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Excerpta N° 7 - Facultad de Ciencias Sociales - Universidad de Chile

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mayoría es capaz <strong>de</strong> curar dolencias menores (45), sólo algunas serán elegidas por Ngenechén para ser machis.<br />

Los anuncios <strong>de</strong> ese llamado pue<strong>de</strong>n darse a través <strong>de</strong> peumas (sueños) o <strong>de</strong> perimontún (visiones). El relato <strong>de</strong><br />

la machi Carmela Romero ilustra los pormenores <strong>de</strong>l llamado y <strong>de</strong>l anuncio que ella tiene "espíritu <strong>de</strong> machi":<br />

"Una machi no estudia para médica. Yo no estudié en el libro, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que era muy niñita yo sabía dar remedio.<br />

Mi abuelita que se llama Juanita siempre celebraba el día <strong>de</strong> San Juan (46). Una vez, fue para esa celebración,<br />

mi abuelita hizo muday (chicha <strong>de</strong> trigo), mató su chancho, su pavo. Ese día parece que ella comió mucho, al<br />

otro día <strong>de</strong> San Juan se enfermó grave, cayó a la cama. "Papai -le dije yo, así se le dice a las mayores- ¿qué<br />

tiene ¿Porqué está acostá". "Estoy enferma, tengo el cuerpo agotado, no tengo valor", me dijo ella.<br />

Salí calladita y me fui al pitranto, allí había muchos remedios. Había pichén (paico) y menta que la tomé por el<br />

puro olor; encontré un remedio que en castellano llaman tomatito porque tiene una bolita coloradita, también<br />

menta negra. Agarré un buen puñado <strong>de</strong> esos remedios. Lavé dos piedras y los machaqué, así como se machaca<br />

el ají, busqué un plato <strong>de</strong> greda. Después puse a calentar agua en un cántaro -porque mi abuelita no tenía nada<br />

<strong>de</strong> tetera, para tomar mate, para hacer comida todo era en cántaro- y cuando hirvió la eché en el plato con los<br />

remedios y revolví. Yo lo tantiaba y lo encontraba malazo; lo <strong>de</strong>jé enfriar y reposar.<br />

Después se lo llevé a mi abuelita. Ella me lo recibió porque se imaginó que otra persona le vino a hacer<br />

remedio. Con tanto cariño me lo tomó el remedio que le dije: "Tómatelo toíto. Ese te va a hacer bien ". Se lo<br />

tomó sentadita en su cama, puso su cabecera en la espalda. "¡Qué malo! -me dijo- ¿Qué será el remedio que me<br />

diste ¿Quién me vino a hacer remedio, mami" y yo me quedé emocionada. Mami me <strong>de</strong>cía. Mi abuelita era<br />

rosadita, blanca, crespa, bonita la viejita. Con el remedio que le di agarró su color. "¡Qué me haya echo tan<br />

bien! ¿Por que no me dai otro poco ¿Lo vino a hacer la Rosaria". Rosaria se llamaba la mamá <strong>de</strong>l machi<br />

Gerardo. "No -le contesté-". Así le fui a buscar otro poco <strong>de</strong> remedio y al rato se levantó mi abuelita y salió pa'<br />

la cocina y se fue a vomitar. Vomitó la grasa <strong>de</strong>l puro pavo que estaba tan gordo. "Ahora me siento bien -me<br />

dijo- parece que se me vació el estómago ".<br />

Yo tendría como cinco o seis años, era muy chica. A veces cuando me acuerdo me da mucha pena. Mi abuelita<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> eso nunca más se enfermó. Pero yo me enfermé, al poco tiempo me enfermé: se me hinchó un pie,<br />

andaba gatiando. Fui a buscar remedio. "Tengo que <strong>de</strong>shinchar esto, pensaba, tengo que tener algo a<strong>de</strong>ntro".<br />

Encontré una espinita <strong>de</strong> árbol, saqué también una hojita, envolví con esa hojita varias espinas. Me fui a la<br />

casa. Cuando llegue -en el corazón estaba escrito-, la hojita quedó blanquita con la espuma <strong>de</strong>l remedio.<br />

Empezó a criar espuma el remedio y yo le hice como masaje en la tierra. Ahí parece que se me abrió el cuerpo y<br />

<strong>de</strong> a poquito se me pasó el dolor al pie.<br />

Así, sabía curarme yo sola. Da pena contar esta verdad. Por sí solo uno no sabe remedios, es Dios el que<br />

enseña, el que da. Así seguí haciendo remedio hasta gran<strong>de</strong>, muchos remedios".<br />

De este modo, reconocer la "sabiduría" que existe en las plantas y flores es un "don" que entrega Ngenechén a<br />

las mujeres que serán <strong>de</strong>positarias <strong>de</strong>l oficio. Pero, otro signo inequívoco <strong>de</strong>l llamado, como dijimos, son los<br />

perimontún (o visiones). La misma Carmela Romero cuenta<br />

" Yo tenía como ocho años, era gran<strong>de</strong>cita ya, y salí a buscar agua con el cantarito -los mapuche antes no<br />

tenían bal<strong>de</strong>s-. Iba por el mismo caminito don<strong>de</strong> se encontraban los remedios. Era temprano, como las seis o<br />

siete <strong>de</strong> la mañana porque no había nadie. Ahí me encontré con una oveja que estaba atajando el caminito,<br />

estaba echada, no me dio nada <strong>de</strong> miedo. La oveja tenía una lana gran<strong>de</strong> y estaba rumiando. Me quedé parada

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