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Excerpta N° 7 - Facultad de Ciencias Sociales - Universidad de Chile

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satisfecha <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> su confortable coraza.<br />

Entonces ¿para qué dialogar sobre la masculinidad<br />

¿para qué cargar <strong>de</strong> dudas los privilegios que ella nos<br />

otorga Simplemente porque no nos queda más remedio que hacerlo. Para bien o para mal crecimos, nos<br />

expulsaron <strong>de</strong>l Paraíso <strong>de</strong> lo masculino aceptado como una condición natural reconocida, inconmovible<br />

e indiscutible.<br />

La indagación sobre la condición masculina ha pasado a ser inevitable. Por suerte no se plantea como un<br />

saber <strong>de</strong> salvación. Porque la verdad es que no va a salvarnos <strong>de</strong> nada ni a arreglar ninguna cosa sin<br />

<strong>de</strong>sarreglar otras.<br />

Robert Bly cuenta : "En los setenta comencé a ver en todo el país un fenómeno al que podríamos llamar<br />

el «masculino suave»... Son gente valiosa, querible, los aprecio ; no están interesados en dañar la tierra<br />

o en comenzar guerras. Tienen una actitud apacible ante la vida... pero muchos <strong>de</strong> estos hombres no son<br />

felices".<br />

Por su parte, marco Antonio <strong>de</strong> la Parra, dice por ahí, en alguna parte <strong>de</strong>l libro que hoy presentamos : "Si<br />

durante mucho tiempo el rol masculino tradicional hizo sufrir a la mujer, el nuevo rol femenino está<br />

abriendo nuevas heridas y no ha <strong>de</strong>jado en buen pie tampoco al hombre".<br />

El indagar sobre lo masculino podría liberarnos tanto <strong>de</strong> las rigi<strong>de</strong>ces <strong>de</strong> una construcción establecida e<br />

impuesta sobre cómo se <strong>de</strong>be ser hombre, y también lleva a poner en duda <strong>de</strong> las formas consagradas en<br />

que, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ese ser hombre nos relacionamos con las mujeres.<br />

Esta indagación, por lo tanto, podría ayudarnos a <strong>de</strong>rribar supercherías como la <strong>de</strong>l amor único y la<br />

pareja eterna que también son construcciones hegemónicas y prescriptivas a través <strong>de</strong> las cuales se<br />

preten<strong>de</strong>n normar y mo<strong>de</strong>lar un tipo <strong>de</strong> sociedad empecinado más en creer que en el amor como<br />

envolvimiento y apropiación emotiva total <strong>de</strong>l otro. Esta ficción la inventaron los juglares<br />

<strong>de</strong>sfallecientes, y cundió en medio <strong>de</strong>l ocio <strong>de</strong> las cortes <strong>de</strong>l siglo XII. Des<strong>de</strong> entonces se ha venido<br />

refraseando y pervirtiendo en novelones rosas y en teleseries, y a pesar <strong>de</strong> que muestra fisuras y grietas<br />

por todas partes, la gente insiste en creerse ese cuento y en escenificarlo una y otra vez.<br />

Estos diálogos sobre lo masculino, pue<strong>de</strong>n ayudarnos a <strong>de</strong>sactivar las estructuras <strong>de</strong> dominación y po<strong>de</strong>r<br />

que están implícitas en la ficción <strong>de</strong> la relación <strong>de</strong> pareja. Entonces tendremos que inventar otras<br />

ficciones para sustituir a la que <strong>de</strong>rogamos ; tal vez que<strong>de</strong>mos sumidos en la soledad y en el vacío<br />

onanista ; quizás establezcamos modos <strong>de</strong> relación transitoria, ocasional en las que cualquier forma <strong>de</strong><br />

compromiso se convierta en un tabú. Estas nuevas ficciones por supuesto no nos harán más felices,<br />

porque lo único a que po<strong>de</strong>mos aspirar es a cambiar nuestras formas <strong>de</strong> ser infelices, a diversificar los<br />

traumas, las <strong>de</strong>sdichas, las heridas que nos provoca la relación con el otro.

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