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23.01.2015 Views

LÍDER IBERO Yo siempre he mirado el periodismo como una forma de repartir el conocimiento, de darle a la sociedad lo que necesita para entender lo que sucede. Yo pertenecí a la cuarta generación. Todavía era una generación muy pequeña, de unos cuarenta o cuarenta y cinco alumnos. La primera había sido sólo de catorce, y había arrancado en la calle de Zaragoza, en Coyoacán, con Sánchez Villaseñor. Sánchez Villaseñor tenía una idea bastante romántica aunque también muy práctica de la escuela. Quería formar un humanista, un hombre con el conocimiento profundo e intelectual de su tiempo y con los instrumentos también de su época, para difundir un buen mensaje. Pero la verdad es que a esas primeras generaciones de la carrera entramos puros despistados. Íbamos cayendo allá porque no teníamos claro qué cosa queríamos hacer. Eran tan diversas las materias, al igual que las posibilidades profesionales, que todo esto le quedaba muy bien a nuestro desconcierto. De la primera generación recuerdo ahora, y de toda la vida, a José María Pérez Gay; también a Eduardo Maldonado, un cineasta documentalista muy notable, y a Yolanda Lazo. De la segunda generación, los primeros que vienen a mi memoria son dos amigos míos de toda la vida: Luis Linares Zapata y Alberto Ulloa. De la tercera recuerdo a Paco Prieto, a Francisco Rodríguez Ezeta y a María Angélica Luna Parra. Y de mi generación a varios amigos que conservo a la fecha, como Sergio González Romero y Ernesto García Cabral, entre otros, algunos de los cuales fueron mis compañeros desde el Instituto Patria. La Ibero era, realmente, como una pequeña familia extensa. ¿Siempre te sentiste a gusto con la educación jesuita En ese entonces, quizá lo que echábamos de menos en la Ibe- 30 IBERO ro era un poco el tema deportivo y un poco también la mayor libertad que teníamos, desde el punto de vista personal y religioso, en el Patria. La Ibero tenía entonces un toque confesional: se rezaba el ángelus en las tardes, y los curas vigilaban con cierto celo las relaciones amorosas de los alumnos, eran un poco dirigistas con nuestra vida personal, a fin de corregir las conductas que consideraban desviantes. Además, una buena parte de ellos tenía la convicción, razonable, de que yo estaba completamente loco, que era un personaje desviante y un poco anárquico, y lo era en realidad, porque a pesar de ser un hijo de las escuelas jesuitas, nunca tuve una disciplina religiosa, una profesión de fe o ciertas conductas vinculadas a la ética del rito católico. Siempre fui bastante agnóstico y anárquico. Entonces, tuve algunos problemas con los curas, especialmente con una pequeña plaga que llegó de España: unos curas franquistas bastante conservadores y entrometidos. Pero la verdad es que yo recuerdo mi paso por la Ibero, y por la educación jesuita en general, con gran gusto, como en medio de un cierto resplandor. ¿Qué opinión tienes hoy de la Ibero La Ibero en la que yo estudié estaba en una fase experimental; era una universidad que estaba empezando a ofrecer sus cursos y que tenía muy pocas carreras. Estaba en su fase de construcción. La Iberoamericana de hoy es una universidad muy consolidada, muy profesional y nada confesional. Y cuando digo profesional me refiero a que la mayor parte de las autoridades que nosotros teníamos, sino es que todas, eran sacerdotes. Los principales maestros eran sacerdotes, y aunque había externos muy importantes (por ejemplo Vicente Leñero, que fue nuestro maestro de periodismo, siendo él muy joven), la verdad es que todo tenía un toque de pedagogía sacerdotal, en un contexto jesuita absolutamente religioso. Pero ahora lo que tenemos es una universidad donde las autoridades mayores pueden ser miembros de una Compañía mucho más liberal, cercana al mundo; una universidad meritocrática, con enorme cantidad de laicos y civiles conduciéndola. Sobre todo, una universidad muy progresista; a veces incluso ingenuamente progresista, como queriendo pagar todavía alguna aduana por ser una universidad privada, a fin de no ser tachada como una universidad conservadora o burguesa. Pero tanto por la calidad de la enseñanza como por las instalaciones y la cantidad de las carreras, la Ibero es hoy una de las mejores universidades. A partir de tu formación profesional, ¿cómo entiendes el periodismo Yo siempre he mirado el periodismo como una forma de repartir el conocimiento, de darle a la sociedad lo que necesita para entender lo que sucede. No lo he visto como un negocio

o como una forma de simple entretenimiento. En este sentido, mi visión del periodismo es una visión elitista, porque no me interesa el periodismo popular, ni el periodismo de escándalo, ni el periodismo de la farándula. Me interesa el periodismo del conocimiento, que tenga una influencia sobre los cambios que la sociedad necesita; un periodismo para crear conciencia y hacer política en el sentido más amplio y generoso del término política: mejorar la cosa pública. ¿Cómo ves el periodismo actual El periodismo en México vive, a la vez, un gran momento y un momento muy pobre. Es el gran momento de la pluralidad, la libertad y la riqueza (en el sentido de dinero y en el sentido de la calidad de profesionistas que lo ejercen). Pero, al mismo tiempo, es un periodismo muy poco responsable, en términos de llevarle a la gente el conocimiento que necesita para ser mejores ciudadanos y seres humanos más inteligentes. Los grandes periódicos son grandes intelectuales colectivos: máquinas de generar información para ayudar a ser más inteligentes y más eficaces a sus lectores; para enseñarles a comprender cosas que difícilmente van a comprender solos, a conocer a su sociedad, y a crear comunidad inteligente, que comprenda y esté al tanto de lo que pasa en todos los ámbitos (político, económico, social, deportivo, cultural, etcétera). Si los periódicos no son grandes intelectuales colectivos —y en este sentido soy muy sanchezvillaseñoriano—, no diría que son despreciables, pero sí que son instrumentos de segunda calidad pública: buenos negocios o buenos divertimentos, pero carentes de ese ethos que yo, quizá, aprendí en la Ibero: ser algo más que divulgadores, entretenedores, escandalizadores y masajeadores de la sociedad. Ser sus cerebros, sus intelectuales colectivos. En este sentido, ¿el periodismo debe tener una vocación educativa, formativa Sí, claro. El periodismo tiene que ser parte de la inteligencia, de la comprensión, la responsabilidad y la conducta cívica, solidaria y ética de los lectores, de los públicos. Y yo siento que nuestro periodismo renuncia demasiado fácilmente a toda noción que no sea una formulación tan limitada como la siguiente: “A mí no me importa nada más que la noticia y yo no tengo más responsabilidad que atraer a los lectores a mi medio, sin callarme nada, y si hace falta subiéndole bastantes decibeles a los gritos y los susurros de la sociedad”. Una formulación así me resulta muy pobre como periodismo. ¿Así era el periodismo cuando fundaste Nexos Cuando fundamos Nexos el periodismo mexicano era un periodismo bastante provinciano, sometido, amordazado y alquilado en muchos sentidos. Había muy pocos periódicos realmente independientes y libres, aunque por ello mismo, también, una enorme oportunidad para hacer el periodismo que a mí me ha interesado siempre. Nexos se fundó en los años setenta, y comenzaba a haber en México una cierta riqueza muy visible, muy madura ya, de conocimiento académico; de gente que estudiaba con rigor la política, la economía, la dinámica social. Y lo que nosotros hicimos en Nexos fue tratar de traer ese conocimiento, que había en los claustros académicos, a un espacio público intermedio entre el artículo de periódico y el ensayo académico, añadiendo desde luego algo que ya era una riqueza muy consolidada de la vida cultural mexicana: la creación y la crítica literaria, en el ámbito de las humanidades. La titulamos Nexos, sociedad, ciencia y literatura, porque nos parecía desde entonces que había un tema tecnológico y científico que estaba también escondido y del que nadie se hacía cargo en los espacios de las audiencias periodísticas. Fue una decisión acertada que le permitió a la revista tener un perfil muy claro desde el principio. Luego lo que nosotros iniciamos se acabó volviendo una moda, de manera que ahora tenemos una enorme desventaja si persistimos en ser un espacio periodístico-académico, porque todos los periódicos están llenos de comentaristas de una gran solidez académica, que desahogan en las páginas editoriales, con mucha eficacia, lo que han aprendido en las aulas; y, paradójicamente, ahora el espacio abierto para una revista como Nexos es el increíble espacio que han dejado los periódicos mexicanos a causa de ir en pos de ese periodismo de inmediatez, de shock y escándalo. El periodismo mexicano ha renunciado al reportaje largo, complejo, bien escrito; ha renunciado a la crónica, a la entrevista de perfiles, de larga penetración, y, en general, ha renunciado a la escritura, y, especialmente, a la buena escritura. Con unas cuantas excepciones, en los periódicos, escriben mucho mejor los columnistas y los articulistas que los reporteros que reducen su ejercicio a dar síntesis noticiosas. ¿Tiene esto que ver con una crisis de la lectura o con la preeminencia del periodismo como negocio Tiene que ver con una cuestión de negocio, obviamente, pero también con un contagio del periodismo televisivo y radiofónico sobre los hábitos informativos de la gente y, por tanto, sobre lo que la gente tolera leer en un periódico. Los periódicos han ido siguiendo el tema de la inmediatez y del formato corto y rápido de las noticias de televisión y de radio, y han renunciado, poco a poco, a los lectores. Los periódicos tratan a los lectores como si fueran radioescuchas: les dicen rápidamente las cosas, y no hay ninguna confianza en que un lector de periódico pueda leerse, de principio a fin, un reportaje que ocupe dos planas o plana y media de un periódico estándar. El periodismo mexicano se ha empobrecido mucho al contagiarse de la rapidez y del sentido de choque y de inmediatez de la radio y la televisión. Hasta los periódicos mejor hechos lo que le dan al público son noticias casi casi como soundbits que pueden escuchar en la radio. Y entre más escandaloso, rijoso y descontrolado el dicho de un político, más va a la primera plana. Ahora tenemos un nuevo modelo de ganarse la primera plana con la lengua, diciendo chascarrillos y gracejadas y tirando lancetas. Es, además, un periodismo amarranavajas, que ofrece a los lectores muy pocos instrumentos para entender lo que sucede y para portarse de un modo más inteligente que como se portan con sus propios medios. Lo paradójico es que tenemos, en México, un periodismo más libre y más plural que nunca, con más garra en la búsqueda de la noticia, pero a la vez un periodismo muy pobre intelectual y analíticamente hablando, e incluso muy pobre desde el punto de vista informativo, porque es un periodismo que está en la piel de los hechos y no va mucho más allá. Yo escribo una columna diaria, de lunes a viernes, en el diario Milenio, y casi todas las semanas me tengo que fugar de los temas que traen los diarios para no repetir lo que repiten todos. Trato asuntos literarios o busco temas que me saquen de la rutina machacona de ese periodismo inmediatista. Este es un asunto en el que los periodistas deberíamos reflexionar. Hay que atender menos el chascarrillo y buscar más el sentido profundo de las cosas. Ibero 31

o como una forma de simple entretenimiento. En este sentido,<br />

mi visión del periodismo es una visión elitista, porque no me<br />

interesa el periodismo popular, ni el periodismo de escándalo,<br />

ni el periodismo de la farándula. Me interesa el periodismo del<br />

conocimiento, que tenga una influencia sobre los cambios que la<br />

sociedad necesita; un periodismo para crear conciencia y hacer<br />

política en el sentido más amplio y generoso del término política:<br />

mejorar la cosa pública.<br />

¿Cómo ves el periodismo actual<br />

El periodismo en México vive, a la vez, un gran momento y un<br />

momento muy pobre. Es el gran momento de la pluralidad, la<br />

libertad y la riqueza (en el sentido de dinero y en el sentido de la<br />

calidad de profesionistas que lo ejercen). Pero, al mismo tiempo,<br />

es un periodismo muy poco responsable, en términos de llevarle<br />

a la gente el conocimiento que necesita para ser mejores ciudadanos<br />

y seres humanos más inteligentes. Los grandes periódicos<br />

son grandes intelectuales colectivos: máquinas de generar información<br />

para ayudar a ser más inteligentes y más eficaces a sus<br />

lectores; para enseñarles a comprender cosas que difícilmente van<br />

a comprender solos, a conocer a su sociedad, y a crear comunidad<br />

inteligente, que comprenda y esté al tanto de lo que pasa en<br />

todos los ámbitos (político, económico, social, deportivo, cultural,<br />

etcétera). Si los periódicos no son grandes intelectuales colectivos<br />

—y en este sentido soy muy sanchezvillaseñoriano—, no diría<br />

que son despreciables, pero sí que son instrumentos de segunda<br />

calidad pública: buenos negocios o buenos divertimentos, pero<br />

carentes de ese ethos que yo, quizá, aprendí en la Ibero: ser algo<br />

más que divulgadores, entretenedores, escandalizadores y masajeadores<br />

de la sociedad. Ser sus cerebros, sus intelectuales colectivos.<br />

En este sentido, ¿el periodismo debe tener una<br />

vocación educativa, formativa<br />

Sí, claro. El periodismo tiene que ser parte de la inteligencia, de<br />

la comprensión, la responsabilidad y la conducta cívica, solidaria y<br />

ética de los lectores, de los públicos. Y yo siento que nuestro periodismo<br />

renuncia demasiado fácilmente a toda noción que no sea una<br />

formulación tan limitada como la siguiente: “A mí no me importa<br />

nada más que la noticia y yo no tengo más responsabilidad que<br />

atraer a los lectores a mi medio, sin callarme nada, y si hace falta<br />

subiéndole bastantes decibeles a los gritos y los susurros de la sociedad”.<br />

Una formulación así me resulta muy pobre como periodismo.<br />

¿Así era el periodismo cuando fundaste Nexos<br />

Cuando fundamos Nexos el periodismo mexicano era un periodismo<br />

bastante provinciano, sometido, amordazado y alquilado<br />

en muchos sentidos. Había muy pocos periódicos realmente<br />

independientes y libres, aunque por ello mismo, también, una<br />

enorme oportunidad para hacer el periodismo que a mí me ha<br />

interesado siempre. Nexos se fundó en los años setenta, y comenzaba<br />

a haber en México una cierta riqueza muy visible, muy<br />

madura ya, de conocimiento académico; de gente que estudiaba<br />

con rigor la política, la economía, la dinámica social. Y lo que<br />

nosotros hicimos en Nexos fue tratar de traer ese conocimiento,<br />

que había en los claustros académicos, a un espacio público<br />

intermedio entre el artículo de periódico y el ensayo académico,<br />

añadiendo desde luego algo que ya era una riqueza muy<br />

consolidada de la vida cultural mexicana: la creación y la crítica<br />

literaria, en el ámbito de las humanidades.<br />

La titulamos Nexos, sociedad, ciencia y literatura, porque nos parecía<br />

desde entonces que había un tema tecnológico y científico<br />

que estaba también escondido y del que nadie se hacía<br />

cargo en los espacios de las audiencias periodísticas. Fue una<br />

decisión acertada que le permitió a la revista tener un perfil<br />

muy claro desde el principio. Luego lo que nosotros iniciamos<br />

se acabó volviendo una moda, de manera que ahora tenemos<br />

una enorme desventaja si persistimos en ser un espacio periodístico-académico,<br />

porque todos los periódicos están llenos de<br />

comentaristas de una gran solidez académica, que desahogan en<br />

las páginas editoriales, con mucha eficacia, lo que han aprendido<br />

en las aulas; y, paradójicamente, ahora el espacio abierto para una<br />

revista como Nexos es el increíble espacio que han dejado los<br />

periódicos mexicanos a causa de ir en pos de ese periodismo de<br />

inmediatez, de shock y escándalo. El periodismo mexicano ha<br />

renunciado al reportaje largo, complejo, bien escrito; ha renunciado<br />

a la crónica, a la entrevista de perfiles, de larga penetración,<br />

y, en general, ha renunciado a la escritura, y, especialmente, a la<br />

buena escritura. Con unas cuantas excepciones, en los periódicos,<br />

escriben mucho mejor los columnistas y los articulistas que<br />

los reporteros que reducen su ejercicio a dar síntesis noticiosas.<br />

¿Tiene esto que ver con una crisis de la lectura o con la<br />

preeminencia del periodismo como negocio<br />

Tiene que ver con una cuestión de negocio, obviamente, pero<br />

también con un contagio del periodismo televisivo y radiofónico<br />

sobre los hábitos informativos de la gente y, por tanto, sobre<br />

lo que la gente tolera leer en un periódico. Los periódicos han<br />

ido siguiendo el tema de la inmediatez y del formato corto y<br />

rápido de las noticias de televisión y de radio, y han renunciado,<br />

poco a poco, a los lectores. Los periódicos tratan a los lectores<br />

como si fueran radioescuchas: les dicen rápidamente las cosas, y<br />

no hay ninguna confianza en que un lector de periódico pueda<br />

leerse, de principio a fin, un reportaje que ocupe dos planas o<br />

plana y media de un periódico estándar. El periodismo mexicano<br />

se ha empobrecido mucho al contagiarse de la rapidez y del<br />

sentido de choque y de inmediatez de la radio y la televisión.<br />

Hasta los periódicos mejor hechos lo que le dan al público son<br />

noticias casi casi como soundbits que pueden escuchar en la radio.<br />

Y entre más escandaloso, rijoso y descontrolado el dicho de un<br />

político, más va a la primera plana. Ahora tenemos un nuevo modelo<br />

de ganarse la primera plana con la lengua, diciendo chascarrillos<br />

y gracejadas y tirando lancetas. Es, además, un periodismo<br />

amarranavajas, que ofrece a los lectores muy pocos instrumentos<br />

para entender lo que sucede y para portarse de un modo más<br />

inteligente que como se portan con sus propios medios.<br />

Lo paradójico es que tenemos, en México, un periodismo más<br />

libre y más plural que nunca, con más garra en la búsqueda de<br />

la noticia, pero a la vez un periodismo muy pobre intelectual y<br />

analíticamente hablando, e incluso muy pobre desde el punto de<br />

vista informativo, porque es un periodismo que está en la piel<br />

de los hechos y no va mucho más allá. Yo escribo una columna<br />

diaria, de lunes a viernes, en el diario Milenio, y casi todas las semanas<br />

me tengo que fugar de los temas que traen los diarios para<br />

no repetir lo que repiten todos. Trato asuntos literarios o busco<br />

temas que me saquen de la rutina machacona de ese periodismo<br />

inmediatista. Este es un asunto en el que los periodistas deberíamos<br />

reflexionar. Hay que atender menos el chascarrillo y buscar<br />

más el sentido profundo de las cosas.<br />

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