Fenómenos fundamentales de la existencia ... - cristobal holzapfel
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Eugen Fink<br />
Fenómenos <strong>fundamentales</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> humana /extracto/<br />
modo más terrible que <strong>la</strong> propia. Por cierto, cada madre está dispuesta a morir por su<br />
hijo. Y Alcestes muere por Admeto, Aquiles está dispuesto a morir para vengar a<br />
Patroclo. La “muerte sacrificial” <strong>de</strong> los hombres entre sí, que mueren por i<strong>de</strong>ales y<br />
convicciones <strong>de</strong> fe, es una señal hacia una posible experiencia <strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte que han<br />
<strong>de</strong>jado tras <strong>de</strong> sí <strong>la</strong> escisión entre “propio” y “ajeno”. La persona, sobretodo el “Yo” en<br />
<strong>la</strong> mo<strong>de</strong>rno subjetivista filosofía <strong>de</strong> <strong>la</strong> conciencia, es un preparado artificial <strong>de</strong><br />
abstracciones – es un “centro <strong>de</strong> vivencia” con un campo <strong>de</strong> percepción<br />
correspondiente; en este campo encuentra ocasionalmente otros “Yoes” que, <strong>de</strong>l mismo<br />
modo, son “centros”; <strong>de</strong>l mismo modo, puntos medios <strong>de</strong> un campo objetivo que les<br />
ro<strong>de</strong>a. El “otro” – dícese – es para mí “objeto”, aunque no un objeto corriente como una<br />
piedra o un árbol; es un objeto que es “sujeto” para sí análogamente a como yo<br />
represento para él un sujeto objetivo. El “otro” me objetiva en su presentarse, tal como<br />
yo lo objetivo en mi presentarme. Para un sujeto, sin embargo, ser objetivado <strong>de</strong>nota<br />
una enajenación. Yo enajeno al otro y a <strong>la</strong> vez sé que él me enajena <strong>de</strong>l mismo modo.<br />
Lo hago lo objetivo con mi “mirada” (Sartre) y, a <strong>la</strong> inversa, él a mí. Nos <strong>de</strong>stronamos<br />
recíprocamente <strong>de</strong> <strong>la</strong> posición preferencial <strong>de</strong> ser en total sujeto para todo objeto. Si<br />
sólo se trata al otro bajo tal aspecto interpretativo, él, en su ser otro, es sólo <strong>de</strong>terminado<br />
“negativamente”, por <strong>de</strong>cirlo así; él no es mi Yo, o bien, un Yo. Así, al ser pensado el<br />
yo <strong>de</strong> cierto modo en plural, pierdo mi preferencia, cada uno es en cada caso su Yo.<br />
Pero somos tal Yo sólo en corre<strong>la</strong>ciones <strong>de</strong> tipo presentacional, “propiedad” y<br />
“extrañeza” son <strong>de</strong>terminadas exclusivamente por el ser sujeto. Ninguna re<strong>la</strong>ción vital<br />
es copensada aquí. Para tal “yo sujeto” <strong>de</strong>l mundo representacional es todo “ajeno”,<br />
todo lo que no es consistencia real <strong>de</strong> su vivencia, es ajeno – no tiene, por <strong>de</strong>cirlo así,<br />
ningún padre y ninguna madre, ningún hijo ni pariente, no “ama” y no “odia”, no<br />
“trabaja” ni “juega”, no es “mortal”. Es en lo fundamental una simple construcción, en<br />
<strong>la</strong> cual estaría fijado ais<strong>la</strong>damente el comportamiento teorético <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> y que ha<br />
sido <strong>de</strong>sligada <strong>de</strong> <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones <strong>existencia</strong>les concretas. Y si <strong>la</strong> “filosofía <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />
<strong>existencia</strong>” [Existenz], con <strong>la</strong> discusión <strong>de</strong>l problema <strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte, preten<strong>de</strong> darle a <strong>la</strong><br />
muerte propia una preeminencia lisa y l<strong>la</strong>na frente a <strong>la</strong> “muerte ajena”, esto es todavía,<br />
según mi parecer, una herencia que se arrastra <strong>de</strong> <strong>la</strong> metafísica <strong>de</strong> <strong>la</strong> conciencia. El otro<br />
es también aquí visto como mera reduplicación <strong>de</strong>l sí mismo propio y con ello como<br />
“<strong>de</strong>rivado”; uno teme también aquí, sin embargo, moverse hacía un objetivismo<br />
inadmisible y <strong>de</strong>smedido, si se abandona <strong>la</strong> preeminencia <strong>de</strong>l yo.<br />
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