Excerpta N° 7 - Facultad de Ciencias Sociales - Universidad de Chile
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noción <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n y <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r, que también estará marcada por la relación subordinación/integración (la<br />
cual recuerda la relación entre los géneros en el mundo hacendal). Por último, para el autor "las mujeres<br />
construyeron la primera sociedad <strong>de</strong> <strong>Chile</strong>" y aunque en la trastienda serían las hacedoras <strong>de</strong> nuestra<br />
cultura en el incesante juego <strong>de</strong> sus intercambios exogámicos.<br />
Los lachos andariegos, fuertes y sumisos <strong>de</strong> Jorge Pinto dan cuenta <strong>de</strong> una realidad específica a la zona<br />
norte <strong>de</strong> nuestro país, pero bien pue<strong>de</strong>n reflejar un cierto repertorio <strong>de</strong> atributos masculinos y <strong>de</strong><br />
constitución <strong>de</strong>l género masculino. Es notable la mímesis que el autor establece cuando subtituló su<br />
artículo como el "testimonio <strong>de</strong> un historiador" (recor<strong>de</strong>mos que testimonio significa testigo <strong>de</strong> una<br />
situación, alguien que ha vivido algo y lo cuenta). En ese sentido este texto tiene un doble valor, el <strong>de</strong> la<br />
cercanía con el "objeto" y el <strong>de</strong> dar cuenta <strong>de</strong> una historia. La i<strong>de</strong>a central <strong>de</strong> Pinto es que la figura <strong>de</strong>l<br />
lacho representa <strong>de</strong>s<strong>de</strong> antiguo el machismo, un machismo que es legitimado por las propias mujeres.<br />
Los lachos eran hombres que vivían con mujeres que tenían "vida licenciosa", a las cuales protegían y <strong>de</strong><br />
las cuales obtenían una "relación afectiva que les diera sentido a su existencia". Para el autor ser hombre<br />
significa "beneficios y presiones" que implican un continuo <strong>de</strong>sdoblamiento que los impele a la<br />
búsqueda <strong>de</strong>l afecto. Así el dominio ejercido, por un lado, y la búsqueda <strong>de</strong> afectividad, por el otro,<br />
serían los dos motores que impulsan la vida <strong>de</strong>l hombre nortino. Esto se ve en el minero como macho<br />
dominante, pero que a la vez llega hasta la Virgen con toda la fragilidad y precariedad <strong>de</strong> un <strong>de</strong>voto que<br />
está sujeto a dramáticas contingencias. Asimismo por influencia <strong>de</strong>l medio, este macho dominante y<br />
sumiso a la divinidad es también un andariego: "en ese medio se fueron fraguando conductas que quizás<br />
<strong>de</strong>rivaron en un machismo que alterna las figuras <strong>de</strong>l hombre fuerte, capaz <strong>de</strong> aventurarse por tierras<br />
<strong>de</strong>sconocidas en busca <strong>de</strong> sustento, con la <strong>de</strong>l macho seducido y aplacado por una mujer..."<br />
Machismo y sadomasoquismo <strong>de</strong>l género. Eduardo Devés retoma dos i<strong>de</strong>as en su artículo. Por una parte,<br />
la mentalidad machista <strong>de</strong> los mineros en Santa María <strong>de</strong> Iquique, y por otra la relación perversa entre<br />
una torturada y sus torturadores . En el primer caso Devés sostendrá la tesis <strong>de</strong> que el machismo -en<br />
tanto i<strong>de</strong>ología <strong>de</strong> género que implica valentía, conducción, penetración, osadía- fue uno <strong>de</strong> los motivos<br />
centrales que impulsaron a los obreros <strong>de</strong> Santa María en Iquique, a principios <strong>de</strong> este siglo, a inmolarse:<br />
"eran pampinos, rotos, machos, habían dicho que no se movían y no se moverían". Según el autor, el<br />
"orgullo, el empecinamiento y el mesianismo los enterró". Tras ello estaría la noción <strong>de</strong> "sacrificio"<br />
como forma <strong>de</strong> conceptualizar la <strong>de</strong>rrota, lo cual implica que se niega la realidad presente para afincarse<br />
en la victoria como futuro. En el segundo casos el autor tematiza el vínculo masculino-femenino en<br />
<strong>Chile</strong> a través <strong>de</strong> la alegoría <strong>de</strong> la "Flaca Alejandra". Se trataría <strong>de</strong> una relación sadomasoquista en<br />
don<strong>de</strong> las "hembras golpeadas y humilladas, (pero que) soportan enamoradas la bota que las pisotea<br />
mientras gimen lastimeros refranes <strong>de</strong> venganza". Esta relación según el autor permite analizar el nexo<br />
que ha tenido <strong>Chile</strong> con su dictador Pinochet. Es <strong>de</strong>cir, se hablaría <strong>de</strong> un mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> género que permite<br />
conocer las formas <strong>de</strong> estructuración <strong>de</strong> las relaciones <strong>de</strong>l país con el po<strong>de</strong>r fáctico. (5) Se establece así<br />
una forma <strong>de</strong> pensar en dón<strong>de</strong> lo erótico y lo político se conjuntan para compren<strong>de</strong>r la legitimidad <strong>de</strong>l<br />
dictador en tanto figura icónica y real que ejerce su potestad <strong>de</strong> macho castigador. La clave simbólica<br />
que daría la Flaca Alejandra radicaría en su capacidad <strong>de</strong> con<strong>de</strong>nsar el perdón y la reconciliación, la falta<br />
<strong>de</strong> principios y la capacidad <strong>de</strong> sobrevivencia.