Excerpta N° 7 - Facultad de Ciencias Sociales - Universidad de Chile

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"Lo que en el título se denomina 'ídolo' es sencillamente lo que hasta ahora fue llamado 'verdad'... ". La 'Verdad' es una trampa, un canto de sirenas. Lo prueba la historia de la filosofía: es el espectáculo de la aparición sucesiva de puntos de vista o de sistemas que se autoproclamaron verdaderos, con exclusión absoluta de los otros. Unos se cuestionan a otros, unos aseguran superar a los otros, sustituyéndolos. La ilusión de la 'Verdad' los ha atrapado. Andan decretando errores y falsedades en todo lo que no se asemeje a sus respectivas categorías. ¿Qué puede significar la 'Verdad' para un viajero, para un nómade, una serpiente, un espíritu libre Nada, sino la muerte de la inquietud. Buscarla, como la ha buscado el filósofo tradicional, significa despreciar la experiencia de la búsqueda, subvalorar todo camino que no se le parezca, todo lo que sea cierto, claro, transparente, categórico, indiscutible y final. Comparada con la exploración (viva, estimulante, sorprendente, descubridora), la 'Verdad' es una momia conceptual, un desierto. Asociamos las momias al Egipto antiguo. Esto nos conduce a otra crítica de Nietzsche a la filosofía tradicional y, por contraste, a su propia idea del filósofo auténtico: "¿Me pregunta usted qué cosas son idiosincrasia en los filósofos... Por ejemplo, su falta de sentido histórico, su odio a la noción misma de devenir, su egipticismo. Ellos creen otorgar un honor a una cosa cuando la deshistorizan, desde la perspectiva de lo eterno, cuando hacen de ella una momia. Todo lo que los filósofos han venido manejando desde hace milenios fueron momias conceptuales; de sus manos no salió vivo nada real...". No cabe duda: la 'Verdad' de los filósofos es la más grande de las momificaciones. En la postura de Nietzsche, se trata una categoría que expresa la invasión de la filosofía por la teología. La 'Verdad' tiene todas las características y todas las demandas de la revelación: algo por encima de toda experiencia humana, algo que debe ser aceptado fuera de toda duda. Nietzsche afirma que la falta de sentido histórico es el pecado original de todos los filósofos. Pero la 'Verdad' no es la única de las momias de la filosofía. Hay otra sin cuya puesta en cuestión todavía no se completa la figura del filósofo del porvenir. En Crepúsculo de los ídolos. Nietzsche asegura: "Es conocida mi exigencia al filósofo de que se sitúe más allá del bien y del mal, de que tenga debajo de sí la ilusión del juicio moral. Esta exigencia se deriva de una intuición que yo he sido el primero en formular: la de que no existen hechos morales. . .". Comentario. No habiendo hechos morales, lo que hay es interpretación moral de los

hechos. La moral es, pues, una manera de ver, una óptica, una perspectiva, un punto de vista. Su pretensión ha sido, sin embargo, ser una cualidad o atributo de los hechos mismos, una característica fija e irremovible. Así como lo plantea respecto de la 'Verdad', Nietzsche exige poner en entredicho a la moral y sus categorías. Para Nietzsche, este cuestionamiento es lo que marca la diferencia entre el filósofo genuino y otros hombres. El filósofo no cede a la interpretación moral de la existencia. Los otros quieren juzgar; el filósofo quiere comprender. Es la diferencia entre querer ser juez y querer ser justo. En suma, Nietzsche ve un problema allí donde la tradición no ve ninguno. Toda filosofía auténtica procede de este modo. Él atribuye a esta cuestión la mayor importancia, la más decisiva de todas. De acuerdo a Nietzsche, hay una evidente responsabilidad de la moral en la crisis de la humanidad. En consecuencia, existe la necesidad de superar la moral, obrando una transformación, transmutando, todos los valores, creando otros nuevos. Nuevas tablas, nuevos valores: ésa es la tarea fundamental de los espíritus libres. El propio Nietzsche emprendió los primeros pasos de esta labor, llevando a cabo una sostenida reflexión sobre el origen de la moral. Es el estudio de la moral el que lo llevó a identificar los rasgos del ascetismo: la renuncia a sí mismo, el pecado, la culpa, el castigo, la subvaloración del cuerpo. Estas negaciones del hombre le condujeron a relacionar ascetismo y filosofía tradicional y a denunciar el envenenamiento de la filosofía por la teología. En suma, lo llevó a negar el concepto de 'Dios'. No hay hechos eternos, no hay verdades eternas. Es imposible, por tanto, superar el carácter perspectivista de todas las ideas. El hombre es una experiencia abierta. Las eternidades solo están en la mente. Nietzsche no pierde de vista que se trata de "...la más profunda colisión de conciencia... contra todo lo que... se había creído, exigido, santificado...". "Nosotros los nuevos, los carentes de nombre, los difíciles de entender, nosotros partos prematuros de un futuro no verificado todavía... " (Ecce homo). Comentario. ¿Hay alguna relación entre esa 'materia explosiva' (el filósofo, tal como Nietzsche lo perfila) y el filósofo tal como lo conocemos La respuesta es... ninguna. Nietzsche tiene expresiones duras para referirse a la filosofía oficial de su tiempo: rumiantes académicos, erudición polvorienta, perspectiva de rana, idólatras de los conceptos, momias, tejedores de telarañas, doctos zopencos decadentes, comediantes, predicadores. Está claro que Nietzsche no menosprecia la erudición por ella misma, sino la pretensión de que la filosofía deba consistir sólo en esa erudición y se agote en ella. Para un filósofo determinado, en un momento dado, es ineludible saber lo que sus antecesores pensaron, así como saber lo que sus contemporáneos piensan; pero tal conocimiento no le

"Lo que en el título se <strong>de</strong>nomina 'ídolo' es sencillamente lo que hasta ahora fue llamado<br />

'verdad'... ".<br />

La 'Verdad' es una trampa, un canto <strong>de</strong> sirenas. Lo prueba la historia <strong>de</strong> la filosofía: es el<br />

espectáculo <strong>de</strong> la aparición sucesiva <strong>de</strong> puntos <strong>de</strong> vista o <strong>de</strong> sistemas que se<br />

autoproclamaron verda<strong>de</strong>ros, con exclusión absoluta <strong>de</strong> los otros. Unos se cuestionan a<br />

otros, unos aseguran superar a los otros, sustituyéndolos. La ilusión <strong>de</strong> la 'Verdad' los ha<br />

atrapado. Andan <strong>de</strong>cretando errores y falseda<strong>de</strong>s en todo lo que no se asemeje a sus<br />

respectivas categorías. ¿Qué pue<strong>de</strong> significar la 'Verdad' para un viajero, para un nóma<strong>de</strong>,<br />

una serpiente, un espíritu libre Nada, sino la muerte <strong>de</strong> la inquietud. Buscarla, como la ha<br />

buscado el filósofo tradicional, significa <strong>de</strong>spreciar la experiencia <strong>de</strong> la búsqueda,<br />

subvalorar todo camino que no se le parezca, todo lo que sea cierto, claro, transparente,<br />

categórico, indiscutible y final. Comparada con la exploración (viva, estimulante,<br />

sorpren<strong>de</strong>nte, <strong>de</strong>scubridora), la 'Verdad' es una momia conceptual, un <strong>de</strong>sierto.<br />

Asociamos las momias al Egipto antiguo. Esto nos conduce a otra crítica <strong>de</strong> Nietzsche a la<br />

filosofía tradicional y, por contraste, a su propia i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>l filósofo auténtico: "¿Me<br />

pregunta usted qué cosas son idiosincrasia en los filósofos... Por ejemplo, su falta <strong>de</strong><br />

sentido histórico, su odio a la noción misma <strong>de</strong> <strong>de</strong>venir, su egipticismo. Ellos creen<br />

otorgar un honor a una cosa cuando la <strong>de</strong>shistorizan, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la perspectiva <strong>de</strong> lo eterno,<br />

cuando hacen <strong>de</strong> ella una momia. Todo lo que los filósofos han venido manejando <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

hace milenios fueron momias conceptuales; <strong>de</strong> sus manos no salió vivo nada real...".<br />

No cabe duda: la 'Verdad' <strong>de</strong> los filósofos es la más gran<strong>de</strong> <strong>de</strong> las momificaciones. En la<br />

postura <strong>de</strong> Nietzsche, se trata una categoría que expresa la invasión <strong>de</strong> la filosofía por la<br />

teología. La 'Verdad' tiene todas las características y todas las <strong>de</strong>mandas <strong>de</strong> la revelación:<br />

algo por encima <strong>de</strong> toda experiencia humana, algo que <strong>de</strong>be ser aceptado fuera <strong>de</strong> toda<br />

duda. Nietzsche afirma que la falta <strong>de</strong> sentido histórico es el pecado original <strong>de</strong> todos los<br />

filósofos. Pero la 'Verdad' no es la única <strong>de</strong> las momias <strong>de</strong> la filosofía. Hay otra sin cuya<br />

puesta en cuestión todavía no se completa la figura <strong>de</strong>l filósofo <strong>de</strong>l porvenir.<br />

En Crepúsculo <strong>de</strong> los ídolos. Nietzsche asegura: "Es conocida mi exigencia al filósofo <strong>de</strong><br />

que se sitúe más allá <strong>de</strong>l bien y <strong>de</strong>l mal, <strong>de</strong> que tenga <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> sí la ilusión <strong>de</strong>l juicio<br />

moral. Esta exigencia se <strong>de</strong>riva <strong>de</strong> una intuición que yo he sido el primero en formular: la<br />

<strong>de</strong> que no existen hechos morales. . .".<br />

Comentario. No habiendo hechos morales, lo que hay es interpretación moral <strong>de</strong> los

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