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Fenómenos fundamentales de la existencia ... - cristobal holzapfel

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Eugen Fink<br />

Fenómenos <strong>fundamentales</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> humana /extracto/<br />

mundo <strong>de</strong> los vivos el caso <strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte <strong>de</strong> otro es un suceso, tras el cual siguen otros<br />

sucesos. Con <strong>la</strong> muerte <strong>de</strong> otro no cesa el tiempo para nosotros, los vivos. Lo que para<br />

él fue <strong>la</strong> “última hora”, es para nosotros un dato temporal que se pue<strong>de</strong> establecer con el<br />

reloj, un momento en <strong>la</strong> secuencia sinfín <strong>de</strong> momentos que vendrán <strong>de</strong>spués. Para<br />

nosotros, espectadores no partícipes, incluso para los parientes, continúa <strong>la</strong> vida. Este<br />

momento, que nosotros tenemos un tiempo tras el tiempo <strong>de</strong>l difunto, que nosotros<br />

continuamos y seguimos viviendo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su partida, experimentamos vicisitu<strong>de</strong>s, es<br />

altamente significativo para <strong>la</strong> génesis <strong>de</strong> representaciones <strong>de</strong> un <strong>de</strong>stino postmortal <strong>de</strong>l<br />

alma <strong>de</strong>l que ha partido. Mientras seguimos viviendo aquí sobre <strong>la</strong> Tierra, lo suponemos<br />

a él “al mismo tiempo” implicado en vicisitu<strong>de</strong>s y acontecimientos supraterrenales. Y<br />

nosotros, los vivos, también tenemos cierto “trato” con el difunto, cuidamos su<br />

memoria, su tumba, damos cumplimiento a su testamento, y otros.<br />

Pero cuando consi<strong>de</strong>ramos a <strong>la</strong> muerte <strong>de</strong>l otro <strong>de</strong> este modo, como un<br />

acontecimiento posible <strong>de</strong> fijar, sabemos al mismo tiempo que su muerte es tal sólo<br />

para nosotros, no para él mismo. En <strong>la</strong> comprensión <strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte ajena está incluido el<br />

que ésta sea para el moribundo una muerte propia. Sabemos que para él <strong>la</strong> hora <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

muerte es <strong>la</strong> “última hora”, que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> el<strong>la</strong> no hay más tiempo, que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquí en<br />

a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte “nada continúa”. El que muere, <strong>de</strong>cimos, no pue<strong>de</strong> datar más su <strong>de</strong>ceso, ni<br />

or<strong>de</strong>narlo en contexto temporal objetivo; morir es pues el salir completo y total <strong>de</strong>l<br />

mundo común, compartido, intersubjetivo <strong>de</strong> hombres y cosas. La muerte <strong>de</strong> otro es un<br />

“fenómeno”, ciertamente un fenómeno extraño y peculiar, pero aún así algo que se nos<br />

muestra; vemos <strong>la</strong> lucha por <strong>la</strong> muerte, los ojos que se apagan; vemos el cadáver; y<br />

estimamos que el que muere, al momento <strong>de</strong> fallecer, cesa <strong>de</strong> experimentarse a sí<br />

mismo, <strong>de</strong> vivenciarse a sí mismo. Su propia muerte no es para él un “fenómeno”. No se<br />

pue<strong>de</strong>, por <strong>de</strong>cirlo así, “vivenciar” <strong>la</strong> propia muerte – <strong>de</strong> acuerdo al conocido raciocinio<br />

epicúreo, a saber: no se necesita temerle a <strong>la</strong> muerte porque mientras nosotros somos,<br />

el<strong>la</strong> no es, y cuando el<strong>la</strong> es, nosotros no somos. En el compren<strong>de</strong>r <strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte ajena<br />

está incluida una cierta, si bien débil, comprensión, <strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte propia; pues vemos<br />

morir al otro con <strong>la</strong> conciencia <strong>de</strong> que para él mismo es su propia muerte.<br />

Pero también el moribundo intenta, hasta cierto punto, ver su propio morir con<br />

los ojos <strong>de</strong> los congéneres, los sobrevivientes; él toma <strong>de</strong>cisiones sobre su “entierro”,<br />

manifiesta una última voluntad, extien<strong>de</strong> disposiciones testamentarias, aconseja a sus<br />

hijos, etc., se prolonga otra vez, p<strong>la</strong>nificando <strong>de</strong> modo voluntario, en un futuro “<strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> él”, compren<strong>de</strong> su situación a partir <strong>de</strong>l horizonte temporal objetivo <strong>de</strong>l futuro<br />

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