benet pensaba sobre la literatura. <strong>La</strong> pintoresca<br />
ignorancia casticista, que sólo a sí<br />
misma se tiene por timbre de autenticidad,<br />
hace que estos dos volúmenes, tan esmeradamente<br />
editados y anotados por Mauricio<br />
Jalón, aparezcan en una época en la que el<br />
más decidido en<strong>con</strong>o parece cebarse <strong>con</strong>tra la<br />
obra benetiana.<br />
Pasa a la página 2
Saberes 2<br />
<strong>La</strong> Opinión A Coruña<br />
Sábado, 1 de diciembre de 2007<br />
<strong>Literatura</strong> <strong>con</strong> <strong>gran</strong> <strong>estilo</strong><br />
Viene de la primera página<br />
Pero mal año para quienes en esa feligresía<br />
de pandereta y sal gruesa militan, pues<br />
incluso una poco atenta lectura de estos dos<br />
libros les obligará a medirse <strong>con</strong> unas reflexiones<br />
literarias que siempre ofrecen el más<br />
alto nivel que echarse a la cara en los últimos<br />
30 o 40 años de nuestro país.<br />
En un período que cubre más o menos los<br />
años setenta y la primera mitad de los ochenta<br />
del pasado siglo, Juan Benet desarrolló su<br />
poética (sus ideas sobre la naturaleza y principios<br />
de la literatura) de modo disperso, en<br />
prólogos, <strong>con</strong>ferencias, artículos y pequeños<br />
ensayos, sabedor como era de que el grueso<br />
de la misma ya se había definido de una vez<br />
para siempre en <strong>La</strong> inspiración y el <strong>estilo</strong>.<br />
Podríamos resumirla en estos siete puntos:<br />
1.-El <strong>gran</strong> mandamiento: sólo un <strong>gran</strong> <strong>estilo</strong><br />
hace a un <strong>gran</strong> escritor. El argumento, la<br />
trama, son elementos secundarios al servicio<br />
de ese <strong>estilo</strong>: “Es <strong>estilo</strong> es el hombre”,<br />
recuerda Bossuet.<br />
2.-Los <strong>gran</strong>des maestros de la prosa castellana<br />
han de buscarse solamente entre los<br />
autores del Siglo de Oro para quienes el <strong>estilo</strong><br />
prevalezca sobre la acumulación de estampas<br />
realistas, pintorescas o argumentales.<br />
Amén de Cervantes, Bernal Díaz del Castillo<br />
y Fray José de Sigüenza, por ejemplo. Pero<br />
no, también como ejemplo, el Guzmán de<br />
Alfarache.<br />
3.-Es preciso abrir las puertas a las mejores<br />
tradiciones literarias de otros países (en<br />
especial, la anglosajona) para que purifiquen<br />
el enrarecido aire costumbrista, tabernario y<br />
eclesial que ahoga las obras de escritores<br />
como Galdós, Pardo Bazán, Azorín… o los del<br />
“realismo social” del XX: Cela, Juan Goytisolo,<br />
Ferres y López Salinas… “Cambio todo<br />
Galdós por una página de Stevenson” fue la<br />
frase benetiana que hizo fortuna. Valdrían<br />
también Faulkner, Conrad, Proust…<br />
4.- Cualquier intención literaria que no sea<br />
la meramente artística será tenida por espuria,<br />
pues, al <strong>con</strong>siderarla siquiera, el autor se<br />
entrega a otros objetivos que nada tienen<br />
que ver <strong>con</strong> la labor creadora. Así pues, el<br />
“mensaje” o el “simbolismo” de una obra no<br />
hacen otra cosa que depreciar su valor y<br />
menospreciar al lector auténtico. Moby Dick<br />
es una <strong>gran</strong> novela en cuanto que relata <strong>con</strong><br />
altísimo <strong>estilo</strong> la lucha a muerte de unos<br />
hombres <strong>con</strong>tra un gigantesco cetáceo, no en<br />
cuanto que simbolice o pueda simbolizar la<br />
Juan Benet<br />
Infidelidad<br />
del regreso<br />
(Ensayos sobre la<br />
narrativa española<br />
clásica y<br />
<strong>con</strong>temporánea)<br />
215 páginas<br />
Una biografía<br />
literaria<br />
(Ensayos sobre<br />
literaturas<br />
extranjeras)<br />
209 páginas<br />
Edición de Mauricio<br />
Jalón<br />
Cuatro Ediciones<br />
Valladolid, 2007<br />
lucha <strong>con</strong>tra el mal.<br />
5.-<strong>La</strong> crítica literaria<br />
no debe regirse<br />
por los cánones establecidos<br />
en los ámbitos<br />
profesorales o universitarios,<br />
tan proclives<br />
a etiquetar,<br />
agrupar, encuadrar…<br />
y, por todo ello, a simplificar.<br />
Antes bien,<br />
un gusto educado en<br />
la alta dicción y el alto<br />
pensamiento será el<br />
único motor del crítico,<br />
permitiéndole no pocas arbitrariedades y<br />
rechazos que mantendrán avivado un en verdad<br />
enriquecedor fuego polemista.<br />
6.- Cualquier digresión, salto temporal o<br />
alternancia del punto de vista narrativo no<br />
sólo enriquecen la novela, sino que resultan<br />
en extremo útiles para alumbrar la única<br />
verdad que debe cobijar todo buen narrador:<br />
trabaja siempre sobre la incertidumbre,<br />
entendiendo “sobre” como “por encima de” y<br />
como “acerca de”.<br />
7.- El párrafo y, más aún, la línea deben<br />
en<strong>con</strong>trarse preñados de <strong>estilo</strong>. Si bien<br />
importa el <strong>con</strong>junto, sus componentes han de<br />
mostrar uno por uno el dominio del autor<br />
sobre su arte.<br />
los mejores<br />
Benet escribe sobre Faulkner en<br />
1951, cuando en España sólo se<br />
hablaba de Cela y de otros<br />
tremendistas. El novelista de los<br />
Estados Unidos del sur, junto al<br />
inglés Joseph Conrad, era uno de<br />
los santos de su mayor devoción<br />
Conviene situarse en los susodichos<br />
comienzos de los setenta para calibrar el<br />
empeño teórico benetiano. En un país como<br />
aquella España donde la teoría literaria<br />
vivía de los rescoldos del realismo social (o<br />
socialista), del nuevo evangelio anunciado<br />
por los estructuralistas franceses (Barthes a<br />
la cabeza, Todorov y la revista Tel Quel,<br />
Sarraute, también Blanchot y Bataille…) o<br />
de la erudición académica y universitaria,<br />
Benet comenta <strong>con</strong> largueza a Kafka, Mann,<br />
Sterne, el Benito Cereno de Melville, a<br />
Crane, E. E. Cummings (apenas <strong>con</strong>ocido<br />
hoy mismo), a Heller, a Isaiah Berlin, a<br />
Frances Ba<strong>con</strong> o a Euclides da Cunha… por<br />
no citar a clásicos de ahora pero ignorados o<br />
apenas entrevistados entonces como Mommsen,<br />
Saint Simon o Sir James Frazer. Y lo<br />
mismo aplaudía a un Beckett o a un Thomas<br />
Bernhard recién traducido que lanzaba una<br />
andanada cumplida <strong>con</strong>tra el, entonces, intocable<br />
Ulises de Joyce. Su mirada crítica<br />
repasa también autores españoles <strong>con</strong>temporáneos,<br />
sobre cuya amistad brinca gracias<br />
al humor: espléndida imagen de García Hortelano<br />
como santo hindú o el juego de una<br />
jocosa e inesperada frase liminar: “Manuel<br />
Vicent es un tanto anormal”. (Acaso fuera de<br />
justicia imponer como penitencia a la hueste<br />
antibenetiana un trabajo sobre el humor en<br />
Benet, tema tan rico que les haría, por fin,<br />
comenzar a leerlo <strong>con</strong> provecho. Por ejemplo,<br />
recuerda en estas páginas que, enterado<br />
de que había sacado libro y de sus esfuerzos<br />
por <strong>con</strong>seguir buenas ventas del mismo, un<br />
amigo dentista le espetó: “Yo no me lo compro<br />
si no me das el importe”).<br />
…y Faulkner<br />
Ciencias<br />
y letras<br />
“Si escribo novelas es por abandonar esa<br />
actitud cientificista en la que me ha tocado<br />
vivir y <strong>con</strong> la que me gano la vida; pues a mí<br />
me repugna la ciencia, y me repugna porque,<br />
como todo joven ingenuo, me hice ingeniero<br />
porque creía en ella. Perdí la <strong>con</strong>fianza en lo<br />
científico, pronto o tarde. Si hay algo engañoso<br />
es la ciencia, que sólo se sustituye a sí<br />
misma, que se muerde la cola y hace que el<br />
individuo viva en un aparente espejismo de<br />
claridad. Pues la ciencia lo único que hace es<br />
eliminar cosas, y acomodarle su hábitat para<br />
que él crea vivir en un mundo de <strong>con</strong>ocimientos<br />
y de luces. <strong>La</strong> literatura, al menos,<br />
me ha dado el sosiego de que no tengo por<br />
qué creer en nada. El hombre de letras que<br />
más me interesa es el que vive fundamentalmente<br />
de la incertidumbre; él sabe que el<br />
misterio que nos rodea no será esclarecido<br />
nunca (lo cual, en cambio, pregona el hombre<br />
de ciencias), sabe que fuera de ese pequeño<br />
ámbito iluminado del <strong>con</strong>ocimiento no hay<br />
sino tinieblas y misterio. Eso es lo que le da<br />
interés a la estancia en este mundo, por<br />
mucho que aumente el diámetro del círculo<br />
de luz”.<br />
(Juan Benet,<br />
Infidelidad del regreso, páginas 193-4)<br />
Baroja entre los de casa y Joseph Conrad<br />
entre los ingleses serían los santos de su<br />
mayor devoción (aunque por causas bien distintas<br />
y matizadas) si no hubiese existido<br />
William Faulkner. Sin duda, uno de los<br />
mayores méritos de una biografía literaria<br />
radica en haber juntado textos de muy diferentes<br />
épocas, pero testigos iguales de la<br />
gigantesca admiración de Benet por el novelista<br />
sureño. Desde unos apuntes razonados<br />
para andar por casa (que Benet escribe <strong>con</strong><br />
24 años, ¡en 1951!, cuando en España sólo se<br />
hablaba de Cela y de otros tremendistas)<br />
hasta divertidas notas de lectura para una<br />
editorial, sin olvidar una <strong>con</strong>ferencia que<br />
explica punto por punto el porqué Faulkner<br />
es su autor de cabecera.<br />
Dos volúmenes distintos, pues, pero un<br />
solo Benet verdadero, lector exigente siempre<br />
y, por ello, crítico duro como piedra de<br />
afilar. Su listón siempre estuvo más alto,<br />
nunca se <strong>con</strong>formaba, ni <strong>con</strong> su propia obra:<br />
“Todos hemos cumplido <strong>con</strong> un deber, pero<br />
no <strong>con</strong> una alta misión”.
<strong>La</strong> Opinión A Coruña<br />
Sábado, 1 de diciembre de 2007<br />
3 Saberes<br />
Lecturas<br />
De los horrores de<br />
la guerra<br />
Transparente<br />
como el<br />
hielo<br />
R. GARRIDO<br />
Con tan sólo 24 años, Stephen Crane cambió<br />
el curso de la literatura bélica <strong>con</strong> <strong>La</strong> roja<br />
insignia del valor. Por primera vez, la guerra<br />
deja de ser un escenario romántico para<br />
<strong>con</strong>vertirse en un infierno de fango, desesperación<br />
y miedo. <strong>La</strong> novela no tardó en <strong>con</strong>vertirse<br />
en un best-seller que atrajo la atención<br />
de todo tipo de lectores, incluidos los<br />
más jóvenes. Crane <strong>con</strong>juga <strong>con</strong> talento inigualable<br />
la descripción expresionista del<br />
campo de batalla <strong>con</strong> las dudas que siente el<br />
individuo hacia su valor en una situación<br />
extrema.<br />
Ambientada en la guerra civil americana,<br />
un joven se alista voluntario ingenuamente<br />
para defender unos ideales que serán destruidos<br />
<strong>con</strong> el fragor de los cañonazos. Su capacidad<br />
narrativa y agilidad de los diálogos sorprendieron<br />
a autores como Joseph Conrad,<br />
Henry James o H. G. Wells, aunque serían los<br />
<strong>La</strong> roja insignia<br />
del valor<br />
STEPHEN CRANE<br />
Rey Lear.<br />
192 páginas<br />
narradores norteamericanos de la Generación<br />
Perdida (Ernest Hemingway, John Dos<br />
Passos, William Faulkner...) quienes más se<br />
verían influidos por la prosa de Stephen<br />
Crane (1871-1900).<br />
Crane no había nacido, así pues, cuando<br />
1865 acabó la guerra entre yanquis y <strong>con</strong>federados<br />
que, en realidad, es<strong>con</strong>día el <strong>con</strong>flicto<br />
e<strong>con</strong>ómico entre los industriales de los<br />
estados del Norte <strong>con</strong> los de un Sur agrícola.<br />
Y, sin embargo, pese a no haber presenciado<br />
Con ‘<strong>La</strong> roja insignia del valor’,<br />
la literatura bélica deja de ser<br />
un escenario romántico<br />
aquellas batallas donde los soldados sangraban<br />
y morían bajo los cañonazos de la artillería,<br />
<strong>La</strong> roja insignia del valor (1895) parece<br />
ser la novela de un testigo directo de aquellos<br />
horrores. El realismo de los detalles que<br />
describe entre las trincheras impresionó tan<br />
poderosamente a los lectores que medio<br />
mundo se rindió a su destreza novelística y el<br />
libro se <strong>con</strong>virtió en un superventas.<br />
Desde Inglaterra, Joseph Conrad escribía<br />
a propósito de esta obra que “durante el<br />
transcurso de la lectura de aquel librito,<br />
merecedor de un re<strong>con</strong>ocimiento tan ruidoso,<br />
había crecido mi interés por la personalidad<br />
del autor”. Ambos se se <strong>con</strong>ocerían, por<br />
fin, durante un almuerzo en Londres, expresándose<br />
su mutua admiración.<br />
ALFONSO LÓPEZ ALFONSO<br />
Félix Romeo, crítico original que estira<br />
siempre los márgenes de la literatura para<br />
acercarnos lo nuevo, dice en el prólogo que<br />
este libro está escrito para cubrir al lector<br />
como una transparente losa de hielo. Es<br />
justo esa sensación la que tenemos mientras<br />
leemos <strong>La</strong> hierba amarga.<br />
A Marga Minco, que en realidad se llama<br />
Sara Menco, los desperezos de la bestia nazi<br />
la cogieron tan descuidada como a todos sus<br />
vecinos de Breda. Joven judía, en esta obra<br />
mínima e imprescindible —tanto que estará<br />
junto a las de Primo Levi, Imre Kertész o<br />
Wladyslaw Szpilman— narra su propia salida<br />
de Egipto —los judíos lo <strong>con</strong>memoran<br />
tomando la hierba amarga del título— y<br />
cómo en el camino deja a toda su familia.<br />
Ocupada Breda por los alemanes, Marga se<br />
va <strong>con</strong> sus padres a Amsterdam, donde un<br />
buen día llaman a la puerta y ella, que ya<br />
sabe lo que los espera, <strong>con</strong>sigue huir: “Despacio,<br />
cerré la puerta del jardín a mis espaldas<br />
y salí corriendo. Seguí corriendo hasta<br />
llegar a la Frederiksplein. No había nadie<br />
por la calle, sólo había un perro olfateando<br />
los edificios. Crucé la plaza. Era como si<br />
estuviera sola en una ciudad abandonada”.<br />
Pero aún no estaba completamente sola, aunque<br />
lo estaría muy pronto. Después de que<br />
detengan a sus padres ella se decolora el pelo<br />
y vive por un tiempo <strong>con</strong> su hermano Dave y<br />
su cuñada Lotte, hasta que la casera sospecha<br />
y los pone en la calle. Deciden entonces<br />
tomar un tren para Utrecht. Para no levantar<br />
sospechas pasan el <strong>con</strong>trol de la estación<br />
por separado, pero detienen a su cuñada y su<br />
Una sociedad casi perfecta<br />
M.S. SUÁREZ LAFUENTE<br />
<strong>La</strong> novela aclara muy pronto las líneas<br />
vitales de los personajes, tan “casi perfectos”<br />
como la vida misma, como el crimen aparente<br />
de la trama, que no es más ni menos que un<br />
cúmulo de a<strong>con</strong>tecimientos que <strong>con</strong>fluyen en<br />
un gesto equivocado. <strong>La</strong> protagonista se<br />
expresa en primera persona, en lenguaje<br />
informal y cercano que rompe el dramatismo<br />
y <strong>con</strong>vierte los a<strong>con</strong>tecimientos en cotidianos.<br />
Sólo <strong>con</strong>oceremos su punto de vista y unas<br />
pocas citas de diarios y de cartas de sus hijos.<br />
Ella se dota a sí misma de dos defectos físicos<br />
notorios: es tuerta y coja, y lleva un parche<br />
en un ojo y un alza en un zapato, lo que<br />
nos hace recordar a una tuerta ilustre, la princesa<br />
de Éboli, a quien se hace referencia en la<br />
novela, y también se menciona el único ojo del<br />
mítico Polifemo. Este único ojo puede apuntar<br />
a quien es privada de un ojo para que no vea<br />
más allá de lo que es <strong>con</strong>veniente, a quien se<br />
autocensura para no ver lo que la daña o para<br />
no saber más que los demás. O es una representación<br />
simbólica de la autora para indicar<br />
que sus personajes están marcados por los<br />
mismos prejuicios, ignorancia y ceguera<br />
moral que la sociedad en que se mueven.<br />
<strong>La</strong> novela se encuadra en una amplia tradición<br />
de mujeres detectives que <strong>con</strong> sólo aplicar<br />
el sentido común resuelven, sin ruido, las<br />
muertes que las rodean. Este proceso de<br />
“desentrañamiento” lleva aparejado muchas<br />
reflexiones, incluso <strong>con</strong>fesiones, sobre los problemas<br />
y las sinrazones que <strong>con</strong>lleva la <strong>con</strong>vivencia<br />
diaria de los miembros de una familia.<br />
El título de la novela alcanza aquí todo su significado:<br />
no hay persona que no sea, por definición,<br />
casi perfecta o, lo que es lo mismo, desde<br />
el punto de vista de quienes lo esperan todo de<br />
ti, imperfecta. Cuando la vida deja al descubierto<br />
los primeros desacuerdos, surgen las<br />
imperfecciones ajenas, que son un reflejo de<br />
las propias, <strong>con</strong> lo que la <strong>con</strong>vivencia se complica.<br />
Marina Mayoral vuelve a darnos el relato<br />
en primera persona de una mujer <strong>con</strong> capacidad<br />
para pensar y elegir, <strong>con</strong> la <strong>con</strong>vicción de<br />
que tiene todo el derecho a equivocarse.<br />
Casi perfecto<br />
MARINA MAYORAL<br />
Alfaguara,<br />
Madrid, 2007<br />
200 páginas<br />
’<strong>La</strong> hierba amarga’ estará junto<br />
a experiencias imprescindibles<br />
del siglo XX como la de<br />
Primo Levi, Imre Kertész o<br />
Wladyslaw Szpilman<br />
hermano se entrega <strong>con</strong> ella. Marga, ahora<br />
sola, sobrevive en el campo gracias a la<br />
ayuda de un amigo que le proporciona documentación<br />
falsa. Cuando se la entrega, Wout,<br />
ese amigo, le pide que actúe <strong>con</strong> normalidad,<br />
algo que ya no sabe muy bien cómo hacer:<br />
“Me había olvidado de mi forma de mirar<br />
cuando iba por la calle, cómo me sentía cuando<br />
subía al tren, lo que decía cuando entraba<br />
en una tienda”.<br />
<strong>La</strong> hierba amarga está escrita <strong>con</strong> la firmeza<br />
de quien ha paseado por el infierno, de<br />
quien ha visto el lado más oscuro de la humanidad<br />
y ya no espera nada, y menos que nada<br />
compasión.<br />
<strong>La</strong> hierba<br />
amarga<br />
MARGA MINCO<br />
Libros del Asteroide,<br />
Barcelona 2007<br />
106 páginas
Saberes 4<br />
<strong>La</strong> Opinión A Coruña<br />
Sábado, 1 de diciembre de 2007<br />
Lecturas<br />
Narraciones<br />
<strong>con</strong>densadas<br />
David <strong>La</strong>gmanovich<br />
acaba de publicar su<br />
primer libro de ficción<br />
en España. Con el título<br />
de ‘Los cuatro<br />
elementos’ el escritor<br />
argentino explora los<br />
límites de la brevedad<br />
en una obra en la que<br />
nunca falta un<br />
elemento de humor<br />
TERE GRADÍN<br />
Menoscuarto Ediciones es un proyecto<br />
editorial <strong>con</strong> pocos años de vida que dedica<br />
una especial atención en su colección Reloj<br />
de arena a la narrativa breve: del microrrelato<br />
al cuento, sin olvidar la novela corta. En<br />
Los cuatro elementos, el nuevo título que el<br />
sello de Palencia acaba de sacar a la luz, el<br />
escritor argentino David <strong>La</strong>gmanovich cultiva<br />
las distintas modalidades del microrrelato<br />
actual. Así, es posible en<strong>con</strong>trar visiones de<br />
la realidad social <strong>con</strong>temporánea, fábulas<br />
modernas, reescrituras de textos célebres y<br />
una exploración de los límites de la brevedad,<br />
sin que tampoco falten cuatro aterradoras<br />
visiones de un posible fin de los tiempos.<br />
Pero, además, en estas piezas medita sobre<br />
las características del fenómeno mismo de la<br />
Los cuatro<br />
elementos<br />
DAVID<br />
LAGMANOVICH<br />
Editorial<br />
Menoscuarto,<br />
166 páginas<br />
<strong>La</strong>gmanovich ha<br />
publicado más de<br />
treinta libros, entre la<br />
actividad académica<br />
y narrativa, y destaca<br />
por su escepticismo<br />
lleno de humor<br />
literatura, agregando siempre un elemento<br />
de humor, más delicado o más ácido según el<br />
caso, recursos que lo aproximan al lector.<br />
<strong>La</strong>gmanovich, que acaba de cumplir 80<br />
años, es escritor, profesor universitario y<br />
periodista nacido en Tucumán. Ha publicado<br />
más de treinta libros, entre la actividad aca-<br />
démica y narrativa, además de cultivar<br />
simultáneamente la crítica literaria, la poesía<br />
y el microrrelato. En este último género<br />
es autor de <strong>La</strong> hormiga escritora (2004),<br />
Casi el silencio (2005) y Menos de cien<br />
(2007). Los cuatro elementos es su primer<br />
libro de ficción que se publica en España. En<br />
la editorial Menoscuarto ya había publicado<br />
otras dos obras importantes, <strong>La</strong> otra mirada.<br />
Antología del microrrelato hispánico<br />
(2005) y El microrrelato. Teoría e historia<br />
(2006). Opina <strong>La</strong>gmanovich que la <strong>con</strong>densación<br />
del microrrelato es lo que lo hace independiente,<br />
en un ejercicio narrativo alejado<br />
de cualquier aditamento superficial, que se<br />
puede distinguir por el humorismo escéptico<br />
que utiliza en ocasiones, por la paradoja, la<br />
ironía y la sátira, rescata formas antiguas<br />
(bestiario, fábula), e incluso aplica formatos<br />
propios de los medios de comunicación.<br />
Nunca pasa<br />
nada<br />
JOSÉ OVEJERO<br />
Alfaguara,<br />
320 páginas<br />
Muerte en el<br />
‘reality show’<br />
LORENZO SILVA<br />
Rey Lear,<br />
72 páginas<br />
El <strong>con</strong>structor<br />
de ruinas<br />
HERBERT<br />
ROSENDORFER<br />
Acantilado,<br />
500 páginas<br />
Nada es lo que parece<br />
Nunca pasa nada es un libro a ratos<br />
divertido, a ratos trágico, de historias entrecruzadas,<br />
en el que José Ovejero despliega<br />
sus artes narrativas para mostrar los <strong>con</strong>flictos<br />
y tensiones subyacentes en un mundo<br />
donde lo aparente impera sobre lo real, y<br />
para desmontar los mecanismos de nuestra<br />
buena <strong>con</strong>ciencia. El escritor madrileño José<br />
Ovejero reflexiona en su nueva novela sobre<br />
la complejidad de las relaciones humanas a<br />
partir de la historia de Olivia, una inmi<strong>gran</strong>te<br />
ecuatoriana que se encarga de las tareas<br />
domésticas en el hogar de un matrimonio<br />
aparentemente normal. Sólo Olivia, a la vez<br />
víctima y agente de la desgracia, parece<br />
saber que la buena <strong>con</strong>ciencia no va a resolver<br />
sus problemas. T.G<br />
Crimen, intriga y<br />
telebasura<br />
El reality show Pareja abierta bate todos<br />
los récords de audiencia. Su principal atractivo<br />
radica en las escenas de sexo explícito<br />
recogidas por las cámaras ocultas. Hasta que<br />
una <strong>con</strong>cursante aparece muerta en un jacuzzi<br />
del plató. A partir de ese momento, la juez<br />
Tortosa y el comisario Fonseca unirán sus<br />
fuerzas para esclarecer un crimen que, pese a<br />
haber ocurrido “en directo”, parece haber<br />
burlado a los millones de telespectadores fieles<br />
al <strong>con</strong>curso. Lorenzo Silva, premio Ojo<br />
Crítico en 1998 por El lejano país de los<br />
estanques y Nadal en 2000 <strong>con</strong> El alquimista<br />
impaciente, <strong>con</strong>struye una novela apasionante<br />
<strong>con</strong> profundo sentido del humor, que encierra<br />
una crítica a ese fenómeno que se ha dado<br />
en llamar telebasura”.<br />
Cuando (casi) todo es<br />
posible<br />
El fin de los tiempos se anuncia inminente,<br />
y muchas historias se relatan y se entrecruzan<br />
en un ambiente en el que casi todo<br />
parece posible: un encuentro <strong>con</strong> Federico el<br />
Grande, o <strong>con</strong> Fausto, o <strong>con</strong> Don Juan Tenorio.<br />
Completan el cuadro siete sobrinas,<br />
famosos compositores y hasta minúsculos<br />
funcionarios, y por supuesto el <strong>con</strong>sejero<br />
<strong>con</strong>structor de ruinas. En esta novela, la primera<br />
de Herbert Rosendorfer, escrita en<br />
1969, se nos transporta, <strong>con</strong> talento y maestría<br />
narrativas, a un mundo tan alocado como<br />
punzantemente lúcido, a través de una serie<br />
de relatos fantásticos vagamente relacionados<br />
entre sí. Pero el lector va descubriendo,<br />
poco a poco, el hilo <strong>con</strong>ductor de todas estas<br />
historias.
<strong>La</strong> Opinión A Coruña<br />
Sábado, 1 de diciembre de 2007<br />
5 Saberes<br />
Lecturas<br />
APOCALIPSIS SHOW<br />
TINO PERTIERRA<br />
Martín Casariego<br />
“Me enamoré de<br />
la Maga, que ahora no<br />
me gustaría nada”<br />
Bienvenidos al planeta<br />
Arriaga<br />
Es el rey Midas de la<br />
literatura mexicana.<br />
Todo lo que toca <strong>con</strong> su<br />
sabrosa y penetrante<br />
pluma se torna en éxito.<br />
Hollywood lo ha<br />
catapultado como<br />
un novelista global<br />
Hay placeres y placeres. Embriagadores,<br />
hilarantes, evasivos, místicos, sosegadores,<br />
depresivos e incluso dolorosos... <strong>La</strong> obra de<br />
Arriaga tiene un poco de todo eso... y algo<br />
más. El escritor mexicano tiene un don para<br />
la palabra escrita, algo que entiende como un<br />
ser vivo al que debe mimar y cultivar en<br />
cada una de sus novelas o guiones cinematográficos.<br />
Los éxitos de Amores perros, 21<br />
gramos o Babel lo han <strong>con</strong>vertido en un rey<br />
Midas de las letras. Todo lo que toca deviene<br />
en oro. Pero no en un oro inmaculado y brillante,<br />
sino en algo sucio y sudoroso, que<br />
sabe e hiede a ser humano. Porque su narrativa<br />
está forjada por el incansable esfuerzo<br />
de abrir caminos, des<strong>con</strong>ocidas rutas que<br />
<strong>con</strong>ducen a lo más auténtico del hombre, a<br />
sus dramas, a sus sueños, a sus pesadillas y<br />
a sus sonoros fracasos, esos que pueden acabar<br />
en la muerte, incluso en la muerte en<br />
vida, la peor de las muertes.<br />
<strong>La</strong> editorial Belacqva publica los guiones<br />
de las dos primeras películas y sus dos últimas<br />
novelas (El búfalo de la noche y Escuadrón<br />
guillotina). Estamos, pues, ante una<br />
estupenda oportunidad de adentrarnos en<br />
una de las narrativas más singulares y coherentes<br />
del panorama actual.<br />
Como ha <strong>con</strong>fesado en alguna ocasión el<br />
propio Arriaga, sus creaciones rezuman<br />
“carne, hueso y sangre”. Son historias que<br />
repugnan y <strong>con</strong>mueven. Historias que te<br />
hacen reír, llorar o pensar. Porque expresan,<br />
<strong>con</strong> el rigor y la precisión de un cirujano, las<br />
<strong>con</strong>tradicciones y las paradojas de la VIDA.<br />
Así, <strong>con</strong> mayúsculas. Y también el peso de la<br />
MUERTE (también <strong>con</strong> mayúsculas) sobre<br />
el destino. Arriaga cree que nuestros muertos<br />
están vivos. Están ahí, pegaditos, acompañándonos<br />
y <strong>con</strong>dicionándonos. Son nuestra<br />
otra sombra.<br />
<strong>La</strong> temática del mexicano es obsesiva:<br />
la lealtad, el combate por ser uno mismo, la<br />
muerte, el amor (que trasciende el sexo), la<br />
moral (incluso la del vil asesino), el humor<br />
como antídoto de la desesperación, la verdad<br />
y la mentira como <strong>con</strong>ceptos <strong>con</strong>fusos y rela-<br />
tivos... Sus personajes, <strong>con</strong> independencia<br />
de la trama y del espacio (físico o temporal),<br />
habitan ese mundo. Ése es el planeta Arriaga.<br />
Perfeccionista hasta la paranoia —puede<br />
reescribir un párrafo 200 veces— y <strong>con</strong> un<br />
sentido extremo de la responsabilidad<br />
(“venero la palabra escrita. Odio los clichés,<br />
como que una imagen vale más que mil palabras”),<br />
el mexicano afronta cada frase como<br />
un ser único. Sus obras son puzzles cuyas<br />
piezas van encajando <strong>con</strong> cada página. Su<br />
narrativa es des<strong>con</strong>certante: desazona y<br />
mueve a la risa. Agridulce y deliciosamente<br />
amarga. Leer a Arriaga es como tomarse una<br />
botella de tequila a pelo: gusta, y cuánto,<br />
mientras estás en ello, pero sabes que al final<br />
te espera una pinche resaca. Disfruten de los<br />
tragos.<br />
21 gramos, Amorres perros, El búfalo de<br />
la noche y Escuadrón Guillotina. Editados<br />
por Belacqva.<br />
Guillermo Arriaga<br />
Bryce,<br />
en su laberinto<br />
–El primer libro del que tiene recuerdo.<br />
–Uno que se llamaba Che-che en el oeste,<br />
no ha dejado ninguna huella en mí, espero.<br />
–Su personaje literario favorito.<br />
–El capitán Ahab, por decir uno.<br />
–Un clásico que no haya podido terminar.<br />
–Retrato del artista adolescente.<br />
–Un/a malo/a novela/escritor que le<br />
guste.<br />
–Me gustaban —hace mucho— las de<br />
Agatha Christie.<br />
–¿Huele el papel de los libros nuevos<br />
–Menos que el de los viejos.<br />
–¿Hace caso a las críticas antes de comprar/descartar<br />
un libro<br />
–No mucho.<br />
–¿Librería o <strong>gran</strong> superficie<br />
–Librería.<br />
–Un escritor que nunca le decepcione.<br />
–Max Frisch.<br />
–¿Compra libros por las solapas<br />
–No.<br />
–¿Devuelve los libros que le prestan<br />
–Sí.<br />
–¿Presta libros<br />
–Pocos.<br />
–¿Se enamoró de algún personaje<br />
–Clara, de El sueño de los héroes; y de la<br />
Maga, que ahora no me gustaría nada.<br />
–El mejor final de una novela.<br />
–El americano impasible: “Pensé en el<br />
primer día y en Pyle sentado a mi lado<br />
en el Continental (…)”.<br />
–<strong>La</strong> mejor frase inicial de una novela.<br />
–<strong>La</strong> de El extranjero, por ejemplo.<br />
–¿Subraya los libros<br />
–No.<br />
–¿<strong>La</strong> mejor adaptación al cine<br />
–Matar un ruiseñor.<br />
–¿Termina todo lo que lee o lo abandona<br />
–Abandono raramente.<br />
–¿El último libro que ha regalado<br />
–El desierto de los tártaros, de Buzzati.<br />
–¿Último libro que le han regalado<br />
–Discurso de mi vida, de Alonso de Contreras,<br />
<strong>con</strong> prólogo de Rafael Reig.<br />
–¿Arrojaría algún libro a la hoguera<br />
–De mi biblioteca, muchos, pero me da<br />
pereza entresacarlos.<br />
Alfredo Bryce Echenique es un autor<br />
extraño, diferente, padre de una obra ciclotímica,<br />
<strong>con</strong> títulos imprescindibles (Un<br />
mundo para Julius o <strong>La</strong> vida exagerada de<br />
Martín Romaña) y otros absolutamente<br />
prescindibles (aquí, póngale usted los nombres).<br />
Su trayectoria está embarcada en una<br />
suerte de montaña rusa, donde todo es posible,<br />
de ascensos fulgurantes y caídas vertiginosas.<br />
Su reaparición en la novela, cinco<br />
años después de llevarse el Planeta, no es ni<br />
una cosa ni la otra. En <strong>La</strong>s obras infames<br />
de... se aprecia el in<strong>con</strong>fundible sello Echenique.<br />
Humor negro, cierto barroquismo, oralidad<br />
limeña, un protagonista —abogado<br />
peruano que decide instalarse en Barcelona—<br />
que se precipita en el vacío y la autodestrucción...<br />
El propio autor admite la<br />
carga autobiográfica de esta novela. Y es<br />
que en el fondo, cada obra de Bryce Echenique<br />
es una hilarante travesía en un barco<br />
narrativo que, invariablemente, le <strong>con</strong>duce<br />
al mismo puerto: a sí mismo.<br />
<strong>La</strong>s obras<br />
infames de<br />
Pancho Marambio<br />
ALFREDO BRYCHE<br />
ECHENIQUE<br />
Editorial Planeta.<br />
192 páginas
Saberes 6<br />
<strong>La</strong> Opinión A Coruña<br />
Sábado, 1 de diciembre de 2007<br />
Música<br />
EDUARDO ALONSO<br />
Uno es de letras y de los austeros tiempos<br />
de Popotito, que no era un primor, <strong>con</strong> piernas<br />
como un par de palillitos, es decir, de<br />
cuando Los Brincos, Bob Dylan. Con tal<br />
edad y formación, uno es duro de oído para la<br />
música freaky y pop-rock de ahora. Pero he<br />
visto en la tele a nuestro compungido Melendi<br />
arrepentirse de la violenta cogorza en los<br />
cielos, volando a México, he oído sin remedio<br />
sus odas al fútbol y a Fernando Alonso, me<br />
acompañan sus canciones en el supermercado,<br />
recuerdo Con la luna llena, macha<strong>con</strong>a<br />
sintonía de la Vuelta Ciclista a España y sé<br />
de su éxito clamoroso entre los sub 25.<br />
El prolífico Melendi ha compuesto unas 50<br />
canciones en menos de un lustro, habrá vendido<br />
ya un millón de discos, ¡<strong>con</strong> el pirateo<br />
que hay!, y tiene casi tres millones de entradas<br />
en internet. En este éxito formidable,<br />
¿tiene algo que ver la letra de sus canciones<br />
¿De qué hablan Por todas esas razones las<br />
he leído <strong>con</strong> interés y no he podido evitar su<br />
análisis retórico. He aquí las <strong>con</strong>clusiones.<br />
buñuelos de viento<br />
En la mayoría de las canciones que suenan<br />
la letra importa poco. Si acaso basta un<br />
verso de estribillo para el runrún <strong>con</strong>tra el<br />
olvido. Muchas están en inglés, del que no<br />
entendemos ni papa. Sin la música, estas<br />
canciones son como los versos de Lope fuera<br />
del escenario, buñuelos fríos y llenos de aire.<br />
Pero ni el caso de Melendi, que ofrece buñuelos<br />
de viento, rellenos de una crema sociológica<br />
crápula y canalla. Responden a varios<br />
géneros, entre la oda y la elegía, el madrigal<br />
y la crónica de sucesos. Tienen su poética<br />
irracional y alucinada, guardan estricto<br />
decoro entre forma y fondo y la mayoría está<br />
en primera persona, un punto de vista que<br />
propone la <strong>con</strong>fesión desgarrada. A varias<br />
canciones se les aplica una verdad autobiográfica:<br />
he bajado en piragua el Descenso<br />
(¿) del Sella, Asturias es mi patria, soy un<br />
loco por la vida, etcétera. Pero ya se sabe<br />
que el yo poético es un fingidor. Dejémoslo<br />
en que hay un sujeto que narra sus calamidades,<br />
o se rebela a la tremenda o despotrica<br />
<strong>con</strong>tra las buenas costumbres (de ahí lo de<br />
canalla), un “se queja” en áspera jerga de<br />
sus fracasos y sus extravíos.<br />
el héroe maldito en la “zoociedad”<br />
Hay un protagonista frecuente, maldito y<br />
marginal, que va de “bar en peor” <strong>con</strong> el que<br />
Dios se arruinó haciendo el patrón. El prototipo<br />
es quizás el Mesías de Vallecas, Mesías<br />
porque tiene el cuerpo lleno de clavos y el<br />
corazón de espinas; temido calavera de<br />
barrio, la cara cruzada por una cicatriz, forja-<br />
Jerga, ripio y frase rota<br />
<strong>La</strong> poética “canalla” de<br />
Melendi<br />
Hay un héroe predilecto<br />
en sus canciones, que va<br />
de bar en peor, al borde<br />
del puto precipicio<br />
do entre “mierda y policías”. Estribillo:<br />
“¡Qué puta es la vida!”. El paisaje insiste en<br />
los aderezos del realismo sucio: la noche, los<br />
tugurios, las calles de Moratalá (sic), el pico<br />
en el coche, la soledad “a pachas”, es decir,<br />
compartida tras el revolcón <strong>con</strong> el humeante<br />
canuto. Brota el discurso caótico, hay un<br />
ambiente de planeta sin aire, agujereado por<br />
las balas, alcohol y un gramo para aliviar el<br />
dolor, al borde de un puto precipicio. Tantas<br />
mujeres y tanto vino, tantas señales de<br />
humo, tantos hoteles sin una melodía de<br />
amor. Y la incapacidad de explicarse: “No sé<br />
cómo explicar lo que yo quiero decir”. Alguna<br />
canción es una crónica de sucesos: un<br />
“yonko” espera la carta de Holanda perfumada<br />
a yerba, pero no tiene quién le<br />
escriba, sale a la calle de moda: “¡<strong>La</strong><br />
chuta (jeringuilla), o no hay<br />
ropa!”, y suena la sirena, y el<br />
pobre “yonko” corre en pelota<br />
y los “maderos” lo dejan “to<br />
amoratao” a hostias.<br />
Héroe nacionalista: pa<br />
qué fumar hierba de<br />
otras naciones pudiendo<br />
plantar la mía en este<br />
país. El rey Sabina es un<br />
referente de tipos <strong>con</strong> el<br />
alma rota, asiduos a la<br />
Coca-Cola y la aspirina,<br />
los que atracan la farmacia<br />
para dormir, los desquiciados<br />
por la cocaína...<br />
Invisible, rota, llorona o<br />
descosida, estos tipos tienen<br />
su alma, palabra en desuso,<br />
pero muy de Melendi. Vivir<br />
se pone cuesta arriba, que<br />
diría Blas de Otero, porque no<br />
se puede fumar en el trabajo, si corres te quitan tres puntos,<br />
falla la vacuna antisida, los devotos rechazan el preservativo,<br />
los Mariñas y Carmeles andan sueltos, vaya pollo se<br />
armó <strong>con</strong> la peste aviar, la buena gente está en Marbella. En<br />
resumen: esta “zoociedad” está “podría”. ¿Cómo remediarlo<br />
Que los políticos hagan la esquina y las putas firmen tratados<br />
<strong>con</strong> Dios.<br />
clásico y romántico<br />
¿Y el amor Algunas canciones tienen su lírica, que,<br />
como se sabe, surge de la pérdida y del extravío. En negocios<br />
poéticos de amor<br />
Melendi enlaza <strong>con</strong> la<br />
tradición, se<br />
remonta a los<br />
trovadores<br />
medievales<br />
de<br />
los<br />
Según los biógrafos de internet, el niño Ramón Melendi a los 14 años cambió el instituto<br />
por los locales nocturnos. Lo expulsaron del diurno y del nocturno y entró en la música<br />
por casualidad. No tuvo tiempo, pues, de estudiar a Garcilaso, así que no pidamos a sus<br />
versos metros regulares y estrofas canónicas. Ni siquiera una sintaxis funcional. Pero su<br />
<strong>estilo</strong> muerde: yo rompo palabras que desgarran los dientes, dice. Eso sí, cultiva el decoro lingüístico<br />
como mandaba Quintiliano, es decir, acomoda la expresión a la sustancia de <strong>con</strong>tenido,<br />
que diría el maestro Alarcos, y a la identidad del hablante y a la sensibilidad del auditorio...<br />
Esta virtud brilla por extremo. Para la sociología marginal de Melendi no valen el soneto y la<br />
culta latiniparla. <strong>La</strong> frase está rota y tiene algo de escritura onírica y surrealismo delirante, <strong>con</strong><br />
enumeraciones caóticas e imágenes visionarias de infiernos nevados, días que son la suela de la<br />
vida, culitos como peces de colores, navegación “a la deriva y en patera en el estrecho de sus<br />
pechos”. A esto se añaden los vulgarismos (“tos” y “toas”, “pa”, “tovía”, “merecío”) y el colorido<br />
de gitanismo y la jerga del drogata: “parné, camelar, pico, peta, madero, mierda, chuta...”.
<strong>La</strong> Opinión A Coruña<br />
Sábado, 1 de diciembre de 2007<br />
7 Saberes<br />
Cómic<br />
“cancioneiros” galegos: la ausencia<br />
de la amada y la muerte de amor<br />
(“soy el novio de la muerte”; “cuando<br />
tú estás lejos / no me late el corazón”),<br />
el deseo veloz (“tengo prisa<br />
por tenerte entre mis brazos”), la<br />
pena (“tristeza, por favor, vete<br />
ahora / es mi alma que llora...”), la<br />
rareza del amante solitario (“yo era<br />
un raro, un raro peatón”). No falta<br />
el lamento por el amor que se fue y<br />
no vino, el de Carlota: “Tú das calor<br />
a la mañana más sombría» (¿ven la<br />
sinestesia calor-sombra). No es<br />
que la amada sea una donna angelicata<br />
como en el amor cortés provenzal,<br />
pero el amante no está a su altura,<br />
es indigno de ella: “Sin parné,<br />
cada duda, cada reproche, lo tengo<br />
merecío”.<br />
Lo dicho, Melendi es un clásico.<br />
No obstante, en ocasiones la canción<br />
es tan desesperada como en Neruda:<br />
“Cada vez que te extraño doy un<br />
beso al JB”. Un viento romántico<br />
arrebata al amante, a malas <strong>con</strong> la<br />
“zoociedad”, arrastrado por aires de<br />
rebeldía y el sueño de mundos<br />
donde los gatos tengan miedo a los<br />
ratones, los policías no nos toquen<br />
los huevos, las hostias no sepan a<br />
caricias y donde haya bal<strong>con</strong>es floridos<br />
de plantas que se fuman... El<br />
mundo es un <strong>gran</strong> teatro calderoniano,<br />
es decir, se actúa en la calle<br />
de la Pantomima, calle de locos y de<br />
soñadores.<br />
los héroes de la infancia<br />
Se canta lo que se pierde, decía<br />
Machado. Peter Pan, Heidi, el Mago<br />
de Oz, la dama y el vagabundo y<br />
Billy, el pistolero de película, fueron<br />
colegas de la niñez, pero hoy el pan<br />
de Peter está duro y la primavera<br />
fue violada en una esquina. Billy es<br />
un jinete adulto que “tos” los días<br />
va a “caballo” (heroína) <strong>con</strong> el pasado<br />
envuelto en una papelina.<br />
Igual que Aureliano Buendía<br />
cuando su padre lo llevó a <strong>con</strong>ocer el<br />
hielo, Melendi recuerda la primera<br />
vez que su padre lo llevó al Carlos<br />
Tartiere y volvió a casa <strong>con</strong> la sangre<br />
azul. El himno al Real Oviedo es<br />
total: epinicio (“¡Hala Oviedo, <strong>con</strong><br />
pasión y <strong>con</strong> cojones!”), arenga<br />
(“volveremos a Primera<br />
/ volveremos”),<br />
elegía (“he soñado<br />
que volvían a nacer<br />
corazones carbayones”)...<br />
Pero el himno<br />
más entusiasta es al<br />
“Nano”, Fernando<br />
Alonso, “bala azul”<br />
de los autódromos.<br />
¿Por qué Nano, que<br />
es catalanismo, y no<br />
guaje Otro himno<br />
humeante y entusiasta<br />
es al cannabis. Y<br />
glosaré también la<br />
original oda a Asturias,<br />
<strong>con</strong> la alucinante<br />
visión del caballo que<br />
pasa por la cuenca<br />
minera, borracha y<br />
dinamitera, tiñendo<br />
de marrón (¿) su sangre<br />
roja... Los héroes<br />
de hoy, que son montón,<br />
son “figuras de la<br />
amargura”.<br />
Moratalá<br />
Me voy pal barrio, to<br />
<strong>con</strong>tento, que la vida hoy<br />
me sonríe<br />
buscando que alguien me<br />
sirva y garantice<br />
que un mal pico no me la<br />
vaya a amargar.<br />
Voy por la sombra, porque<br />
al sol los bomboncitos se<br />
derriten<br />
y me gusta retener en la<br />
memoria<br />
esos culitos que me dan<br />
vueltas como una noria;<br />
son de colores, como los<br />
peces, como las flores...<br />
Ay, qué será el encanto que<br />
tiene este barrio,<br />
porque en Moratalá la luna<br />
no se va.<br />
Hasta que encuentre al Fofe<br />
el Fer está en el coche<br />
comiéndose la noche<br />
Tatiro Tiro viene y va.<br />
Porque en Moratalá, desde<br />
el Baco al bar del Chema<br />
que es la Ruina que nos<br />
quema, pero da la libertad,<br />
su gente es de verdad, sus<br />
aceras son sinceras.<br />
Así es Moratalá.<br />
Y aquí en el Zeta, los<br />
domingos de resaca se superan<br />
<strong>con</strong>tando los años como<br />
primaveras<br />
y a mí me faltan tantos<br />
añitos como al que más.<br />
Y ahí llega el David, va partiéndose<br />
una caja imaginaria,<br />
pues la noche fue tan dura<br />
como larga,<br />
y <strong>con</strong> nosotros Dios en<br />
patrones no se arruinó.<br />
(Estribillo)<br />
Son de colores, como los<br />
peces, como las flores...<br />
En Moratalá la luna no se<br />
va... etcétera.<br />
FLORENTINO FLÓREZ<br />
Éste es uno de esos tebeos que tocan<br />
temas serios. El asunto queda indicado<br />
desde la primera secuencia. Con un tratamiento<br />
como de sueño o recuerdo, asistimos<br />
a una escena de violencia doméstica. El relato<br />
<strong>con</strong>tinúa <strong>con</strong> una mujer que espera la salida<br />
de la cárcel de su hijo. A partir de ahí descubrimos<br />
que ella es una feriante y que su ex<br />
marido ha vuelto a visitarla <strong>con</strong> no sabemos<br />
qué oscuras intenciones. Hay varios hijos<br />
adultos por en medio y la historia se mueve<br />
por ambientes casi marginales, <strong>con</strong> caravanas,<br />
putas y bares cutres.<br />
En general, puede <strong>con</strong>siderarse un trabajo<br />
fallido. Por un lado, por culpa del dibujo.<br />
No es sólo que técnicamente la acuarela esté<br />
como mal rematada, dando más una sensación<br />
de torpeza que de frescura, que supongo<br />
es lo que se busca. Además, falla la dinámica<br />
corporal y casi todas las acciones resultan<br />
rígidas y poco creíbles. Sumen a eso<br />
evidentes problemas en las caracterizaciones.<br />
Nunca quedan claras las edades de los<br />
protagonistas y en más de un caso <strong>con</strong>fundimos<br />
a Rosángela <strong>con</strong> su hija. Supongo que se<br />
pretende jugar <strong>con</strong> cierta ambigüedad entre<br />
ellas, pero más que su madre parece una<br />
amiga, lo que distrae y hace que la tensión<br />
dramática se diluya.<br />
En general el dibujo es inexpresivo y<br />
narrativamente ineficaz. Por el lado gráfico<br />
la obra es muy pobre. Quizás la única baza<br />
sea la capacidad del dibujante para situarnos<br />
en ambientes muy deprimentes. Pero hasta<br />
en eso resulta un poco teatral.<br />
Y los <strong>con</strong>tenidos no son mucho mejores.<br />
Una vez señalado el tema y después de dejar<br />
claro que está tratando asuntos muy serios,<br />
el guionista empieza a embarullarse. Que si<br />
una vuelta al pasado por aquí, que si papá<br />
<strong>con</strong> su fulana por allá, que si el nuevo novio<br />
de mamá por el otro lado, que si los hijos son<br />
muy problemáticos, que si la niña nos ha salido<br />
un poco casquivana...<br />
sin matices<br />
Rosángela n<br />
CORBEYRAN Y<br />
BERLION<br />
Editorial Rosell,<br />
90 páginas,<br />
23 €<br />
de tales palos...<br />
Corbeyran teje un argumento que resulta<br />
excesivo para él y al final es incapaz de salir<br />
del lío en que se ha metido. O mejor, resuelve<br />
de manera absolutamente chapucera. Su<br />
historia de marginación y violencia, de destinos<br />
entrelazados fatalmente, parece <strong>gran</strong><br />
cosa pero realmente acaba siendo muy poco.<br />
Los protagonistas no <strong>con</strong>vencen, son estereotipos.<br />
Todo se enuncia de forma rimbombante<br />
y artificiosa. <strong>La</strong> dramática relación<br />
familiar es exagerada hasta la saciedad y<br />
tanto los personajes positivos como los negativos<br />
carecen de los matices necesarios para<br />
resultar humanos.<br />
Para más inri, el tebeo es larguísimo, casi<br />
cien páginas que parecen mil. <strong>La</strong> acción avanza<br />
de manera errática, pasando de un actor al<br />
siguiente sin que ninguno llegue apenas a<br />
interesarnos y sin que descubramos cuál es el<br />
motor del relato. Son tantos los frentes narrativos<br />
que abre el guionista que da la sensación<br />
de que ni él mismo sabe hacia dónde tirar.<br />
Posiblemente si hubieran hecho el esfuerzo de<br />
ajustarse al formato de un álbum <strong>con</strong>vencional<br />
habría resultado menos desastroso. Pero<br />
claro, no se pueden poner límites a la creatividad.<br />
Éstos son los resultados.
Saberes 8<br />
<strong>La</strong> Opinión A Coruña<br />
Sábado, 1 de diciembre de 2007<br />
Lecturas<br />
LA BRÚJULA<br />
EUGENIO FUENTES<br />
Mimbres de una España<br />
negra<br />
<strong>La</strong> resurrección literaria de<br />
Ramiro Pinilla (1923) gracias a su<br />
trilogía Verdes valles, colinas rojas<br />
ha <strong>con</strong>vertido en piezas codiciadas<br />
las obras que publicó entre la transición<br />
y el fin de siglo. Durante este<br />
largo periodo de voluntario alejamiento<br />
del <strong>gran</strong> circo, Pinilla siguió<br />
escribiendo, pero sus creaciones fueron<br />
publicadas por pequeñas editoriales.<br />
De ahí el interés de la reedición<br />
que ahora ofrece Tusquets de<br />
Antonio B. el Ruso, ciudadano de<br />
tercera, las andanzas de un fuera de<br />
la ley en plenos años de la posguerra:<br />
monte leonés, cárcel y manicomio<br />
como mimbres de una historia tejida<br />
en la España más negra.<br />
El manto protector<br />
de EEUU<br />
Los autores de este revelador<br />
estudio dieron una sonora campanada<br />
mundial cuando, hace poco más de<br />
un año, publicaron en Londres un<br />
artículo sobre el secreto a voces peor<br />
documentado de la geopolítica: la<br />
omnímoda influencia del lobby israelí<br />
en la política exterior de EEUU;<br />
país fantasma que sólo se sostiene<br />
gracias a su carácter de protectorado<br />
de Washington —pese a toda la<br />
mitología sobre naranjas arrancadas<br />
a las arenas del desierto—, Israel<br />
interpenetra el árbol del poder estadounidense<br />
<strong>con</strong> la sutileza sibilante<br />
de una serpiente. Mearsheimer y<br />
Walt son capaces de desnudar la<br />
cuestión sin antisemitismo y poner<br />
de manifiesto cómo el engañoso<br />
manto protector no beneficia ni a<br />
EEUU ni a Israel.<br />
Cuando la ciencia se queda<br />
sin respuesta<br />
Si usted es de los que cree que<br />
todo tiene una explicación racional,<br />
seguro que la curación por imposición<br />
de manos, el vudú, la telepatía,<br />
la hipnosis, la licantropía, la videncia...<br />
le sonará a paparruchas. Quizá<br />
tras leer la obra de Robert S.<br />
Borrow le asalten serias dudas. Este<br />
médico norteamericano compendia<br />
en su libro un jugoso puñado de<br />
casos reales descritos por sus colegas<br />
y registrados en la Biblioteca<br />
Nacional de Medicina de EEUU, la<br />
más importante del mundo. Como<br />
advierte Borrow, “no podemos desechar<br />
las observaciones que hoy no<br />
tienen explicación científica porque<br />
mañana será otro día”.<br />
Clásicos rescatados<br />
<strong>La</strong> pequeña editorial El Olivo<br />
Azul abre su colección de narrativa<br />
<strong>con</strong> dos clásicos rescatados. Del ruso<br />
Andréiev —un <strong>gran</strong> explorador del<br />
lado oscuro—, propone Los siete<br />
ahorcados, una recreación de la ejecución<br />
de siete revolucionarios, que<br />
es mucho más que un alegato <strong>con</strong>tra<br />
la pena capital. Del francés Marcel<br />
Schwob (1867-1905), nos hace llegar<br />
una selección de prosas inéditas que<br />
lo revelan como el maestro que fue.<br />
Antonio B.<br />
el ruso...<br />
RAMÓN PINILLA<br />
Tusquets<br />
634 páginas<br />
El lobby<br />
israelí y la<br />
política<br />
exterior<br />
de EEUU<br />
J. MEARSHEI-<br />
MER Y STEP-<br />
HEN WALT<br />
Taurus<br />
612 páginas<br />
El médico<br />
perplejo<br />
ROBERT S.<br />
BORROW<br />
Alba Ed.<br />
352 páginas<br />
Los siete<br />
ahorcados<br />
LEONID<br />
ANDRÉIEV<br />
El olivo azul,<br />
212 páginas<br />
<strong>La</strong> fe en las<br />
malas calles<br />
El género negro alcanza su mayoría de edad<br />
en España <strong>con</strong> la última novela de Ledesma<br />
ALEJANDRO M. GALLO<br />
Francisco González Ledesma (Barcelona,<br />
1927), alias Silver Kane o Enrique Moriel,<br />
comenzó su carrera literaria a los 21 años<br />
ganando el Premio Internacional de Novela <strong>con</strong><br />
Tiempo de venganza, cuya publicación prohibió<br />
el franquismo. Después llegó Los napoleones,<br />
que corrió la misma suerte. <strong>La</strong> novela negra<br />
(entendida desde la definición de Jean Patrick<br />
Manchette: “Novela de intervención social,<br />
muy violenta”) no podía nacer en España, ni en<br />
ningún país dictatorial, había que esperar a la<br />
democracia.<br />
Y llega la democracia, Ledesma ya tiene<br />
casi 60 años y cientos de novelas <strong>con</strong> seudónimo.<br />
Con la libertad llegaron muchas cosas,<br />
entre ellas la literatura de género negro. Y<br />
Ledesma ya era uno de los <strong>gran</strong>des. Gana el<br />
Planeta en el 84 <strong>con</strong> Crónica sentimental en<br />
rojo, después llegó el Hammett, el Pepe Carvalho<br />
y dos veces el premio Mystère a la mejor<br />
novela extranjera.<br />
RBA se había propuesto crear el <strong>gran</strong> premio<br />
de novela negra, algo inexistente en nuestras<br />
tierras. Así nació el Premio Internacional<br />
RBA dotado <strong>con</strong> 125.000 euros y que ha sido<br />
<strong>con</strong>cedido a Ledesma por Una novela de barrio,<br />
<strong>con</strong> una de las mayores difusiones mediáticas y<br />
distribuciones que se han <strong>con</strong>ocido.<br />
A nuestro modesto criterio: nadie mejor que<br />
él. Pero dejemos al autor y vayamos a la novela.<br />
Una novela de barrio es otra aventura del<br />
inspector Ricardo Méndez, el policía que no<br />
tiene edad y su jubilación se encuentra a la<br />
vuelta de la esquina, por una Barcelona que ya<br />
no es la misma, en la que han cambiado hasta el<br />
nombre del Barrio Chino por El Raval y han<br />
muerto los últimos rateros que informaban a<br />
Méndez de dónde se en<strong>con</strong>traban los asesinos<br />
PELAYO PÉREZ<br />
Polémico a <strong>con</strong>ciencia, <strong>con</strong>trovertido y<br />
muy discutible, Sloterdijk se nos muestra <strong>con</strong><br />
las virtudes propias de quien ha sacrificado<br />
su ingenuidad y su “fe” filosófica en el altar<br />
de la demolición, regalándonos la prodigalidad<br />
de los bienes y venturas que su “sacrificio”<br />
le ha reportado. Peter Sloterdijk merece<br />
toda la atención que su magna obra exige.<br />
Quedarse en la superficie de sus formas<br />
literalizantes, en la ficción filosófica, en el<br />
diagnóstico que lo desvaloriza por ser un epígono<br />
brillante y aprovechado —de cierto<br />
Nietzsche, de cierto Heidegger— o de quien<br />
padece el síndrome del neologismo exuberante.<br />
Hermenéutica corrosiva la de Sloterdijk,<br />
insistimos, que nos muestra a un hegeliano<br />
desmesurado. Pues si ya el <strong>con</strong>cepto nuclear<br />
de mujeres, violadores o secuestradores de<br />
niños, y ya no quedan putas en los callejones de<br />
los suburbios porque ya son marquesas.<br />
El argumento es sencillo: se ha cometido un<br />
homicidio cuya solución se ve lejana y su reso-<br />
<strong>La</strong> historia según Sloterdijk<br />
de su obra, esferas, remite a la circularidad<br />
del devenir del espíritu, el fin de la historia<br />
está aquí ejerciendo de núcleo determinante<br />
de todos sus análisis antroposociológicos y<br />
políticos.<br />
<strong>La</strong> “historia” según Sloterdijk, al menos la<br />
“historia” cifrada desde su “fin”, desde su<br />
globalidad reiterativa, tiene su momento<br />
bautismal <strong>con</strong> el viaje de Colón, y su descenso<br />
al inicio de la era informatizada en la cual<br />
vivimos, es decir, hacia la mitad de los años<br />
setenta, inicio por lo demás del derrumbe de<br />
la URSS. <strong>La</strong> tecnología parece representar<br />
al espíritu absoluto, cuya manifestación más<br />
excelsa sería internet.<br />
<strong>La</strong>s tesis hegeliano-nietzscheanas, un hierro<br />
de madera donde los haya, son muy discutibles,<br />
pero hay que decir que Sloterdijk,<br />
más astuto, más potente, más audaz que la<br />
mayoría de quienes han abordado esta pro-
<strong>La</strong> Opinión A Coruña<br />
Sábado, 1 de diciembre de 2007<br />
9 Saberes<br />
lución interesa poco a la superioridad. Por eso<br />
hay que encargárselo a alguien que tenga<br />
tiempo. Méndez tiene tiempo, no hace nada<br />
desde hace muchos años y se niega a jubilarse,<br />
prefiere vivir en la desolación. Ledesma rescata<br />
a algunos secundarios de otras novelas:<br />
Amores, el periodista de la mala suerte; la<br />
Loles, esa policía que de vez en cuando le hace<br />
favores, no de los que quisiera el viejo Ricardo<br />
Méndez.<br />
Mientras el viejo policía investiga, nos<br />
pasea por Barcelona, donde los antiguos cafés,<br />
donde se proclamó la República, han cerrado y<br />
el Barrio Chino es una <strong>gran</strong> avenida llena de<br />
tiendas de productos desnaturalizados y las clínicas<br />
dentales han sustituido las viejas casas<br />
de citas. Pero Méndez sigue creyendo en un<br />
mundo en el que ya nadie cree, en el que lo<br />
único que queda sin privatizar son las lápidas<br />
de los cementerios. Y busca la verdad en las<br />
fachadas de los edificios, en el rostro de alguna<br />
mujer que le habla, en las tabernas del barrio<br />
donde “policías y taberneros juegan a equívocos”.<br />
Porque él aprendió el oficio en las esquinas,<br />
no en ninguna academia y desde entonces<br />
es un gato callejero cuya suerte ha cambiado<br />
poco, pero ya no vive en los sótanos de ningún<br />
bar. Y al final nos deja una sentencia, como si<br />
fuera su eterno epitafio: “Un hombre que ha<br />
visto tanto, nunca descansará en paz”.<br />
<strong>La</strong> novela es ágil; la prosa, casi quirúrgica;<br />
los capítulos son más breves de lo que nos tiene<br />
acostumbrados Ledesma, rondan las tres hojas<br />
de media; el uso y abuso del punto y aparte provocan<br />
una agilidad en la narración que incrementa<br />
y facilita la lectura; el enigma sigue<br />
estando subordinado al análisis social; la ironía<br />
es desalmada a veces, Ledesma ya no tiene que<br />
callar nada, pero lo dulcifica para no ser muy<br />
cruel... por todo eso y por mucho más, Una<br />
novela de barrio marcará un hito en la historia<br />
del género en España. El punto que marca su<br />
mayoría de edad.<br />
Una novela<br />
de barrio<br />
FRANCISCO<br />
GONZÁLEZ<br />
LEDESMA<br />
Editorial RBA,<br />
2007,<br />
297 páginas<br />
blemática, lleva hasta sus últimas <strong>con</strong>secuencias<br />
posibles esta corrosión transvalorizadora<br />
en la que nos en<strong>con</strong>tramos. Su lectura es<br />
enriquecedora y muy sugestiva e inquietante<br />
<strong>con</strong> todo, incluso para quienes no compartimos<br />
sus tesis. Es un autor, en suma, del cual<br />
no se puede prescindir y al cual habrá que<br />
volver en más ocasiones. Eso al menos hay<br />
que agradecerle.<br />
<strong>La</strong> biografía de pensamiento de Sloterdijk<br />
se remonta a la órbita de los seguidores de la<br />
Escuela de Fráncfort, pero pronto <strong>con</strong>sideró<br />
que las obras de Adorno y otros no salían de<br />
lo que denominó “ciencia melancólica”. Su<br />
viaje a la India para estudiar <strong>con</strong> un famoso<br />
gurú, Rajneesh (luego llamado Osho), cambió<br />
su actitud ante la filosofía. Si Crítica de la<br />
razón cínica, de 1983, estaba aún en ese <strong>estilo</strong><br />
de crítica de la razón instrumental analizada<br />
por sus maestros, las obras que siguieron<br />
están imbuidas ya del nuevo espíritu transgresor.<br />
No obstante, hay que señalar en Sloterdijk<br />
dos tendencias: ruptura <strong>con</strong> el pensamiento<br />
académico, y otra que se inserta en su<br />
labor como profesor universitario.<br />
En el mundo<br />
interior<br />
del capital<br />
Para una teoría filosófica<br />
de la globalización<br />
PETER SLOTERDIJK<br />
Editorial Siruela,<br />
2007,<br />
332 páginas<br />
JOSÉ LUIS GARCÍA MARTÍN<br />
De una edad de oro<br />
Hay escritores que no se agotan nunca. Álvaro Cunqueiro es uno<br />
de ellos. De él creíamos saberlo todo, haberlo saboreado hasta la última<br />
página. César Antonio Molina había fatigado las hemerotecas, y<br />
tras él otros muchos estudiosos, para ofrecernos cuanto sobre “viajes,<br />
amores, sabores y fornicios” había dejado disperso el autor de Merlín<br />
y familia. Pero aún había más, mucho más. María Liñeira reúne<br />
ahora varios centenares de artículos publicados en la revista Destino<br />
entre 1961 y 1976. <strong>La</strong>berinto & Cía. titulaba Cunqueiro su sección;<br />
<strong>La</strong>berinto habitado se titula esta recopilación. <strong>La</strong> abrimos y quedamos<br />
prendados desde la primera frase: “En Venecia, en los primeros<br />
días de septiembre, hacían una suelta de espías”. Aunque ya el propio<br />
autor armó varios de sus libros <strong>con</strong> artículos de Destino, los que quedaron<br />
fuera no son obra menor. Comenzamos a leer y tras varias<br />
muestras de su habitual erudición fantasiosa nos en<strong>con</strong>tramos <strong>con</strong> la<br />
historia de un embajador, Giovanni Dolin, que es una obra maestra<br />
del relato breve.<br />
Lo que en otros escritores no pasa de calderilla periodística, de<br />
apresurados comentos a la actualidad para salir del paso, en Cunqueiro,<br />
inevitablemente, se <strong>con</strong>vierte en monedas de oro. María<br />
Liñeira ha puesto títulos muy cunquerianos a las diversas secciones<br />
de la recopilación. En la ruta de la seda comienza en Venecia y nos<br />
lleva hasta la China de Marco Polo; en medio queda la historia de Izar,<br />
el caballo que se ruborizó cuando Zobeida, la esposa del califa, es<strong>con</strong>dida<br />
detrás de un tapiz dijo que lo quería y que nunca viera nada tan<br />
hermoso: “Lo que pasmó a todos los señores del desierto, expertos en<br />
hípica, que nunca habían visto a un caballo, ni aun en los cuentos que<br />
venían de la India, ponerse colorado”.<br />
Florilegio comienza <strong>con</strong> “unos papeles inéditos de Sherlock Holmes”<br />
y sigue <strong>con</strong> retratos de escritores y viajes a la tumba de Arturo<br />
y a las brumas de Elsinor. En Onírica se coleccionan sueños y tiene<br />
lugar un <strong>con</strong>cilio de demonios y una tertulia de brujas; también se<br />
habla del <strong>con</strong>de Cagliostro y del “grave problema del unicornio”. <strong>La</strong><br />
sección siguiente —la más breve— nos ofrece Retratos de hermosas,<br />
entre ellas Cleo de Merode y la reina de Saba.<br />
Del lejano país (tesoros, lobos, letras, caminos) valdría ya sola por<br />
un libro entero, un libro inagotable. Menos variada, pero no menos<br />
fascinante, resulta la sección De lo coquinario y vinícola, que comienza<br />
<strong>con</strong> un elogio del pan y toda ella está llena del olor a los membrillos<br />
que una amiga del Val Miñor le envía en una cestilla de mimbre: “¡Los<br />
membrillos! Los puse en los estantes, aquí, allá, junto a los libros. ¿Se<br />
enterarán de algún modo Proust, Virgilio, Giono, Rosalía, Stendhal,<br />
Shakespeare de que tienen un membrillo a medio madurar, pero ya<br />
suave, cálidamente aromático junto a sus palabras”.<br />
De santos y otras gentes nos habla efectivamente de pintorescos<br />
santos y de quienes no lo fueron tanto, como Benvenuto Cellini y Jack<br />
el Destripador; En tiempo de adviento, de la Navidad. Queda en<br />
medio otra de las seductoras secciones de este libro que puede llenar<br />
de luz todo un oscuro invierno: El vario mundo, que comienza hablando<br />
de algunos vendedores de perfumes, de Tilsit a Medina del Campo:<br />
“Hay muchas más cosas en un perfume de lo que parece a simple olfato.<br />
Para antes de morir, por ejemplo, yo quisiera que me envolviesen<br />
el corazón en secante de lirio, que era el perfume de moda en los días<br />
de Beatrice”.<br />
María Liñeira agrupa temáticamente, hasta donde ello es posible,<br />
los artículos, desentendiéndose de la cronología. Se habría agradecido,<br />
sin embargo, que la tuviera en cuenta, al menos dentro de cada<br />
parte. Álvaro Cunqueiro no habla sólo de brujas y sicofantes, de caballos<br />
que se ruborizan y de los tesoros que el otoño desparrama al azar<br />
de cualquier camino; también se ocupa de la actualidad más inmediata:<br />
de la “marcha verde”, del regreso de Perón a la Argentina, de la<br />
Revolución de los Claveles. El lector se sorprende de que en un artículo<br />
se arremeta <strong>con</strong>tra Otelo Saraiva de Carvalho y unas páginas<br />
después se nos cuente que los portugueses que pasan a Vigo devoran<br />
“o livro” del general Spínola.<br />
Álvaro Cunqueiro era un mago de otro mundo y también un hombre<br />
de este mundo, un antiguo falangista que no olvidaba sus <strong>con</strong>vicciones<br />
<strong>con</strong>servadoras. Pero qué poco nos importan las caducas opiniones<br />
del hombre de su tiempo (le reprocha a un diccionario político<br />
que pase de “democracia” a “democracia popular” sin referirse a la<br />
“democracia orgánica”). Leer a Cunqueiro es como sentarse, una<br />
noche de invierno, ante un buen fuego y abrir asombrados ojos de<br />
niños ante los cuentos de un viajero que acaba de llegar de lejanas tierras.<br />
O salir a la terraza cuando cae una lluvia mansa, sopla un vientecillo<br />
tibio y los frutales del huerto son como “verdes arpas de una<br />
edad de oro”.<br />
José Luis García Martín es director de la revista ‘Clarín’
Saberes 10<br />
<strong>La</strong> Opinión A Coruña<br />
Sábado, 1 de diciembre de 2007<br />
Lecturas<br />
Demiúrgo Auster<br />
PILAR PONTE<br />
A editorial Galaxia segue a apostar pola<br />
tradución de escritores actuais de sona mundial,<br />
e preséntanos a última obra de Paul<br />
Auster, A vida interior de Martin Frost, traducida<br />
por Eva Almazán; un volume que vai<br />
precedido pola longa entrevista que en agosto<br />
de 2006 lle realizou ao autor a novelista,<br />
ensaísta e xornalista, Céline Curiol, onde o<br />
de New Jersey nos informa dos diferentes<br />
a<strong>con</strong>tecementos que envolveron a xénese da<br />
obra.<br />
O propio autor recoñece que a principiou<br />
en 1999. Tratábase dun guión para un capítulo<br />
dunha serie de relatos eróticos para a televisión<br />
alemá, onde tiña unha duración de<br />
trinta minutos. É polo tanto unha historia<br />
que nace previamente á escrita de O libro<br />
das ilusións, onde aparece inserida a primeira<br />
parte da historia de Martin Frost. Logo de<br />
varias tentativas, <strong>con</strong>segue produtores e<br />
embárcase na posta en marcha do filme cun<br />
equipo de mínimos no que <strong>con</strong>ta tan só <strong>con</strong><br />
catro actores, dos cales tres son amigos e a<br />
cuarta é a súa propia filla no papel de Anna.<br />
A obra <strong>con</strong>ta a historia dun escritor norteamericano<br />
chamado Martin Frost, que non é<br />
outra cousa que un alter ego de Auster, quen,<br />
logo de tres anos, acaba de rematar a súa<br />
última novela e para descansar marcha a<br />
unha casa illada no campo. Pola mañá desco-<br />
bre ao seu carón, no leito, unha misteriosa<br />
muller, a súa musa, da que logo namora,<br />
mais ela non resulta ser quen dicía,<br />
ata o punto de se cuestionar a súa verdadeira<br />
existencia como ser independente.<br />
Auster <strong>con</strong>strúe nas súas obras labirintos<br />
literarios, a xeito de matriuskas,<br />
onde vai mesturando ficción, realidade e<br />
autobiografía. Neste sentido, mantéñense<br />
tamén aquí as <strong>con</strong>stantes do autor. A<br />
historia céntrase precisamente no límite<br />
entre a realidade e a ficción, visto mesmo<br />
desde o punto de vista filosófico, e tamén<br />
temos no lanzamento de parafusos a<br />
reprodución dun a<strong>con</strong>tecemento real da<br />
súa infancia.<br />
Non falta tampouco a presenza dunha<br />
personaxe de fasquía estrafalaria da que<br />
tanto gusta o autor, James Fortunato, un<br />
fontaneiro que escribe no seu tempo de<br />
lecer e que presuntamente debería achegar<br />
comicidade á trama pero que non<br />
deixa de ser máis ben esperpéntico. Con<br />
todo, as personaxes, sobre todo Martin e<br />
Claire carecen de <strong>con</strong>sistencia psicolóxica<br />
e vense reducidas a figuras planas que,<br />
mesmo nas súas fases de namoramento<br />
que se poderían prestar a episodios máis<br />
tórridos, pasan diante de nós coma espectros<br />
sen o máis mínimo pulo vital.<br />
O tema do escritor como demiúrgo non<br />
é orixinal na literatura, pero non vai ser<br />
A vida interior<br />
de Martin Frost<br />
PAUL AUSTER<br />
(Trad. Eva Almazán)<br />
Ed. Galaxia, Vigo 2007,<br />
161 páxinas<br />
iso o que lle quite mérito a esta obra do norteamericano,<br />
a fin de <strong>con</strong>tas é a orixinalidade<br />
no tratamento o que <strong>con</strong>verte unha idea<br />
nunha obra literaria.<br />
Pero debemos recoñecer que o infalible<br />
Auster nesta ocasión non <strong>con</strong>seguiu superar<br />
O retrato oval (1842) do <strong>gran</strong>de Edgar Allan<br />
Poe, escrito hai máis de dous séculos e medio.<br />
No devandito <strong>con</strong>to, o autor bostoniano resolvía<br />
a problemática creativa desta obra de<br />
Auster en menos de tres páxinas a través do<br />
enfrontamento entre o retrato realizado polo<br />
pintor e a agonía da retratada que avanzaba<br />
a cada pincelada nun dos mellores <strong>con</strong>tos da<br />
historia da literatura. Quizais o erro de Auster<br />
nesta ocasión <strong>con</strong>sista en querer levar ao<br />
xénero longo o que foi creado pensando nun<br />
formato breve. E así non debeu adaptar a<br />
unha longametraxe un argumento que pide a<br />
<strong>con</strong>cisión e iso que tan sabiamente dicía<br />
Rafael Dieste, “un remate que sexa unha<br />
imaxe que faga estoupar o <strong>con</strong>to nas verbas<br />
derradeiras”.<br />
Xa desde a súa anterior obra, Viaxes polo<br />
Scriptorum, se viña falando dun certo esgotamento<br />
creativo por parte do autor e por iso<br />
esixéselle que leve a cabo outra renovación<br />
literaria como a que xa o fixo merecente do<br />
Premio Príncipe de Asturias das Letras. Non<br />
debemos tampouco esquecer que no ámbito<br />
da creación <strong>con</strong>seguir unha boa obra xa xustifica<br />
toda unha carreira artística.<br />
Xustiza<br />
poética<br />
DOLORES MARTÍNEZ TORRES<br />
Tras a publicación d’O bosque dos raposos<br />
aforcados, nesta mesma colección, os lectores<br />
galegos temos outra oportunidade de<br />
coñecer a obra do finlandés Arto Paasilinna<br />
(Kittilä, 1942), persoal autor que <strong>con</strong>ta<br />
cunha amplísima produción e <strong>gran</strong>de éxito,<br />
sobre todo no seu país.<br />
A acción transcorre no norte de Finlandia,<br />
poucos anos despois de rematar a II<br />
Guerra Mundial. Un home alto e fraco, forte<br />
e ben feito, chega a unha remota aldea de<br />
<strong>La</strong>ponia, procedente do sur. No seu pasado<br />
adivíñase a traxedia. Di chamarse Gunnar<br />
Huttunen e ser muiñeiro e, sen facer caso<br />
das burlas dos veciños —que dende un principio<br />
o toman por tolo, pois ninguén no seu<br />
xuízo podería emprender o proxecto que el<br />
pretende—, merca un muíño ruinoso, á beira<br />
do río Kemi, coa intención de amañalo e <strong>con</strong>seguir<br />
que bote de novo a andar. Traballador<br />
titánico e incansable, capaz de domar as<br />
augas e facer xirar as pedras, o solitario<br />
O muiñeiro<br />
ouveador<br />
ARTO PASILINNA<br />
(trad. Tomás<br />
González Ahola),<br />
Ed. Rinoceronte,<br />
Cangas, 2007,<br />
269 páxinas<br />
Huttunen acada o seu propósito, mais os<br />
aldeáns non acaban de afacerse ao atrabiliario<br />
carácter daquel home, que “mestura<br />
períodos exultantes <strong>con</strong> épocas de profundas<br />
depresións”. Cando estaba de boas, os rapaces<br />
acodían a escoitar os seus <strong>con</strong>tos e rían<br />
coas imitacións que facía dos animais salvaxes<br />
e dos paisanos; mais, de pronto, sen<br />
razón aparente, o muiñeiro ficaba paralizado<br />
en medio dun chiste, botaba un berro desde<br />
os abismos da gorxa e arrincaba a correr.<br />
Cando algo se quebraba dentro da súa alma<br />
—algo tan <strong>gran</strong>de que non había verbas<br />
capaces de expresalo—, Huttunen ouveaba.<br />
Ouveaba nas noites coma un lobo no inverno.<br />
E iso era máis do que os habitantes da aldea<br />
estaban dispostos a aceptar.<br />
O muiñeiro provocáballes problemas; non<br />
quería comportarse como a xente normal.<br />
Estaba tolo e, aínda así, ousaba burlarse<br />
deles; fechalo no manicomio era a única solución.<br />
Por amor á fermosa Sanelma Käyrämö<br />
—entusiasta asesora agraria da zona, que o<br />
ensinara a plantar hortalizas e que ficara<br />
namorada da súa estrema sensibilidade—,<br />
Huttunen acode ao médico, disposto a facer<br />
o que sexa necesario para amoldarse á “normalidade”;<br />
mais o remedio resulta peor ca o<br />
mal, e acaba prisoneiro nunha cela sinistra,<br />
en mans dun imbécil e maniático doutor.<br />
Axudado por un desertor que finxe a súa<br />
loucura, <strong>con</strong>segue escapar e regresa a aldea,<br />
mais alí volverá a atopar a hipocrisía e a<br />
incomprensión dos veciños, que lle negarán<br />
a oportunidade de explicarse e o perseguirán<br />
como a unha besta brava polos bosques.<br />
Para enfrontarse aos seus cazadores, Huttunen<br />
<strong>con</strong>tará co amor de Sanelma e o apoio de<br />
dous leais amigos: un axente de policía vello<br />
e tranquilo e mais o carteiro da aldea, un<br />
homiño metódico e borrachón. A medida que<br />
o cruel, inapelable cerco se estreita arredor<br />
do muiñeiro, fica patente a enorme sensibilidade<br />
e capacidade de superación deste personaxe<br />
instintivo e inocente, desbordante e<br />
sentimental, sabio lector dos signos da natureza<br />
e dos corazóns humanos, polo que, sen<br />
dúbida, o lector sentirá pronta simpatía. Así,<br />
se cadra, o remate da novela deixará a<br />
algúns cun sabor agridoce; mais a xustiza<br />
poética é iso, poesía, e como tal permite tinxir<br />
de maxia a realidade.<br />
Aarto Passilinna é poeta; e foi garda<br />
forestal e vixiou os cambios de estación nos<br />
colores das follas; e traballou na prensa.<br />
Parece un bo observador do que sucede.<br />
Nestas páxinas, ademais da narración dun<br />
particular calvario, froito da dobre moral<br />
social e as dobres leis, pódese oír o estrondo<br />
das augas que baixan dos fríos cumios ata a<br />
moa, e o silencio do tempo dos arandos, e os<br />
chimpos dos salmóns.
<strong>La</strong> Opinión A Coruña<br />
Sábado, 1 de diciembre de 2007<br />
11 Saberes<br />
Lecturas<br />
Un bo ensino<br />
MARÍA NAVARRO<br />
“Sempre está ben o que ben acaba” podería<br />
ser a máxima de A carreira de sacos, unha historia,<br />
destinada aos primeiros lectores que<br />
escribe Silvia Pazos Hermida, ilustra Rodrigo<br />
Chao e publica Edicións Xerais de Galicia na<br />
colección Merliño, que se ben ao comezo introduce<br />
elementos discordantes, cara ao final<br />
recupérase grazas ao carácter <strong>con</strong>ciliador dos<br />
personaxes.<br />
Unha importante e anunciada competición<br />
reúne a cinco participantes de excepción na<br />
liña de saída. A pulga, a chicharra, a rá, o coello<br />
branco e o canguro dispóñense a realizar<br />
unha carreira de sacos na que ninguén ten a<br />
intención de xogar limpo e que non terá ningún<br />
gañador, pero tampouco ningún perdedor, porque<br />
todos xuntos disfrutarán do premio nunha<br />
animada e divertida festa.<br />
Practicamente dende o comezo da historia,<br />
os cativos perciben varios aspectos, cando<br />
menos reprobables e que os obrigará, quizais, a<br />
ir tomando partido por algín personaxe, actitude<br />
que irá mudando a medida que avanza a lectura,<br />
de modo que cando cheguen ao final da<br />
carreira terán analizado o positivo e o negativo<br />
de cada situación, de cada etapa e terán, indubidablemente,<br />
feito a comparación <strong>con</strong> outros<br />
momentos das súas vidas nas que por rivalidade<br />
<strong>con</strong> iguais ou co desexo de amosar a súa<br />
supremacía sobre o outro, actuaron de forma<br />
A carreira<br />
de sacos<br />
SILVIA PAZOS<br />
HERMIDA (ilustr.<br />
RODRIGO CHAO)<br />
Ed. Xerais, Vigo,<br />
2007,<br />
30 páxinas<br />
incorrecta. Ao final, un bo ensino para todos,<br />
porque tamén das situacións negativas debemos<br />
aprender , tentando ser capaces de superar<br />
diferenzas e aceptar as derrotas e/ou as<br />
<strong>con</strong>secuencias dun comportamento pouco adecuado.<br />
Trátase dun texto breve, <strong>con</strong>ciso, como debe<br />
corresponder a unha historia destinada aos<br />
primeiros lectores, pero que encerra múltiples<br />
valores que non pasarán inadvertidos aos ollos<br />
dos pequenos e que os maiores poden aproveitar<br />
para exemplificar <strong>con</strong>dutas.<br />
Dende o punto de vista plástico emprégase<br />
o colorido, o trazo sinxelo e o detalle como elementos<br />
fundamentais para captar a atención<br />
dos rapaces que farán a lectura das ilustracións<br />
en clave de xogo, porque como sucedeu<br />
coa pulga, a chicharra, a ra, o coello branco e<br />
o canguro que <strong>con</strong>sideraron a competición<br />
coma unha brincadeira, a lectura tamén é un<br />
xogo.<br />
Namoro de crocodilo<br />
Andel de<br />
novidades<br />
M. BLANCO RIVAS<br />
As árbores de Galicia<br />
Esta guía <strong>con</strong>stitúe unha ferramenta<br />
utilísima tanto para especialistas como<br />
para curiosos e afeccionados. Os autores<br />
trazaron un libro útil e doado de<br />
manexar que recolle tanto as especies<br />
autóctonas e de repoboación como as<br />
dos parques e xardíns públicos de Galicia.<br />
Cunhas precisas ilustracións de<br />
Jacobo Fernández —que permiten o<br />
rápido recoñecemento das especies—, o<br />
libro fai un repaso ás xeneralidades<br />
botánicas e os diversos usos das especies,<br />
poñendo especial énfase nas árbores<br />
froiteiras, sempre relacionadas co<br />
territorio galego. Ademais, o volume<br />
ofrece unha detallada descrición das<br />
especies de xeito claro e <strong>con</strong>ciso.<br />
O ceo dos afogados<br />
Todos os golfiños do planeta deciden<br />
xuntarse á mesma hora nun puno dos<br />
mares e dos océanos para dende alí<br />
avanzar cara á costa. Ás seis horas de<br />
ter iniciado a estraña peregrinación,<br />
paran todos de súpeto. As fotografías<br />
que ofrecen os satélites resultan sorprendentes:<br />
centos de miles de golfiños<br />
<strong>con</strong>figuran círculos case perfectos<br />
repartidos por todas a xeografía marítima<br />
planetaria sin que ningúen saiba<br />
explicar o motivo. O ceo dos afogados,<br />
finalista do Premio Fundación Caixa<br />
Galicia de literatura infantil, aborda a<br />
cuestión da comunicación dos seres<br />
humanos cos animais.<br />
Memoria de Ahab<br />
As árbores<br />
de Galicia<br />
MARISA<br />
CASTRO/ANTONIO<br />
PRUNELL/JAIME<br />
BLANCO<br />
Edicións Xerais.<br />
301 páxinas<br />
O ceo dos<br />
afogados<br />
FRANCISCO<br />
CASTRO<br />
Edicións Xerais.<br />
192 páxinas<br />
PAULA FERNÁNDEZ<br />
No <strong>con</strong>texto globalizador, e ás veces<br />
carente de sentimentos, en que vivimos os<br />
diferentes temas de índole sociocultural<br />
adoitan ser tratados dende unha perspectiva<br />
única e ao tempo mundializante. E é de tal<br />
alcance este proceso que mesmo os máis<br />
novos asumen unha serie de roles e regras<br />
explicables na meirande parte das ocasións<br />
só por quen acha algún beneficio nelas. Deste<br />
xeito, ademais de observarmos esa tendencia<br />
á homoxeneización disfrazada de diversidade,<br />
vemos tamén como baixo ela se agochan<br />
directrices que até tentan gobernar algo tan<br />
propio e subxectivo como son os sentimentos.<br />
Daniela Kulot (Schongau, Bavaria 1966),<br />
lonxe de defender esta idea, proclama a<br />
liberdade no namoramento, como peza chave<br />
nun proceso que non entende de diferenzas.<br />
E así nolo amosa en Crocodilo namorado, un<br />
relato que axiña relacionamos, sobre todo<br />
dende o punto de vista plástico, <strong>con</strong> Leopoldo<br />
e Casilda, tamén publicado pola mesma<br />
editorial e onde ocupaban tamén un lugar<br />
salientable a variedade cromática, a luminosidade<br />
e os <strong>con</strong>trastes entre as cores, e que<br />
narra de xeito humorístico todos os pasos<br />
dados por un crocodilo que pretende namorar<br />
unha xirafa.<br />
Dadas as diferenzas existentes entre<br />
ambos semella unha relación imposible, mais<br />
a insistencia do crocodilo, a quen se lle presentan<br />
toda unha serie de simbólicas adversidades<br />
relatadas baixo unha aparencia fortuíta,<br />
fará que o amor supere todas esas<br />
barreiras produto da diversidade. É entón<br />
un relato actual ou unha fábula moderna, coa<br />
súa correspondente lectura didáctica, que<br />
abrangue un tema universal, de carácter global,<br />
dende unha perspectiva cotiá asequible<br />
para un lector ou lectora de arredor de cinco<br />
anos, que ademais invita a interiorizar actitudes<br />
de respecto de cara ao que cada un<br />
entende como diferente ao seu.<br />
Cunha linguaxe sinxela, asimilable por<br />
quen le, trata entre liñas un tema de actualidade<br />
nesta sociedade cambiante, onde se<br />
volve imprescindible a educación baseada no<br />
respecto ás diferentes razas, culturas ou<br />
tipos de familia, sendo fiel a un <strong>estilo</strong> característico<br />
que prefire os animais humanizados<br />
como protagonistas e un texto que agocha<br />
unha mensaxe útil debaixo dunha divertida<br />
historia para nenos e nenas.<br />
Crocodilo<br />
namorado<br />
DANIELA KULOT<br />
(Trad. Marc Taeger<br />
e Pilar Martínez)<br />
Factoría K, Vigo,<br />
2007,<br />
26 páxinas<br />
Memoria de Ahab é un dos seis títulos<br />
cos que a editorial Sotelo Blanco inicia<br />
a súa nova colección de poesía Leliadoura,<br />
que quere ser, como o seu nome<br />
indica, herdeira e <strong>con</strong>tinuación do labor<br />
realizado pola histórica e dalgunha<br />
maneira xa mítica colección homónima,<br />
na que se publicaron algúns dos libros<br />
más importantes da poesía galega dos<br />
anos 1980, e que foi, tamén testemuño e<br />
actor do renacer poética da Galiza<br />
daqueles anos. Rafa Villar amosa no<br />
seu libro unha poesía intimista que fala<br />
do ser humano cunha linguaxe sinxela<br />
na que a Natureza se transforma en<br />
<strong>con</strong>tinuas metáforas.<br />
A patria de Colón<br />
Pontevedra <strong>con</strong>ta <strong>con</strong> dous factores<br />
vantaxosos para ser a patria de Cristovo<br />
Colón: que no século XV había veciños<br />
<strong>con</strong> este apelido, e que <strong>con</strong>taba <strong>con</strong><br />
embarcacións que facían a ruta do norte<br />
ata Inglaterra e Flandes, e a do sur ata<br />
Sicilia. Barcos pontevedreses rexístranse<br />
nesta época en case todos os portos<br />
do Mediterráneo. Neste libro, publicado<br />
en 1914, Celso García de la Riega, baseándose<br />
en documentos nos que figura o<br />
apelido Colón, chega á <strong>con</strong>clusión de que<br />
o descubridor de América puido nacer<br />
en Pontevedra nos anos 1436 ou 1437.<br />
Memoria de<br />
Ahab<br />
RAFA VILLAR<br />
Sotelo Blanco.<br />
139 páxinas<br />
A patria<br />
de Colón<br />
CELSO GARCÍA<br />
DE LA RIEGA<br />
Edicións<br />
Toxosoutos.<br />
171 páxinas
Saberes<br />
saberes@laopinionacoruna.net<br />
Sábado,<br />
1 de diciembre<br />
de 2007<br />
NO FONDO DOS ESPELLOS<br />
A novela familiar<br />
de Rosalía de Castro<br />
XOSÉ LUÍS MÉNDEZ FERRÍN<br />
Desde mediados do século XX, as circunstancias<br />
do nacemento e infancia de Rosalía de<br />
Castro sempre foron relatadas dun xeito fixo e<br />
comunmente aceptado. Vexamos.<br />
“Teresa de Castro Abadía, solteira, 29 anos.<br />
Pariu nunha casa emprestada do Camiño<br />
Novo, Compostela, unha nena o 24 de febreiro<br />
de 1837. Xosé Varela de Montes asistiu a Teresa<br />
neste parto. O mesmo médico e filósofo<br />
social embrulla a meniña e lévaa no colo do<br />
Camiño Novo ao Hospital (hoxe Hostal dos<br />
RRCC) no que había tamén inclusa. Batizan alí<br />
a naipela como María Rita Rosalía, filla de pais<br />
incógnitos. É madriña María Francisca Martínez,<br />
irmá ou enviada do pai da neófita. Por<br />
orde do pai, a María Francisca marcha coa<br />
meniña para a aldea de Ortoño, na cal a aleitoará<br />
a muller dun xastre para logo a familia<br />
paterna se facer cargo dela. Neste Ortoño<br />
Rosalía medrará e se fará aldeá galega. O pai<br />
era Xosé Martínez Viojo, crego de baixo rango<br />
adscrito á colexiata de Santa María de Iria ou<br />
da Adina. Mantivera relacións <strong>con</strong> Teresa pro<br />
coa eximente de facer tal (<strong>con</strong> 39 anos) antes de<br />
cantar misa. Finalmente, e non se sabe cando,<br />
Teresa, arrepentida, acepta a filla e dálle o seu<br />
apelido. Nai e filla aparecen xuntas en Compostela<br />
no ano 1853, tendo Rosalía 16 anos”.<br />
Así é como, por aproximadamente, R. Carballo<br />
Calero nos <strong>con</strong>ta as orixes de Rosalía de<br />
Castro.<br />
Pro, examinada a historia cunha ollada crítica,<br />
vemos que non existen probas de que o<br />
doutor Varela de Montes intervise no nacemento<br />
da meniña para nada. Que o crego que a<br />
batizou se apelidase Varela Montero poidera<br />
estar na orixe do <strong>con</strong>to. Non hai fonte ningunha<br />
seria que diga que Xosé Martínez Viojo fose<br />
o pai de Rosalía, e menos que tivese a simple<br />
<strong>con</strong>dición de seminarista no intre de a enxendrar.<br />
Se é verdadeiro o principio “pater semper<br />
incertus est”, como moi a propósito relembra<br />
Freud, neste caso resulta especialmente<br />
xusto. María Francisca Martínez nin era irmá<br />
do crego Martínez nin enviada deste, senón a<br />
criada da certissima nai. Despois desta morrer,<br />
María Francisca seguiu até o fin dos seus días<br />
<strong>con</strong> Rosalía e <strong>con</strong> Murguía e debeu de ser unha<br />
especie de segunda nai para a nosa autora.<br />
Non é certo que Teresa se desentendese inicialmente<br />
da súa filla, pois tomou disposicións<br />
para que ela fose rexistrada e <strong>con</strong>fiada a unha<br />
descoñecida (para nós) ama de cría, que ben<br />
poido ser de Ortoño, que non é lonxe da aldea<br />
nativa de María Francisca (Campo). Sábese,<br />
seguro, por Álvarez Ruiz de Ojeda, que Rosalía<br />
vivía feliz coa súa nai e <strong>con</strong> María Francisca<br />
Rosalía<br />
de Castro<br />
en Padrón no ano 1842. Ou sexa, desde os cinco<br />
aniños e non hai ningunha sospeita razoábel de<br />
que non estivesen xuntas desde o final da lactancia<br />
e de que, durante ela, a nai non tivese<br />
<strong>con</strong>tacto coa filla.<br />
Por que tánta mixtificación e tán infundados<br />
relatos cobran na bibliografía máis respectada<br />
a apariencia de verdades A resposta está en<br />
que Lois Tobío Fernández, home serio, lles<br />
transmitiu todos os elementos infundados da<br />
estoria aos seus amigos e irmáns Fermín<br />
Bouza-Brey, X. Filgueira Valverde e outros,<br />
sábese que no ano 1923. Como máxima autoridade,<br />
Tobío invocaba o relato da súa tía avoa<br />
Minia Martínez Tobío, da familia dos Martínez<br />
Viojo. Todo parece indicar que, basándose nalgunha<br />
circunstancia que ignoro, quizais a de<br />
ter sido algunha muller da familia a verdadeira<br />
ama de cría en Ortoño de Rosalía, alguén dos<br />
Martínez de que falamos fabulou o <strong>con</strong>to da<br />
paternidade do crego da casa e da maldade da<br />
señorita De Castro que quixera desfacerse da<br />
filliña. Trátase, aparentemente, dunha fantasía<br />
de <strong>gran</strong>deza moi semellante á do “antepasado<br />
fidalgo ou ilustre”, tán común, que podería ser<br />
analizada, coma outras do mesmo xénero,<br />
mediante unha socialización da Familieroman<br />
der Neurotiker ou novela de familia do individuo<br />
neurótico de que tratou Freud en 1908.<br />
Lois Tobío sucumbiu seguramente á fascinación<br />
da novela e <strong>con</strong>venceu da súa veracidade<br />
baixo palabra de honor, á xeración intelectual<br />
de 1925, que peregrinou precisamente<br />
a Ortoño e non a Padrón, poñamos por caso,<br />
para o acto fundacional do Seminario de Estudos<br />
Galegos facendo tal en memoria de Rosalía<br />
de Castro. Outra explicación non me dá<br />
vido ás mentes.<br />
A vida de Rosalía de Castro, da que se ocuparon<br />
autores <strong>con</strong>temporáneos dela e nosos,<br />
alén de amosar pavorosos buracos de descoñecemento,<br />
áchase embazada, como quixemos<br />
advertir, pola mitificación e polas fantasías<br />
escritas e de transmisión oral. Nos nosos días,<br />
as brillantes investigacións de Victoria Álvarez<br />
Ruiz de Ojeda supoñen avances substanciais<br />
a respecto dos datos, e dos ensoños, aportados<br />
por anteriores eruditos que se ocuparon<br />
da vida da nosa autora máxima. Estamos á<br />
espera de que alguén <strong>con</strong> talento nos regale<br />
<strong>con</strong> esa biografía de Rosalía de Castro que o<br />
século XXI está a requerir.<br />
SOBRE TELMO GONZÁLEZ FERNÁNDEZ<br />
“Son neto dun <strong>gran</strong>de pintor (para<br />
min) que tivo Vigo e que se chamou Telmo<br />
González Fernández. Aínda que naceu<br />
en Ponteareas (1886) a súa vida<br />
desde moi novo fíxoa en Vigo na céntrica<br />
rúa de María Berdiales núm. 3 en<br />
compañía da súa esposa Paula e das<br />
súas nove fillas das cales viven sete.<br />
Faleceu en 1965 sen chegar a ser recoñecido<br />
como debera (ao meu entender)<br />
deixando a súa obra repartida entre os<br />
seus familiares máis queridos e as casas<br />
dos apelidos máis importantes da<br />
cidade de aquela. Foi un dos fundadores<br />
da xa hoxe desaparecida Sociedad<br />
de Amigos del Arte xunto cos irmáns<br />
Benedicto e Xesús Conde, Antonio<br />
Buzón<br />
MÉNDEZ FERRÍN<br />
Sen dúbida a referencia<br />
máis erudita da narrativa<br />
galega, o escritor e académico<br />
Xosé Luís Méndez<br />
Ferrín, achega nunha serie<br />
de artigos a súa sabedoría<br />
sobre episodios e personaxes<br />
que chaman o seu interese.<br />
Ochaíta e outros. Tamén sei que decorou<br />
os salóns da estación do tren <strong>con</strong> motivo<br />
da visita a Vigo do rei Alfonso XIII polo cal,<br />
teño entendido, quixeron darlle o título de<br />
pintor real que el, non sei por que motivo,<br />
rexeitou. Non sei se faría alguna exposición,<br />
unicamente no patio da súa casa, e<br />
tamén me parece que nunca vendeu un<br />
cadro: regalábaos ou facía algún ‘troco’. El<br />
vivía de decorar casas, comercios, igrexas;<br />
de pintar os anuncios do antigo Balaídos,<br />
etc. Tamén facía carteis e matrículas<br />
de coches. Qué tempos!”<br />
JOSÉ CARLOS GONZÁLEZ GONZÁLEZ<br />
Pídeme, o meu atento comunicante que eu<br />
aporte nesta sección máis datos sobre o pintor e<br />
deseñador que asinaba as súas obras Telmo,<br />
cunha curiosa deformación gráfica que fundía o E<br />
e o L. Sei que Telmo González foi un artista moi<br />
coñecido en Vigo e moi aprezado, pero os meus<br />
coñecementos sobre el non sobrepasan en absoluto<br />
os datos que o seu neto acaba de nos ofrecer.<br />
Con todo, prométolle a éste indagar entre os vigueses<br />
máis vellos que coñezo, aínda que os da<br />
xeración de Telmo González xa van todos alá. Un<br />
saúdo moi afectuoso a José Carlos e ás fillas de<br />
Telmo que felizmente viven, así como a toda a súa<br />
familia.<br />
Aqueles lectores que queiran colaborar coa súa opinión nesta sección poden escribir a:<br />
<strong>La</strong> Opinión de A Coruña. C/ Franja, 40-42 15001 A Coruña. Correo electrónico: saberes@laopinionacoruna.net