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Hay que decir que este fenómeno no fue exclusivo de las ciudades
italianas ya que en cierta medida se produjo también en Flandes, España,
Francia y Alemania, a veces con distintos matices pero con el mismo fin.
Por ejemplo Henry Pirenne 59 con respeto a las “citès” francesas, nos
señala un fenómeno parecido al de los “Comuni” italianos. Nos aclara sin
embargo que si bien la situación del sur de Francia era parecida a la
italiana y los condes vivían en las ciudades, la situación en el Norte de
Francia y Alemania era distinta, ya que los condes y grandes propietarios
preferían vivir en sus tierras, donde tenían sus palacios y castillos. A este
respecto nos dice Pirenne: “Resulta bastante significativo constatar que
los palacios de los príncipes Carolingios no se encuentran en las Citès.
Se sitúan sin excepción en el campo, en los dominios de la dinastía…” 60
Por supuesto al leer Pirenne y el periodo que el trata hay que tomar en
cuenta el factor cronológico ya que la formación de los Comuni italianos
es posterior; sin embargo si tomamos en cuenta la falta de voluntad de los
Carolingios por vivir en zonas urbanas, podemos llegar a la conclusión
que en la zona de influencia de esos gobernantes las ciudades no
siguieron el mismo patrón evolutivo y por ello no llegaron a Comuni,
mientras que en las zonas más alejadas se dio este patrón, parecido al
italiano.
Ahora bien, en vista que el Comune, está estrechamente ligado a la
ciudad, queremos aquí aclarar que entendemos por una ciudad de la
edad media, ya que si bien sobre todo en la Italia del Norte, se trató de
una continuidad de las ciudades romanas, tuvieron unas características
comunes, que antes de hablar de los Comuni es necesario puntualizar.
La primera característica de estas ciudades medievales era que
poseían unos muros que las circundaban. Esto se convirtió en los tiempos
difíciles de la Alta Edad Media en un atractivo adicional para el comercio,
los artesano y la gente en general que de tal modo se sentían
protegidos 61 La segunda característica, fue la existencia de un poder local
y éste en muchos casos estuvo representado por el Obispo, que a pesar
59
-PIRENNE, Henry. Las ciudades de la Edad Media. Editorial Alianza, Madrid, 1972. Pág. 42
60
-Ibid. Pág. 43
61
-En las ciudades de origen romano los muros usualmente se originaron a partir del siglo IV por las invasiones
germánicas
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