La ordenanza solar térmica. - Agència d'Energia de Barcelona

La energía solar en Barcelona. La ordenanza solar térmica
Los sistemas de climatización
En el año 2001, la mayor parte del
consumo eléctrico en climatización en el
sector de la edificación se producía en los
edificios del sector terciario (administrativos,
comerciales, hoteles, centros de ocio,
etc.) con un 98% del consumo. El resto,
un 2%, correspondía al sector doméstico
donde, según datos del INE, tan solo un
15 % de los hogares en España tenía refrigeración,
en una o dos habitaciones
resuelta con pequeños equipos split, multisplit
o portátiles. No disponemos de
datos cuantitativos que nos permitan
actualizar estas informaciones, pero el
crecimiento en el sector doméstico en edificios
existentes ha resultado exponencial
a lo largo de los últimos calurosos veranos
y las puntas diarias de consumo eléctrico
facilitados por las empresas suministradoras
ya se han alcanzado los años 2005 y
2006 en el período veraniego.
Los sistemas de aire acondicionado
en edificios residenciales de nueva construcción
se han convertido ya en un equipamiento
estándar. De hecho, la demanda
energética para refrigeración en el sector
residencial de Barcelona era notablemente
más baja que la demanda para calefacción
pero se está equilibrando rápidamente.
Los valores medios de los edificios
residenciales (excepto la vivienda de
nueva construcción) se situaba entre 6 y
10,5 kwh/m 2·y año pero este crecimiento
exponencial con sistemas de baja eficiencia
ha cambiado completamente los parámetros.
La demanda de refrigeración en
vivienda de nueva construcción ya era de
20,3 kwh/m 2·y año, casi el doble que la de
edificios existentes y mayor que la demanda
de calefacción de los edificios de
nueva construcción (14 kwh/m 2·y año).
La mayor parte de los equipos de
climatización actuales están basados en
un sistema de compresión mecánica que
requiere consumir energía eléctrica. Las
altas temperaturas que se alcanzan en
verano hacen que trabajen en condiciones
extremas de funcionamiento, consumiendo
más energía eléctrica que en condiciones
normales, debido a que casi todos
estos equipos son de condensación por
aire, menos eficientes que los de condensación
por agua. Estos últimos, por otras circunstancias,
se instalan cada vez menos.
Actualmente para la definición de un
sistema de climatización, el RITE obliga al
proyectista a seleccionar el sistema de climatización
más adecuado a las características
del edificio y su uso, considerando la
envolvente térmica, la orientación de las
fachadas, la distribución de espacios y el
régimen de explotación (ocupación, usos y
horarios de funcionamiento de las diferentes
zonas). Todos estos factores que influyen
notablemente en la demanda de refrigeración
del edificio son impuestos al proyectista
del sistema de climatización por el
proyectista general del edificio y no está en
sus manos actuar sobre ellos, ya que su
función se reduce a dotar al edificio con una
instalación que tenga el mejor rendimiento
posible para cubrir esa demanda.
Como vemos, nos encontramos en el
campo de la climatización en uno de los
mayores retos energéticos de la ciudad de
Barcelona, ya que las exigencias de confort
son cada día superiores y los edificios existentes
las resuelven con los sistemas más
simples y económicos, pero así mismo con
los menos eficientes. La aparición de las
unidades exteriores en las fachadas de los
edificios, claramente prohibidas por las
ordenanzas municipales son un hecho cotidiano
que vemos multiplicarse verano tras
verano sin que el Ayuntamiento se vea
capaz de evitarlo, ya que cualquier otro sistema
aplicado a un edificio existente se
muestra claramente más costoso y con
mayor dificultad de adaptación.
En este sentido, el “benigno” clima
mediterráneo debería permitir resolver la
climatización en una ciudad como
Barcelona, pero las protecciones solares
no son las adecuadas, la cultura de un uso
bioclimático de las viviendas se ha perdido,
la ventilación cruzada definidora por
excelencia de los edificios del Eixample
están desapareciendo y la problemática
del ruido de la ciudad, que es una de las
peores de nuestro entorno, conducen día
a día a los habitantes a resolver su confort
estival con la simple, fácil y económica
instalación de unos aparatos de aire acondicionado
en algunas de las estancias de
sus viviendas. Hasta hoy, tanto las empresas
eléctricas como las administraciones,
no han sido capaces de sensibilizar a los
ciudadanos de la problemática medioambiental
que este desbordamiento comporta
ni ofrecer soluciones alternativas razonables
a las iniciativas individuales.
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