Descargar Texto - Memoria Digital de Lanzarote

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La marca Lanzarote es, en realidad,
la simbiosis entre la acción de
los volcanes y la naturaleza, la intervención
histórica de los seres humanos
sobre el medio físico y natural y
la labor sintetizadora y creadora de
Manrique, que proyectan, como si
de una sola se tratase, tanto la identidad
del territorio como la de la
propia comunidad lanzaroteña. Es
lo que, por extensión, se podría denominar
cultura manriqueña, al ser
el artista su mayor exponente y su
mejor lector.
E
l vínculo entre Manrique y Ramírez
Cerda supone en 1995,
sobre todo, un ejercicio de síntesis
para la isla que juntos soñaron.
Convertida en emblema de las características
paisajísticas insulares y
en ejemplo de intervención del ser
humano en su entorno, su forma de
hacer las cosas nos fue educando
progresivamente. Con el tiempo se
fue valorando lo que en apariencia
carecía de valor, después de que el
artista nos ofreciera su mirada para
poder ver a través de ella. A los
ojos de la mayoría, Lanzarote sólo
era hasta entonces escoria y miseria.
La obra espacial se convirtió
en un obligado referente y en un
paradigma para el resto de las islas
del Archipiélago.
En lo playa del Castillo
de Son Gobriel.
Con la acción conjunta de
Manrique y Ramírez Cerda da un
vuelco la hasta entonces casi inexistente
autoestima de la comunidad
lanzaroteña, que aprende a mirar
para ver belleza donde antes
sólo veía desolación. La población
comienza a valorar su espacio vital,
la forma cómo ha encarado históricamente
la vida en un territorio adverso
y hostil. Nuestra cultura es reconocida
y ensalzada. Singular
terapia, al reeducarnos poniéndonos
en contacto con los valores hasta
entonces despreciados o ignorados.
Se extiende el mensaje de
que el paisaje debe ser cuidado, así
como los valores culturales que lo
sustentan, además de las decisivas
aportaciones de Manrique al arte
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2010